

Empezó la campaña: Durante varios meses los colombianos seremos objeto de toda suerte de avances por parte de quienes pretenden seducir nuestra voluntad y ser favorecidos con la decisión de nuestro voto.
Habrá de todo como en botica: Escucharemos algunas propuestas, algunas de ellas refritos de algunas que en otras elecciones no tuvieron favorabilidad suficiente, también vendrán propuestas sesudas e ingeniosas que bien merecerán un cuidadoso análisis, pero tristemente lo que más escucharemos serán ataques rastreros para desacreditar a los contradictores, sabremos de sucias estratagemas y publicidad engañosa.
Muchos candidatos apelarán a la división, al señalamiento, a la exacerbación del odio y el temor, se presentarán como los salvadores del país, de su chistera sacarán los debidos ultrajes, las acusaciones y calumnias con los que pretenderán ocultar su falta de propuestas constructivas, respetuosas, realmente patrióticas: Hablarán de “destripar”, “neutralizar”, “someter”, “hacer trizas”, “desaparecer” a otros grupos únicamente en razón a sus ideas y a su visión de país.
Propondrán como salida para los problemas que afrontamos la manida, costosa e ineficaz violencia, hablarán de negarle el agua y el alimento a poblaciones enteras habitualmente relegadas, insistirán en la necesidad de construir muros, utilizarán apelativos discriminatorios como “bandidos”, “salvajes” para referirse a sus adversarios y “gente de bien”, “patriotas”, “valientes” para referirse a quienes se muestren favorables a la opción que ellos pretenden representar.
Unos nos hablarán como a seres pensantes e inteligentes y otros como a una masa irracional presa de sus emociones, miedos y rencores. Otros agitarán en nuestra cara viejos trapos que con el tiempo y el manoseo han perdido significado. No faltarán aquellos que buscarán no nuestro apoyo sino nuestra complicidad a través de promesas de pequeños o grandes favores personales, sobornos como tamales, mercados, materiales de construcción, incluso plata…
La recompensa para muchos serán los beneficios que el poder les confiere, el acceso a pingües recursos del erario, la posibilidad de negociar sus decisiones y venderlas al mejor postor, tal como lo han hecho en el pasado o como aprendieron de los parientes que los antecedieron, buscarán el lucro y el mantenimiento de algunos privilegios que a lo largo de dilatados ejercicios “políticos” han obtenido u obtuvieron los familiares o socios que los precedieron.
Para otros la recompensa trascenderá de esos beneficios y será la capacidad de plasmar en su gestión un nuevo sueño de país, cambiar las cosas en favor de los vulnerables, hacer de este rincón del mundo un lugar más apacible, igualitario, justo, donde la verdad y la justicia cabalguen con holgura, donde se proteja la vida, el derecho a disentir y a protestar se nos respete como seres humanos pensantes, solidarios, propositivos, más allá de nuestras diferencias ideológicas, cromáticas, culturales, económicas y de cualquier otra índole.
A lo largo de lo corrido no sólo de este último gobierno, sino, más aún, de nuestra historia reciente, hemos visto el desempeño de quienes han llegado al poder, su manera de actuar, su forma de discrepar, la inevitable comparación entre lo que pretendieron ser, sus propuestas, y sus actos.
Vimos gente que siempre llegó con propuestas, personas que siempre usaron los espacios que obtuvieron para ventilar alternativas creativas para resolver nuestros problemas
Vimos a otros que hicieron de las trampas y las jugadas su estilo, los que aprovecharon su tiempo en su propio beneficio, los que en vez de proponer bloquearon, destruyeron, difamaron y desacreditaron y que ahora mismo, con el mayor cinismo, se muestran como ovejas cuando todos los vimos actuar como lobos.
En fin, se vienen tiempos caóticos, la parafernalia de la politiquería ya empezó a dar sus primeros pasos con miras al 2026, ya incluso hubo muertos, lo que nos recuerda que en este país el ejercicio de ciertos liderazgos sociales lleva implícita la impronta del peligro y el acecho de la muerte. Algunas personas miran con justificado temor lo que se viene, esta campaña empezó mal, muy mal. Nos trae recuerdos aciagos de tiempos pasados, siempre muy presentes, en los que la violencia campeó por sobre el debate, el plomo fue mucho más decisivo que el argumento.
La democracia en Colombia lleva implícito un costo de sangre, de chantaje, de engaño, de calumnia y de mentira.Un rastro sasnguinolento atraviesa como una cicatriz deformante nuestra historia. Que los dioses se apiaden de nosotros, que seamos capaces de superar estas horas que se vienen con sensatez y humanidad. Que primen la racionalidad sobre el odio, el patriotismo sobre el oportunismo, la honestidad y la transparencia sobre la injuria y la mentira.
CARLOS FAJARDO
PARA PRENSA MERCOSUR
NOVIEMBRE 02 DE 2025
