

La nueva sede de Dynafit en Kiefersfelden se levanta en el Valle del Inn como una pieza rotunda y reconocible, un edificio que se ha concebido para dialogar con el paisaje alpino más que para imponerse a él. Barozzi Veiga han creado un volumen doble, nítido y abstracto, cuya presencia se percibe desde la autopista que une Alemania y Austria y que, aun con esa contundencia geométrica, pretende disolverse en la topografía circundante.
Lejos de ser un simple contenedor corporativo, el proyecto convierte la identidad de Dynafit —ligereza, eficiencia y tecnología— en criterios arquitectónicos. Esa traducción materializa una sede que funciona como hito y como lugar de vida cotidiana, con espacios abiertos, usos compartidos y una envolvente capaz de filtrar la luz y el clima con precisión. Todo ello se apoya en una estructura clara de forjados y pilares y en la organización de los núcleos de servicio en los extremos de cada planta para optimizar recorridos y liberar vistas.
Un hito en el Valle del Inn: geometría y paisaje

La figura del edificio se entiende como la fusión de dos cuerpos piramidales que, en su conjunción, potencian una sensación de verticalidad íntima y a la vez monumental. La silueta de doble pirámide juega con las colinas y los valles, reforzando una percepción de altura en las caras verticales y buscando una escala más cercana al ser humano en las superficies inclinadas.
Ese contraste entre lo vertical y lo inclinado permite que el conjunto se lea desde lejos sin resultar ajeno a su entorno inmediato. Desde el trazado de la autopista, la sede de Dynafit aparece como un punto de referencia, pero al aproximarse, los planos oblicuos, las sombras y el cambio de escala suavizan su presencia y encajan la pieza dentro del paisaje alpino.
En origen, el lugar condiciona el gesto: la proximidad al río Inn —también citado como Eno en algunas traducciones— y la condición fronteriza del valle han sido palancas de proyecto. El edificio se plantea para “pertenecer” a ese corredor natural, haciendo que su volumetría abstracta sea capaz de integrarse sin renunciar a una identidad propia.
Aunque a primera vista el volumen parece simple, la sección del edificio revela una riqueza espacial que no se advierte desde el exterior. Las dobles alturas, los vacíos estratégicos y los cambios de perspectiva generan relaciones visuales entre plantas, y multiplican las posibilidades de interacción entre personal y visitantes.
La claridad geométrica se convierte así en un recurso para absorber y devolver el paisaje. La arquitectura se “afina” para ser parte del valle y, al mismo tiempo, destacar en él, transformando una forma esencial en una experiencia cambiante a lo largo del día y de las estaciones.
Fachada tecnológica y rendimiento ambiental

La piel exterior combina acristalamiento y una celosía metálica dispuesta en un patrón diagonal. Este exoesqueleto regula la radiación solar y matiza la transparencia, de modo que el edificio se protege del exceso térmico sin perder la relación visual con el entorno.
La trama diagonal no solo cumple una función climática, también acentúa la lectura geométrica del volumen. Según incide la luz y según cambian los reflejos, la sede ofrece múltiples caras, activando una percepción dinámica que transforma la supuesta “simplicidad” de la forma en una secuencia de escenas.
La envolvente se diseñó inspirándose en los productos de la marca, donde la ligereza y la precisión técnica son esenciales. Ese lenguaje se traduce aquí en una fachada de alto rendimiento, con elementos capaces de modular la apertura y el grado de sombra en distintas épocas del año; en invierno, ciertos módulos triangulares incrementan la captación solar y ajustan el intercambio térmico de manera controlada en contextos de clima de alta montaña.
El resultado es un balance energético afinado que reduce demanda y mejora confort. La tecnología no se exhibe como gesto gratuito, se integra como parte del carácter del edificio, y lo hace con una estética tan sobria como potente, en sintonía con el carácter geológico del lugar.
Interior: claridad, eficiencia y vida cotidiana
El interior se concibe como un sistema luminoso y abierto de forjados y columnas, racional y sin complicaciones. Dos núcleos de servicios situados en extremos opuestos de cada planta concentran comunicaciones, aseos, almacenes y apoyos, liberando el resto para oficinas, encuentros y espacios flexibles.
El mobiliario es mínimo y versátil; la ausencia de puestos fijos fomenta una ocupación adaptativa. Materiales sobrios —con el hormigón activo como protagonista— y una paleta en escala de grises conforman un telón neutro sobre el que destacan las personas y su movimiento.
Ese planteamiento responde a la cultura de Dynafit, una firma ligada a la montaña, la velocidad y la innovación. Buena parte del equipo está formado por deportistas jóvenes, entre veinte y treinta años, cuya indumentaria de colores vivos introduce la nota cromática en un interior que, adrede, prefiere no competir en saturación.
La espacialidad interna no es un mero “open plan”. Se han buscado perspectivas largas, cruces visuales y puntos de encuentro para propiciar el intercambio entre departamentos, clientes y visitantes, con una gradación sutil entre zonas más activas y áreas de concentración.
La conexión con el exterior es constante: la fachada filtra, refleja y deja pasar. Las vistas al valle y a las laderas cercanas están presentes desde la mayoría de puestos, reforzando una sensación de pertenencia al paisaje y, al mismo tiempo, asegurando una iluminación natural uniforme.
Programa mixto y apertura a la comunidad
Aunque se trata de la sede corporativa de la marca, el edificio incluye usos que se abren al entorno social. Guardería, tienda de Dynafit y gimnasio complementan el programa privado de oficinas, haciendo de la sede un pequeño polo de actividad para Kiefersfelden.
Este carácter mixto encaja con la idea de que la arquitectura puede ser más que una “oficina bonita”. La llamada DYNAFIT Speed Factory busca atraer a deportistas de montaña, generar comunidad y ofrecer servicios que tienen sentido en un territorio con gran cultura de actividades al aire libre.
Implantar algo singular dentro de un contexto tan normativizado como el alemán ha supuesto un reto interesante. Los procesos estándar coexisten aquí con una búsqueda de lenguaje propio, perteneciendo al lugar sin caer en soluciones genéricas. Esa tensión entre pertenencia y autonomía define el tono del proyecto.
Por todo ello, la sede no solo representa a una empresa, también habla de una manera de habitar el paisaje. Es un edificio preciso, contemporáneo y sin estridencias, que combina ambición técnica, sensibilidad territorial y una clara vocación de uso cotidiano.
Datos del proyecto, equipo y colaboradores
El proyecto obtuvo el primer premio en concurso y ha sido construido, consolidando la trayectoria internacional del estudio. La superficie construida ronda los 10.200 m², con una organización clara entre espacios de trabajo y áreas abiertas al público.
- Cliente: Dynafit, Mountain Experience Beteiligungs-Holding GmbH
- Arquitectos: Barozzi Veiga (Fabrizio Barozzi y Alberto Veiga)
- Situación: Kiefersfelden, Valle del Inn (río Inn/Eno), Alemania
- Estado: Concurso, primer premio. Construido
- Superficie: 10.200 m²
El desarrollo atraviesa dos grandes fases: el concurso y la elaboración del proyecto con ampliación de equipo. Se detallan a continuación los equipos implicados según las informaciones disponibles.
Equipo de concurso
- Yorgos Apostolopoulos
- Andrea Bergamini
- Paola Calcavecchia
- Oskar Jobin
- Kim-Lou Monnier
- Alessandro Lussignoli
- Rodrigo Martínez
- Martin Meinecke
- Miguel Pereira Vinagre
- Toni Poch
- Verena Recla
- Andrei Sashko
- Rob Scott
- Nelly Vitiello
Desarrollo de proyecto
- Andrea Bergamini
- Paola Calcavecchia
- Marta Grządziel
- Verena Recla
- Anina Weber
- Caterina Delaini
- Hannes Lukesch
- Vasco Marcolin
- Cristian Munteanu
- Sofia Pozzoli
- Maxime Soquet
- Elvira Turek
- Maria Ubach
Colaboradores y consultores
- Plan Team (project manager, quantity surveyor, project controlling)
- Bergmeister Ingenieure (estructura)
- Stiefmüller Hohenauer & Partner (instalaciones / ingeniería mecánica)
- SPEKTRUM Bauphysik & Bauökologie (física de la construcción, sostenibilidad, acústica)
- Knippers Helbig (consultoría de fachada)
- Bartenbach (consultoría de iluminación)
- Hügli Ingenieurunternehmung (seguridad)
- Matí (iluminación)
- K33 Brandschutz – Riedner Wagner + Partner (protección contra incendios)
- Ramboll Dreiseitl (paisajismo)
- Henning Larsen (arquitectura del paisaje)
Imágenes y documentación gráfica han sido realizadas por equipos especializados. Créditos fotográficos: Simon Menges, Nino Tugushi y Brigida González. Para ampliar información, puede consultarse la publicación original en inglés: Dynafit Headquarters.
Barozzi Veiga: autores y enfoque
Detrás del proyecto está el estudio con sede en Barcelona formado por Fabrizio Barozzi y Alberto Veiga. Barozzi nació en Rovereto (Italia) en 1976 y se tituló en el Istituto Universitario di Architettura di Venezia en 2003, completando estancias en la ETSAS de Sevilla y en París antes de iniciar su trayectoria profesional.
Tras colaborar con Guillermo Vázquez Consuegra, se asocia con Veiga en 2004 para fundar su oficina conjunta. Ha sido profesor en la Universitat Internacional de Catalunya y profesor asociado en la Universitat de Girona, compaginando docencia y práctica con numerosos reconocimientos.
Alberto Veiga, por su parte, nació en Santiago de Compostela en 1973 y estudió en la ETSA de Navarra. Trabajó con Patxi Mangado y con Guillermo Vázquez Consuegra en proyectos premiados antes de crear el estudio con Barozzi; es profesor de Proyectos en la UIC y ha desarrollado una intensa labor académica y profesional.
La oficina —conocida en sus inicios como EBV Arquitectos— se dedica a arquitectura, urbanismo y diseño interior, y entiende la investigación como motor de proyecto. Su obra ha sido distinguida con premios nacionales e internacionales, y ha consolidado una presencia internacional con intervenciones públicas en Polonia, Suiza y Bélgica, a la que se suma esta sede para Dynafit en Alemania.
La sede de Dynafit en Kiefersfelden demuestra que unas oficinas corporativas pueden ir más allá de lo convencional: una forma doble y precisa, una piel tecnológica con sentido, un interior flexible y una apertura real a la comunidad. Con el paisaje alpino como referencia constante, el edificio habla el idioma de la montaña y de la marca, sin renunciar a tener una voz propia dentro del territorio.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/sede-de-dynafit-en-kiefersfelden-por-barozzi-veiga-paisaje-tecnica-y-comunidad/
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