
Este año 2025, se celebró el 80 aniversario del grupo Changüí Guantánamo, con un espectáculo en homenaje a los protagonistas de ese género musical. Como siempre, fue una fiesta de celebración para toda la música tradicional que enaltece la cultura cubana.
Cuando llegues a Guantánamo, en el extremo más oriental de Cuba, busca formar parte de la barriada de La Loma del Chivo. De no mezclarte entre su gente y sus ritmos, te perderías el disfrute de su autoctonía, del changüí y sus más importantes exponentes.
El más viejo recuerdo de la existencia de este ritmo, contado en las anécdotas de la guerra del 1868 –dijo Rafael Inciarte, músico y folclorista 1909-1991- fue cuando detuvieron al intrépido mambí afrocubano de las lomas guantanameras, dedicado a luchar incondicionalmente por la libertad de los cubanos y en contra del yugo español.
Se trataba de José Policarpo Pineda Rustán, quien llegara a ser Coronel del Ejército Libertador, descrito como un hombre de gran fortaleza, agilidad, una mirada viva y una gran sonrisa. En una de esas, la soldadesca española lo sorprendió bailando Changüí y lo cogieron preso, contó el etnomusicólogo Inciarte.
También menciona a Tina Latamblé, la bisabuela de Chito, hija de esclavos que trabajaba en el trapiche de la Finca San Miguel próxima a Yateras. Contó Chito Latamblé, convertido posteriormente en una leyenda del Changüí, que la bisabuela contaba historias de las tardes en que, después del duro trabajo, cogía un taburete para tocarlo como un bongó. A ella se sumaban sus dos hijos que tocaban el tres y para variar, algunos españoles también intentaban bailar precisamente el Changüí ´Para ti nengón´.
Tiempo después, en la familia se hicieron tradición las fiestas changuiceras de fin de año, que a veces duraban hasta una semana. Sin reposo, los bramidos de los bongoes interrumpen en el patrón del Tres y el canto que alterna con la marímbula, mientras cada uno apoya al otro.
En su conjunto, estos instrumentos típicos y este ritmo del Changüí -que constantemente sonaban tanto en el monte, como en la barriada de la Loma del Chivo– repercutieron en el alto vuelo de la música contemporánea cubana.

Chito Latamblé
Hablamos de una familia de músicos. Ya mencionamos a su bisabuela con el ritmo africano en la sangre; sus abuelos Demetrio y Matilde, se dedicaron a fabricar guitarras y enseñaron al hijo Marcelino -padre de Chito-, a crecer con música. A diario el sonido de la conga, la rumba, la tumba francesa.
Reyes LatambléVeranes, conocido por Chito, nació en Guantánamo el 27 de junio de 19l6. Todavía era un niño chiquito, cuando le hicieron un “Tres” pequeño, improvisado de la madera de una caja de bacalao, por lo que a los ocho años formó parte de un Septeto infantil. Desde aquí comenzó esa imparable vocación, que lo llevó a la consagración de su ritmo y la convergencia con toda la música; el son, la trova, la rumba, el jazz.
Así continuó en agrupaciones temporales, entre soneros y changuiceros, que le brindaron el espacio de experimentación. Incursionó en los conjuntos: Rarezas del 43, Las Flores, Sorpresa, Jóvenes del Guaso, Melodía del 55, Elegante, Siboney, Avance Juvenil, el Combo Kumora, la estudiantina Le Varón, el cuarteto Cubanacán y la Sonora de Bambao.
Ya con el grupo de los hermanos Latamblé, encabezado por Arturo el bongosero, tuvo una familia musical y la suerte de coincidir con los artistas Clarisa Creagh, Luis Morlote y Rafael Inciarte, asiduos a las peñas changüiceras de La Loma del Chivo, desplegadas por el folclórico barrio guantanamero, entre los límites del río Guaso y la calle Moncada.
Changüí Guantánamo, los define como agrupación en 1945. Arturo y Chito Latamblé, Justo Kindelán en las maracas, Pedro Speck en la marímbula, Santiago Reyes en el guayo, y los bailadores Rafaela Moya Latamblé y José Luis Céspedes Fournier.
Previo a 1959, Chito soneaba en Guantánamo, vinculado a las estudiantinas y a otros formatos, como también se juntaba con los trovadores, una práctica que nunca extravió. También, unido a los músicos Inciarte, Clarisa y Morlote, experimentó música de influencia estadounidense, con el grupo, Los siete del jazz.

Asumió la dirección del grupo, cuando en 1967 falleció su hermano Arturo Latamblé. Poco a poco se exponen a un público nacional más amplio y a la crítica cultural. Participaron en el Festival Nacional de la Trova en Santa Clara y Remedios; se presentaron en el Festival de la Toronja en la Isla de la Juventud, así como en el Festival Nacional del Son de Guantánamo, Santiago de Cuba y Granma.
Actuaron en el magnífico Teatro Amadeo Roldan, como parte del elenco del espectáculo El son entero, junto al Conjunto Folclórico Nacional, el Septeto Nacional Ignacio Piñeiro y la orquesta Van Van. Finalmente realizaron la grabación del CD: Changüí Cumbancha.
Chito Latamblé recibió la Distinción por la Cultura Nacional y solamente por su delicado estado de salud, en 1985 dejó su puesto al también tresero Pedro Vera.
“Chito era la más alta expresión en cuanto a los treseros del changüí […]…Chito por su formación era un hombre que había tocado en conjuntos, había tocado con los trovadores, tenía una información mucho más amplia y a la hora de hacer las improvisaciones de los montunos, echaba a rodar toda esa imaginación que tenía y todo el caudal de conocimientos que había adquirido durante su carrera y le daba una mayor dimensión al tres dentro del changüí”, expresó con orgullo el músico Pancho Amat, un virtuoso del Tres y estudioso de la historia musical cubana.
Por la manera de ejecutarse, el Changüí es único, distintivo y desempeña un rol esencial, definiendo su estructura sintáctica y su gramática musical, concluyeron los importantes investigadores María Teresa Linares y Danilo Orozco, al hacer la caracterización del Changüí.
La impronta del tres changüícero de Chito Latamblé Veranes, lo hizo trascender en la historia musical cubana. Tras su fallecimiento el 6 de marzo de 1993 en Guantánamo, su instrumento musical fue donado por sus familiares al Museo Provincial. Al inaugurarse La Casa del Changüí en 2007, se escogió el nombre el tresero mayor de este género musical, catalogado como célula genuina del Son cubano.
Identidad
Así pasó a la historia. Para hablar de una rumba o un changüí, hay que nombrar a la Loma del Chivo en la zona más oriental del archipiélago cubano; una comunidad portadora de tradiciones, sitio privilegiado para cultivar el antecedente bantú, de los bailes y las figuraciones, con el toque del bongó del monte, ese sonido autóctono changüícero.
Aun hoy, en el amplio barrio exponente de la africanía cubana, ocupado por unos de siete mil habitantes, se conserva la tradición de la Tumba francesa, la rumba de cajón, la conga, el Son y el Changüí.

Además de Chito Latamblé, también nació en La Loma del Chivo otro cultor de esta música. Elio Revé Matos (1930-1997), fue quien popularizó en Cuba a partir de la segunda mitad del siglo XX, una variante más urbana del Changüí, inspirada en el gran magnetismo de su forma más pura y respetando sus esencias.
El guantanamero Revé Matos, percusionista y compositor, fue fundador de la Orquesta Revé, por cuyos atriles pasaron desde el vocalista Ibrahim Ferrer, como otros pilares de la música popular cubana: Chucho Valdés, Juan Formell, César -Pupy- Pedroso, Moisés Valle –Yumurí– y Juan Carlos Alfonso, creador del grupo Síntesis. Revé se nutrió del changüí, ritmo eminentemente rural y alcanzó una gran popularidad debido a las innovadoras orquestaciones, llevando la música cubana a varios continentes.
En los predios de La Loma del Chivo, de donde salen notables y auténticos músicos cubanos, vibran todos los ritmos ancestrales y las tradiciones musicales, como La Tumba francesa, declarada Primera Obra Maestra Cubana del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, por la UNESCO.
La Loma del Chivo antes de la Revolución cubana era una zona calamitosa, conocida por nuclear actividades de trabajo sexual, a través del ejercicio de la prostitución con mujeres inmigrantes antillanas y cubanas. Hasta allí acudían vecinos y visitantes nacionales y extranjeros, por lo que algunas familias que la habitaban, debían poner en puertas de calle o ventanas, un cartelito de “No moleste. Esta es una casa decente”.
Allí se desataron historias de injusticias, persecuciones y duras pruebas, en el proceso previo a la última gesta de liberación, con muestras del heroísmo de hombres y mujeres que la habitaron. Varios revolucionarios frecuentaban los bares que había en todas las esquinas de la calle Sol y no faltaba la charla en las bodegas, que -como en casi toda Cuba- después de las seis de la tarde se convertían en bares, un magnífico modo de enmascarar los contactos conspirativos.
Lo mismo se formaba un bembé bajo el mamoncillo la calle Emilio Giró entre Agramonte y Serafín Sánchez, que se jugaba al prohibido y se hacía política. No faltaba el momento ameno en la bodega la ´Flor de la Loma del Chivo´, victrola mediante se alegraban, mientras expedían bebidas y desde el viernes se organizaba un Changüí. Los menos jóvenes recuerdan en la calle Jesús del Sol, el bar de Fermín. Igualmente, la tienda – bar Pedrito con victrola, tragos y rumba de cajón o la tienda de víveres de Fermina ´la China´, en la esquina de Prado.

La sabrosura de la Peña Changüícera de Juan Creagk, en la Calle Sol entre Paseo y el 1 norte, es mencionada como otros focos musicales de este género en Oriente entre Narciso López y Jesús de Sol, en los predios de Francisco Massó. Algunos trabajadores de Boquerón y laborantes cubanos en la base naval yanqui que acudían con frecuencia, recuerdan a Barceló, el famoso bailarín que hacía de las suyas en la calle Sol, entre Narciso López y Jesús del Sol.
La barriada humilde, rica en tradiciones culturales, también era orgullosa de mantener las costumbres de la emigración franco haitiana y anglófona, que enriquecieron la cultura popular guantanamera.
Vista hace fe. Varias generaciones posteriores aún conservan las prácticas de la santería y el espiritismo, como parte del carácter espiritual de sus ancestros. Igual sucede con las costumbres alimenticias, la música, los bailes. En una época veraniega del año, no importa el calor que haga, se ensaya para el Carnaval. Es así como la comparsa La Loma del Chivo ganó el Gran Premio del desfile del Carnaval Guantánamo en 2019.
Los abuelos recuerdan el origen del barrio cubierto por malezas, donde pastaban numerosos chivos, con historias de la mística ceiba de los Arango, familia iniciática, que constituye una de las leyendas más arraigadas de la zona. Esta y otras revelaciones, están contempladas en el homenaje que se realizara a la comunidad, a través del libro La Loma del Chivo, una historia contada por su gente, de la investigadora Yaremi Estonel Lamoth y el artista de la plástica Oscar Nelson Álvarez, publicado por la editorial local, El Mar y la Montaña.
El trabajo en la comunidad requiere perseverancia y sobre todo compromiso de parte de las instituciones con los pobladores, dijo la doctora Adelaida Gómez Blanco, quien desde 2009 comenzó su proyecto de barrio: El Patio de Adela y se ha convertido en uno de los mayores colectivos difusores culturales desde la Loma del Chivo.

Adela, quien genéticamente está identificada con el changüí, fomenta entre los más jóvenes el conocimiento de esta música insigne. Por eso incorporó al arquitecto y compositor Pedro Caverdós, el creador del Caverchelo, un instrumento original formado por una caja acústica con elementos curvos, que conjuga las sonoridades del guayo, güiro, tambor mayor y marímbula.
También se rinde homenaje a la vida y obra Arturo Latamblet Veranes, el León del Bongó, nacido en una cuartería ubicada en Serafín Sánchez, entre Narciso López y Jesús del Sol, frente a la actual Casa del Changüí de la Loma del Chivo. Al igual que su hermano, El Tresero Mayor Chito Latamblé, la obra de Arturo es una reliquia del patrimonio inmaterial de Cuba.
Para asegurar el trabajo cultural, los organizadores impactan en los problemas sociales. “En principio hicimos un diagnóstico para detectar los problemas sociales de la zona, dimos prioridad a un grupo de dificultades y luego trazamos los objetivos de las acciones fundamentales”, describió Adela. Bautizado finalmente como Patio de Adela-Caverchelo.comb, definen su función en la salvaguarda de las expresiones y prácticas culturales y el trabajo social, para lo que cuentan con la asesoría del Centro de Intercambio y Referencia Iniciativa Comunitaria y de la filial territorial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Al proyecto se ha unido el historiador de la ciudad de Guantánamo, José Sánchez Guerra. El propósito es combatir la pérdida de la identidad y promover investigaciones sobre la comunidad, para lo cual crearon la primera Sección de Base comunitaria de Historia existente en la provincia. “Me anima que hemos transformado la imagen despectiva que se asume de esta parte de la urbe. Hay un impacto positivo en la comunidad porque sus habitantes nos lo agradecen”, afirmó Adela.
Los defensores de la cultura popular, celebran el natalicio del tresero Chito Latamblé Veranes, con la Jornada Changüicera, igualmente realizan la Ruta Cultural por el Barrio La Loma del Chivo, organizada por el Proyecto Sociocultural Patio de Adela. Hasta la casa donde residió el tresero guantanamero, desde la calle 6-Este, hasta el 12 y Prado, se expande la participación de varias agrupaciones musicales en la descarga “Yo soy el Changüí”.
En estas jornadas culturales, importantes exponentes musicales desarrollan talleres teóricos, como el de la Familia Vera, Popó y su Changüí, y Changüí del Guaso. Realizan descargas changüiceras en la Casa de la Trova “Benito Odio” e incluyen en la Noche Guantanamera, muestras personales de pintura, como el “Changüí de mi tierra”, de Omar Rojas.
La clausura de estos eventos culmina con un espectáculo musical como el realizado en 2019: “Mi changüí, Patrimonio Cultural”, que reunió a los conjuntos emblemáticos y otros participantes. Estuvieron presentes Estrella Campesina, Changüí Renacer, Suave Caribe, así como los miembros de las más de treinta peñas del municipio guantanamero.
Desde la temprana tarde, la conga moviliza a todos los bailadores, mientras recorre jubilosamente las calles de la comunidad San Justo.

En otros momentos, se expone el documental Nuestro Changüí, que ahonda en la representación y asimilación por parte del pueblo de ese singular género. Fue dirigido por los realizadores cubanos David Hernández y Enrique Alonso, que en el año 2020 conquistaron el premio a la mejor dirección, en el XVIII Festival de Música Independiente (IMAs) de Nueva York, Estados Unidos. La obra audiovisual de valor histórico y etnográfico, con guión escrito por los investigadores guantanameros Yaremi Estonel y José Cuenca Sosa, fue seleccionada entre propuestas de 118 países.
Este año 2025, se celebró el 80 aniversario del grupo Changüí Guantánamo, con un espectáculo en homenaje a los protagonistas de ese género musical cubano. Como siempre, fue una fiesta de celebración para toda la música tradicional que enaltece la cultura cubana.
Fotos: Lorenzo Crespo Silveira.
Autor: teleSUR – Rosa María Fernández
Publicado por: Jesús Gómez
Fuente de esta noticia: https://www.telesurtv.net/de-la-loma-del-chivo-te-cuento/
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