

En general las dirigencias políticas son corruptas y elitistas en sus decisiones. Esa enfermedad de la fórmula pragmática: el fin justifica los medios, o el poder sale de la boca del cañón, son frases que responden a una determinada época de la historia mundial. Sobre todo, en la historia del marxismo. Sin embargo, las frases no dicen realmente las verdaderas historias de las dirigencias (de izquierda y derecha), de hecho, muy poco se ha investigado sobre el papel de las dirigencias en el mundo. En Bolivia, pues ante tanta ausencia de investigaciones en nuestras universidades, este tema es el más ausente.
Sólo recorrer superficialmente sobre el papel de las dirigencias, desde el año 52, nos daría enormes sorpresas que no están en los libros de historia. En los libros de historia están las glorias, la sangre, las huelgas, las valentías colectivas de hombres y mujeres; pero no lo micro de las actitudes y objetivos de las dirigencias. Ahí, hay cosas demasiado humanas: corrupción, aprovechamiento de oportunidades para la familia, económicas y de todo, broncas personales que sólo destruyeron al propio movimiento proletario, sin decir lo más humano que es la secuencia de correr detrás de las faldas, aun todos los riesgos.
En los libros de historia no están los laberintos del exilio, que en varios casos también fueron escenarios de aprovechamiento individual para la familia, no para el movimiento en general. Las grandes mayorías siempre fueron excluidas de esos beneficios que al final eran para las cúpulas, no para las bases. En fin. Esa es la otra faceta de las dirigencias desde siempre en Bolivia. Con el Proceso de Cambio se confirman esas actitudes cupulares y oligárquicas de los de siempre.
En definitiva, como vemos, faltan trozos enormes de nuestra historia que no están investigadas y escritas. Son temas tabu y prohibidas desde arriba por las cúpulas, pues es mejor que estén siempre ocultas y en la clandestinidad de la impunidad. Aun se trate de grandes lideres, según las notas de la historia tradicional.
Ese paso ético de mostrar toda la realidad de la historia, sin trozos ocultos a propósito, es lo que falta y queda como capítulo de desafío para las nuevas generaciones. Porque muchas de las decisiones de esas cúpulas fueron trágicas. Condenaron a muerte a las bases, condenaron a los sacrificios más terribles a las bases, a los anónimos de la historia. Condenaron al país entero a retrocesos económicos y políticos, como los golpes de Estado, en donde la sangre de las bases se derramó pagando los errores de las cúpulas.
La verdad de las verdades no está escrita en nuestra historia, el de las luchas sociales. Sólo están las glorias y veleidades de las dirigencias cupulares, donde se les alaba por doquier de sus actos. Se les echa flores y agradecimientos, por sus supuestos hechos revolucionarios. Las horas cívicas desde siempre tienen el objetivo de encubrir, perfumar lo nauseabundo de la verdadera historia.
La verdad de las verdades, tiene todavía mucho que recorrer. La investigación científica de la historia está por verse. Aquello que tiene que ver con lo humano, con lo demasiado humano. La política en Bolivia tiene la costumbre de relatar sólo los acontecimientos superficiales, aquello que asombra en la prensa, que se vende como atractivo, de consumo novelesco.
Las nuevas generaciones tienen mucho por descubrir, en los verdaderos hechos de la historia, no en las suposiciones ni en las conjeturas de las dirigencias. Esas interpretaciones son para encubrir lo que realmente acontecía detrás de bastidores de la historia.
En realidad, el gran desafío en el mundo y Bolivia, es el rescate de la política en el sentido de servicio a los demás. Es decir, en la fórmula ética y política. El cómo hacerlo no tiene recetas ni discursos de ocasión. Los insumos tienen que llenarse con las nuevas generaciones. Con las visiones de las nuevas generaciones, porque el rotundo fracaso de nuestras generaciones de los años 80, 90 y 2000 es directamente proporcional a cómo está nuestro pobre país: pobre, miserable, desintitucionalizado y corrupto. Nada tenemos que decir a la historia. Sino sólo relatar el fracaso.
Los líderes tienen que ser, en el sentido de la revolución cubana, hombres nuevos. Casi tan limpios como santos, dispuestos al patriotismo más sublime y constructores de un país sin corrupción y justo. Lo que tuvimos son siempre repeticiones de lo mismo: corruptos, pedófilos, acosadores sexuales, impunes y antipatrióticos. Increíblemente votamos por esos especímenes y nada humanos. Monstruos políticos que nada tenían que ver con los sueños del país.
Sí, la política tiene que ser ética del servicio sino no es política. Aquellas fórmulas pragmáticas sólo nos han llevado a fracasos y sufrimiento de las bases. Destrucción de nuestras instituciones. Paso a los maleantes y rufianes politiqueros.
Sí, la política tiene que ser costumbre ética y moral. Eso es el servicio a los demás, sobre todo a las bases, sobre todo a los necesitados y marginados de la historia.
por: Max Murillo Mendoza
Publicado por: La Voz de Tarija
Fuente de esta noticia: https://lavozdetarija.com/2025/10/30/el-papel-de-las-dirigencias-politicas/
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