
Perder a una mascota duele más de lo que muchos admiten. Son familia, compañía, historias completas de amor y lealtad. Por eso, cuando llega el momento de despedirlas, lo mínimo que esperamos es respeto. Pero en Chetumal, México, más de 40 familias descubrieron que su último adiós fue una mentira: el crematorio donde llevaron a sus animales no los incineró, sino que los abandonó en un terreno baldío. Así nació el caso Xibalbá, el escándalo que hoy indigna al país y pone bajo la lupa a los servicios funerarios para mascotas.
¿Cómo comenzó el fraude en el crematorio de mascotas Xibalbá?
Todo parecía normal. La empresa “Xibalbá – Crematorio e Incineración” ofrecía paquetes entre 1,200 y 6,000 pesos que incluían cremación, urna, certificado de defunción y recuerdos personalizados. Prometían empatía, profesionalismo y entrega rápida: al día siguiente ya podías “recoger” las cenizas.

Pero hace unos días, vecinos de la colonia Barrio Bravo comenzaron a notar un olor insoportable que provenía de un lote baldío junto al crematorio. Pensaron lo peor: que se trataba de restos humanos. Cuando llegaron las autoridades, la verdad fue igual de perturbadora. Dentro de más de 40 bolsas negras hallaron cuerpos de perros, gatos y conejos en descomposición. Los mismos animales que sus dueños habían confiado a Xibalbá.
La traición que rompió corazones en Chetumal
Cuando la noticia se difundió, las familias abrieron sus urnas. Lo que encontraron fue tierra común y corriente. No cenizas. No rastros de sus mascotas. Solo una mentira cuidadosamente empaquetada. El impacto emocional fue devastador. Personas que pensaban haber cerrado un ciclo tuvieron que revivir el duelo desde cero, sabiendo que sus animales no recibieron el trato digno que merecían.

La Fiscalía de Quintana Roo confirmó más de 50 denuncias y abrió una carpeta por delitos contra el medio ambiente, la fauna y fraude. El presunto responsable, identificado como Alejandro Yah, se dio a la fuga. Este caso no solo expone una estafa: muestra el vacío legal que existe en México sobre regulación de crematorios y funerarias para animales, un sector en crecimiento donde la empatía no siempre va de la mano con la ética.
¿Por qué el caso Xibalbá importa más de lo que parece?
A primera vista, podría parecer “una historia local”. Pero el caso Xibalbá refleja algo mucho más grande: cómo la falta de supervisión ambiental y sanitaria puede derivar en fraudes que afectan tanto a las personas como al entorno. Los cuerpos encontrados en el baldío no solo simbolizan una traición emocional: también representan riesgos de contaminación y propagación de enfermedades, ya que los restos en descomposición liberan bacterias y gases peligrosos.

Además, la indignación ciudadana marca un punto de quiebre: el respeto hacia los animales ya no es opcional ni simbólico, es una exigencia social. En 2025, más del 70% de los hogares en México tiene al menos una mascota, según datos del INEGI. Lo que pasó en Chetumal golpea directamente la confianza en un servicio que se volvió parte del duelo moderno.
El futuro de la cremación de mascotas en México
Tras el escándalo, la gobernadora Mara Lezama anunció que se revisarán los permisos y regulaciones de crematorios en el estado, además de promover un registro público de empresas certificadas.
Este caso podría detonar una nueva ola de legislación para proteger tanto a los dueños como a los animales fallecidos, obligando a los servicios funerarios a operar bajo estándares ambientales y éticos claros.

En redes sociales, el hashtag #JusticiaParaEllos se viralizó en menos de 24 horas. Miles de usuarios compartieron historias de sus propias mascotas y pidieron cárcel para los responsables. La conversación se convirtió en algo más que una noticia: en una demanda colectiva por respeto, compasión y justicia animal.

El caso Xibalbá no solo revela un fraude: desnuda lo vulnerables que podemos ser cuando el dolor y la confianza se mezclan. Las mascotas son parte de nuestra historia, y merecen un final digno. Este escándalo debería servir como un llamado urgente a revisar, regular y humanizar los servicios que prometen cuidar de quienes ya no están. Porque si ni siquiera podemos garantizar respeto en el último adiós, ¿qué nos dice eso de nosotros como sociedad?
Carolina Gutiérrez Argüelles
Fuente de esta noticia: https://ecoosfera.com/medio-ambiente/natura/crematorio-chetumal-mascotas/
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