

Bolivia vive su momento económico más decisivo en cuatro décadas. El tipo de cambio fijo, antaño símbolo de estabilidad hoy es una trampa que agota las reservas y destruye la competitividad. Es reflejo de una quimera de desarrollo. Es el “buen vivir masista”, la pregunta es empero, quien vive bien ahora?. La economía se asoma al abismo: sin un ajuste ordenado —una subvaluación moderada y controlada— el país no evitará el colapso. La estabilización ya no es una opción técnica, sino una decisión de Estado.
Una economía en el límite
El tipo de cambio fijo de Bs 6,96 por dólar, que por años fue un ancla estable se ha convertido en una ficción. El mercado paralelo supera los Bs 13, exhibiendo una brecha superior al 100 %. No es un desequilibrio contable: es la prueba del agotamiento de un modelo que despilfarró mucho pero no produjo nada, alimentado por deuda, subsidios y precios coyunturalmente altos de materias primas. Bolivia llega a 2025 con reservas exhaustas, déficit estructural y un Estado obeso e ineficiente, una institucionalidad debilitada mientras más del 30 % de la población vive en pobreza y la juventud no tiene perspectivas. El nuevo gobierno hereda una economía hecha trizas: ajustar será doloroso, pero no hacerlo sería suicida. La solución exige realismo económico, disciplina fiscal y liderazgo político. No se trata de ideología, sino de supervivencia nacional. Veinte años de ideología envenenada fueron suficientes para establecer odios y mitos, pero no un desarrollo sostenible. Una devaluación ordenada y respaldada internacionalmente es la única vía para recuperar el control y evitar el colapso total.
Por qué una moneda subvaluada es necesaria
Una subvaluación controlada y moderada del boliviano, con un tipo de cambio de Bs 10,20 por dólar (±3 %), implicaría una devaluación nominal del 46,6 %, pero una subvaluación real entre 33 % y 40 %. Este ajuste no desatará hiperinflación: no crea un nuevo desequilibrio, corrige el existente, y se implementaría con respaldo financiero externo y disciplina fiscal. Una moneda moderadamente subvaluada restaurará la competitividad externa, atraerá divisas, y revitalizará el sector exportador. No empobrece: restituye la capacidad productiva del país. El rango 9,90–10,50 representa el punto de equilibrio técnico, económico y político. Mantener el 6,96 actual solo perpetúa la ficción de un “boliviano fuerte” que nadie cree.
El costo y el propósito del ajuste
Estabilizar el nuevo tipo de cambio requerirá 7.500 a 10.000 millones de dólares en los primeros 18 meses —el 16–22 % del PIB— para tres tareas urgentes: reconstituir reservas y dar liquidez al sistema financiero, garantizar importaciones esenciales (combustibles, medicinas, alimentos) y mantener la banda cambiaria Bs 9,90–10,50 para frenar la especulación. Los fondos provendrán de una coalición financiera internacional (FMI, BID, CAF, China, Unión Europea) mediante créditos, swaps y financiamiento verde. Ese paquete permitiría 12–18 meses de estabilidad, tiempo crucial para controlar la inflación, reconstruir confianza y reactivar la producción.
Condiciones para el éxito
El éxito del ajuste requiere cuatro ejes estratégicos: disciplina fiscal, inversión extranjera directa, fomento a las exportaciones y protección social.
- Disciplina fiscal: reasignar gasto, eliminar subsidios improductivos, reducir la masa salarial del Estado y priorizar inversión productiva. Un superávit primario de 1–2 % del PIB restablecerá credibilidad.
- Inversión extranjera: sin capital externo, no hay estabilidad. Se necesita reformar leyes de hidrocarburos y minería, crear zonas económicas especiales e incentivar seguridad jurídica. Meta: 2.000 millones USD anuales, equivalente al 4 % del PIB.
- Fomento a las exportaciones: un Plan Nacional Exportador debe diversificar producción, simplificar trámites y abrir mercados con Brasil, Perú, la UE, EE. UU. y Asia. Objetivo: que las exportaciones vuelvan a representar más del 30 % del PIB en dos años.
- Protección social: un paquete social focalizado (subsidios energéticos, Tarjeta Energía, empleo temporal) —con un costo del 1 % del PIB— amortiguará el impacto del ajuste. La comunicación será clave: la devaluación no es castigo, sino corrección estructural para recuperar crecimiento y empleo.
Inflación, riesgos y liderazgo
Una devaluación controlada no provocará alta inflación si se gestiona con adecuada liquidez externa, control monetario y oferta interna suficiente. Con inflación internacional del 6 % y doméstica inferior al 10 %, la subvaluación real se mantendría cerca del 40 %; si la inflación en Bolivia cae al 4 %, la ventaja competitiva alcanzará el 50 %, consolidando un ciclo exportador sostenible. Los riesgos —inflacionario, bancario, fiscal y político— pueden mitigarse con liderazgo y coordinación nacional: política monetaria prudente, liquidez en divisas, metas fiscales verificables y un pacto de Estado entre gobierno, regiones y sector privado.
Conclusión: estabilizar o colapsar
Bolivia ya no puede sostener una paridad ficticia ni la ilusión de desarrollo basada en despilfarro y estrangulamiento de emprendedores y del aparato productivo. Veinte años de distorsión ideológica dejaron un país si orientación, sin reservas, sin productividad, sin perspectiva y con millones de pobres. Es el cínico regalo del masismo a la sociedad boliviana. Una subvaluación moderada del boliviano (~40 %) es la única forma de reconstruir competitividad, estabilizar el mercado cambiario y restaurar la credibilidad del Estado. El costo de estabilizar —7.500 a 10.000 millones USD— será alto, pero el costo de no hacerlo sería devastador, suicida: inflación fuera de control, colapso financiero, colapso del sector productivo, y pérdida de confianza nacional e internacional. Devaluar con orden es salvar la economía, es darle al país perspectivas de desarrollo; resistirse es dispararse a las rodillas. Una moneda competitiva permitirá exportar más, atraer capital, conocimientos y tecnología, generar empleo formal y financiar un Estado responsable orientado hacia el ciudadano. La clave: hacerlo rápido, hacerlo bien y hacerlo con respaldo internacional. Bolivia ya no tiene margen para el engaño y la indecisión: Fracasar no es una opción. Estabilizar es un deber histórico y un acto de soberanía económica y dignidad social.
Publicado por: luis Camacho
Fuente de esta noticia: https://www.eldiario.net/portal/2025/10/29/bolivia-ante-el-desafio-de-estabilizar-su-moneda-la-subvaluacion-como-unica-via-hacia-la-estabilidad/
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