
En pleno 2025, un nuevo y sorprendente capítulo se suma a la historia de Chernóbil. Un grupo de perros con pelaje azul intenso fue descubierto cerca de la planta nuclear, generando desconcierto entre los voluntarios y científicos que desde hace años estudian a los animales de la zona. La organización Dogs of Chernobyl fue la primera en difundir las imágenes: “No eran azules la semana pasada”, advirtieron. ¿Qué está pasando en el lugar más radioactivo del planeta?

Perros azules en Chernóbil, la aparición que nadie esperaba
El hallazgo ocurrió el 13 de octubre de 2025, cuando los cuidadores detectaron a varios perros con el pelaje completamente azul en los alrededores de la planta nuclear y de la ciudad abandonada de Prípiat. Las imágenes, compartidas en redes sociales, se viralizaron en cuestión de horas. “No sabemos la razón y estamos intentando capturarlos para averiguar qué está ocurriendo”, explicaron desde la organización.

Los videos muestran a tres ejemplares moviéndose con normalidad, sin señales visibles de enfermedad ni alteraciones de comportamiento. Aun así, el fenómeno encendió las alarmas. En un entorno donde los niveles de radiación siguen siendo seis veces superiores al límite permitido para humanos, cualquier cambio en los animales genera preocupación.
Hipótesis: ¿química, radiación o mutación genética?
La primera sospecha apunta a un contacto con químicos industriales presentes en la zona. Los voluntarios creen que los perros podrían haberse revolcado o alimentado en un área contaminada por residuos de cobre, cobalto u otros metales que, al oxidarse, pueden teñir el pelaje de tonos azulados. “Lo más probable es que se estén metiendo en algo”, aclaró Darrin, líder del equipo de captura.

Sin embargo, otros investigadores no descartan que este fenómeno esté ligado a las mutaciones genéticas detectadas en estudios recientes. En 2024, un equipo de la Universidad de Columbia liderado por Norman J. Kleiman descubrió que los perros de Chernóbil desarrollaron más de 400 variaciones genéticas atípicas, muchas asociadas a la exposición prolongada a radiación y metales pesados. Aunque no se ha probado una conexión directa entre esas mutaciones y el color azul, los científicos reconocen que la adaptación biológica de estos animales sigue siendo un misterio.
Los descendientes del desastre: vida entre ruinas y radiación
Los llamados “perros de Chernóbil” son descendientes de las mascotas que los habitantes se vieron obligados a abandonar tras la explosión del reactor número 4, el 26 de abril de 1986. Sin intervención humana durante décadas, se convirtieron en una población semisalvaje que aprendió a sobrevivir entre edificios en ruinas, bosques contaminados y estaciones de control militar.
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Desde 2017, Dogs of Chernobyl, en colaboración con el fondo sin fines de lucro Clean Futures Fund, se encarga de alimentar, esterilizar y cuidar a más de 700 perros que habitan en la zona de exclusión de 47 kilómetros cuadrados. A pesar de vivir en condiciones extremas, los cuidadores aseguran que la mayoría se mantiene sorprendentemente saludable y sociable.
Ciencia y resiliencia: cuando la vida se niega a rendirse
El hallazgo de los perros azules no solo asombra por su rareza: pone a prueba todo lo que creíamos saber sobre la resistencia biológica. En un entorno donde la radiación debería ser sinónimo de muerte, la vida parece haber encontrado una forma de reorganizarse. Chernóbil se ha transformado, sin proponérselo, en un laboratorio viviente de evolución acelerada, donde cada planta, insecto y animal lleva las cicatrices (y los aprendizajes) del desastre.

Los científicos que trabajan en la zona lo describen como un ecosistema que aprendió a respirar veneno y convertirlo en supervivencia. Hay lobos que cazan entre ruinas, aves que anidan sobre estructuras contaminadas y ahora, perros que podrían estar desarrollando respuestas biológicas inéditas ante un ambiente extremo. Lo que alguna vez fue símbolo del fin del mundo, hoy funciona como una ventana hacia el futuro: la vida no solo sobrevive, sino que se reinventa.
¿Mutación o advertencia ambiental?
Mientras los voluntarios intentan capturar a los perros azules para realizar pruebas, la comunidad científica observa con cautela. Si el color resulta de contaminación química, podría ser una señal de que nuevos residuos tóxicos están emergiendo en el suelo o el agua de la zona, lo que implicaría riesgos para toda la fauna local. Si, por el contrario, se trata de una respuesta biológica, estaríamos ante una prueba más del impacto evolutivo de la radiación a largo plazo. En cualquier caso, el fenómeno sirve como recordatorio de que los efectos del desastre nuclear siguen activos, incluso cuando ya no se ven a simple vista.

Los perros azules de Chernóbil son más que una curiosidad viral: representan el diálogo constante entre la naturaleza y las consecuencias humanas. Su pelaje brillante refleja no solo un misterio científico, sino también una advertencia silenciosa sobre el costo ecológico de la radiación. En un mundo obsesionado con el futuro, Chernóbil sigue siendo un espejo que nos recuerda el precio del pasado. ¿Y si la naturaleza no solo sobrevive, sino que intenta hablarnos a través del color?
Carolina Gutiérrez Argüelles
Fuente de esta noticia: https://ecoosfera.com/medio-ambiente/natura/chernobil-perros-azules/
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