

Por : Carlos Fajardo- Columnista
El 13 de Agosto de 1999 Jaime Garzón madrugó, como era habitual en él, para presentarse en el
espacio que tenía, junto al Yamid Amat, en Radionet, esperaba llegar a sus 40 años el 23 de Octubre
de ese año, pero nunca llegó ni a Radionet ni a sus primeros cuarenta año, cerca a las instalaciones
de la emisora, mientras conducía por el sector de Quinta Paredes en Bogotá, fue abordado y
acribillado por sicarios enviados por el mismísimo Carlos Castaño, asesino en jefe de las nefastas
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Se convirtió, dolorosamente, en una más de las más de 250 mil víctimas de la purga que por ese
entonces perpetraba ese grupo paramilitar que pretendía refundar “La Patria”, lo que, como suele
suceder con la ultraderecha de la cual hacía parte y de la cual era su brazo armado (Uno más),
implicaba, como bien lo dice Abelardo de la Espriella, “destripar” a sus contradictores.
La noticia, como suele suceder con las pésimas noticias, voló rauda a los micrófonos que lo
esperaban y de ellos a los oídos de quienes, como todos los días, esperábamos disfrutar de su sátira
política.
Han pasado 26 años y dos meses de ese crimen, pero JAIME GARZÓN, muy a pesar de sus asesinos
y de los determinadores políticos de su crimen, sigue vivo, todavía nos hace reír con sus ocurrencias,
en un país donde, pese al paso de los años, la clase política que tanto criticaba no ha cambiado ni
sus métodos ni sus intenciones, lo cual mantiene la vigencia de su cómicamente doloroso mensaje.
Jaime nos hacía reír de nuestra mayor miseria, justamente esa clase política y empresarial que por
dos siglos se han aprovechado de la ingenuidad y credulidad de los ciudadanos y de los pocos
controles que el estado ejerce para proteger los derechos de los más vulnerables.
El asesinato de Jaime Garzón nos unió a muchos en el dolor y la indignación, nunca se supo con
certeza quienes fueron los autores intelectuales de su ejecución, quienes idearon en sus mentes
perversas, al calor de unos whiskies, su crimen.
La justicia, pese a las manipulaciones y los obstáculos, condenó al asesino serial CARLOS CASTAÑO
y a JOSE MIGUEL NARVÁEZ, subdirector del DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO DE SEGURIDAD,
ente dependiente directamente de la Presidencia de la República, por ese entonces a cargo del
indolente, corrupto e ineficaz ANDRES PASTRANA ARANGO y que años después se vio involucrado
en el escándalo de las interceptaciones ilegales a los teléfonos de los magistrados de la Corte
Suprema de Justicia, la que por ese entonces todavía era honorable.
Por fortuna el crimen de Jaime fue declarado en 2016 como crimen de lesa humanidad, lo cual hacía
ineficaces las argucias de los implicados, buscando, como es habitual en este país, la prescripción
del caso. Aunque, como ya lo escribí arriba, aún queda mucho por aclarar en este crimen. Se sabe
que hubo mandos militares implicados que aún caminan libres e impertérritos, absolutamente
impunes.
No se sabe hasta qué punto pudo estar implicado el presidente de la época. JOSE MIGUEL
NARVAEZ fue condenado en agosto de 2019 a 26 años de prisión (Previamente había sido
condenado por su participación en las chuzadas a magistrados de la Corte Suprema de Justicia, pero
gracias al vencimiento de términos esa condena se cayó; en 2016 fue condenado a ocho años
“ordenar seguimientos ilegales a periodistas, políticos, líderes sociales y activistas de derechos
humanos” y recientemente volvió a ser condenado a 28 años por su participación en el secuestro
de PIEDAD CORDOBA) Jaime fue, aparte de un gran humorista, un hombre certero y preciso en su crítica, valiente y
temerario al enfrentarse al sucio poder, también un interlocutor y gestor para la libertad de las
víctimas del secuestro.
Ese gesto pudo también haber estado en la base de las razones que llevaron
a su crimen. Como suele suceder con quienes se enfrentan al poder de la caverna, Jaime fue acusado
de complicidad con la guerrilla, fue atacado por la prensa y la dirigencia política de ultraderecha del
país para crear un consenso de culpabilidad y señalamiento en su contra.
Esa degradación moral fue la ruta que llevó a su ajusticiamiento, tal como suele suceder con muchos
líderes de opinión que se vuelven incómodos para el régimen en esta pseudodemocracia asesina
nuestra.
En fin, ha pasado un año más sin la presencia física del gran Jaime Garzón, ese mismo que aseguraba
que soñaba con no morir para la historia y a quien los nefastos paramilitares, inspirados en las
Convivir de Uribe, a las que nos pretende regresar FICO Gutiérrez, asesinaron un día como hoy.
Creyeron que lo callarían, pero hoy más que nunca Jaime se niega a resignarse al silencio, así como
muchos colombianos no nos resignamos a la violencia, la inequidad, la injusticia, la corrupción y la
impunidad.
Dolió y nos sigue doliendo su muerte, pero más nos dolería su silencio o que hubieran logrado
matarlo para la historia.
Personas como Jaime, la aparición de seres como él, son la cabal demostración de que este pueblo,
esta nación, tienen futuro y se merecen no morir, así como él lo logró, para la historia.
Gracias Jaime por el privilegio de haber coexistido en este país con alguien como tú, con el tiempo
Colombia olvidará a los asesinos y determinadores de tu muerte. Difícilmente podríamos decir lo
mismo de ti.
https://facebook.com/share/v/1BAHeBovqi/?mibextid=wwXIf
