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El presidente de Colombia, Gustavo Petro, volvió a desafiar las narrativas globales sobre la política antidrogas. En una reflexión difundida a través de sus redes sociales, citó a la pensadora Sony Thāng y subrayó que sus tesis coinciden con las que Colombia ha intentado exponer al mundo: la necesidad de repensar el paradigma que durante medio siglo ha sostenido una guerra costosa, sangrienta y científicamente infundada.
Petro recordó que Colombia, primer productor mundial de cocaína, ha sido víctima de una prohibición carente de base científica y de una política internacional que convirtió la violencia en sistema. Bajo esa sombra, el país sufrió huracanes de dinero fácil, corrupción y muerte; sus instituciones se resquebrajaron, y una parte de la sociedad fue arrastrada por una economía ilícita que distorsionó incluso su cultura política. “La nación que soñó con una revolución social terminó atrapada en el mercado de la cocaína”, reflexionó.
El mandatario trazó un paralelismo histórico: las guerrillas comunistas que alguna vez representaron una causa insurgente acabaron convertidas en ejércitos del narcotráfico, mientras el fascismo halló su entrada disfrazado de orden y autoridad. El dinero del narcotráfico, señaló, se transformó en el motor de una democracia aparente, capaz de comprar votos, influir en gobiernos e imponer genocidas en el poder.
Petro recordó que en su estudio de los procesos del sudeste asiático -especialmente en Birmania e Indonesia- encontró inquietantes similitudes con la historia colombiana. “En Indonesia, el genocidio político sirvió como experimento de control auspiciado por potencias extranjeras. En Colombia, ese modelo se replicó: una alianza de cocaína, paramilitarismo y Estado acabó con miles de vidas y convirtió la mafia en un verdadero aparato ideológico y militar”, señaló.
En su reflexión, Petro lamentó que Colombia, pese a tener una de las constituciones más avanzadas del mundo, siga siendo una democracia herida. “El poder real- el que mata para extraer la última gota del trabajo del pueblo, sigue intacto”, afirmó.
El presidente también apuntó directamente hacia Washington. Según él, la “guerra contra las drogas” ha sido un proyecto geopolítico, no un error. “La cocaína se convirtió en la excusa perfecta para sostener una abultada burocracia federal y mantener el control militar sobre América Latina”, escribió. Más que una estrategia de salud o justicia, dijo, ha funcionado como un mecanismo de subordinación regional.
Petro denunció que esta política, que ya ha dejado más de un millón de muertos en América Latina, se combina con intereses energéticos y económicos. “Cuando la administración Trump mezcla la lucha antidrogas con la búsqueda del petróleo venezolano, fracasan ambas: fracasa la guerra porque nunca debió ser militar, y fracasa el petróleo porque si seguimos por esa senda codiciosa, se acaba la vida”, sentenció.
El mandatario concluyó que, al igual que Sony Thāng, propone una mirada distinta: una política centrada en la salud pública, la regulación inteligente y la dignidad de los pueblos. La cocaína, dijo, no es el enemigo; el enemigo es el sistema que necesita la guerra para sostener su poder.
carloscastaneda@prensamercosur.org
