

La atmósfera del planeta registra ya la mayor presencia de dióxido de carbono desde que hay mediciones modernas: la media ha alcanzado 423,9 ppm, según el último boletín de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Este hito llega acompañado del mayor salto interanual observado desde 1957, un incremento de 3,5 ppm entre 2023 y 2024.
Lejos de tratarse de un dato aislado, los expertos de la OMM advierten de un círculo vicioso climático: seguimos emitiendo CO2, los sumideros naturales absorben menos y el calentamiento se intensifica. El informe se difunde a pocas semanas de la COP30 en Belém (Brasil), una cita en la que los gobiernos están llamados a tomar medidas más ambiciosas.
Un salto sin precedentes en las mediciones

Los datos del boletín muestran que el ritmo de aumento del CO2 se ha triplicado desde la década de 1960: de 0,8 ppm al año entonces a 2,4 ppm de media entre 2011 y 2020. Del 2023 al 2024 el salto fue aún mayor, 3,5 ppm, el más alto desde el inicio de las mediciones continuas en 1957. Para contextualizar, cuando la OMM publicó el primer boletín en 2004, la media anual era de 377,1 ppm; hoy roza 424 ppm y queda muy por encima del umbral de referencia de 350 ppm.
Conviene distinguir conceptos: emisiones son los gases liberados por nuestras actividades, mientras que concentración es lo que permanece en la atmósfera tras la absorción por océanos y ecosistemas terrestres. Aproximadamente la mitad del CO2 emitido cada año queda en el aire y el resto lo capturan estos sumideros, un almacenamiento que no es permanente y cuya eficacia está bajo presión.
“El calor atrapado por los gases de efecto invernadero intensifica los fenómenos extremos”, resume la OMM en el boletín. En palabras de su secretaria general adjunta, Ko Barrett, reducir emisiones no es solo cuestión climática: es clave para la seguridad económica y el bienestar de las comunidades.
La magnitud del nivel actual no tiene precedentes en nuestra historia reciente. Estimaciones paleoclimáticas indican que cantidades similares de CO2 no se veían desde hace unos tres millones de años, cuando el planeta era bastante más cálido y el nivel del mar se situaba varios metros por encima del actual.
Sumideros de carbono debilitados y el factor El Niño

Los océanos absorben menos CO2 a medida que el agua se calienta, porque disminuye la solubilidad del gas. En tierra, la sequía y el estrés térmico reducen la capacidad de bosques y suelos para fijar carbono. En 2024, un episodio intenso de El Niño secó la vegetación y favoreció grandes incendios en regiones como la Amazonia y el sur de África, factores que amplificaron el aumento de las concentraciones.
El resultado es un efecto de retroalimentación: más calor implica menor absorción natural y, por tanto, más CO2 acumulado en la atmósfera. La OMM atribuye el repunte récord de 2024 a la combinación de emisiones continuadas, incendios forestales y a la caída de la capacidad de los sumideros oceánicos y terrestres en el año que fue, además, el más cálido del que se tiene registro instrumental.
La científica Oksana Tarasova, responsable del boletín, advierte de que la pérdida de eficacia de los sumideros puede dejar una fracción aún mayor del CO2 en el aire y acelerar el calentamiento. De ahí la importancia del monitoreo sostenido y reforzado de estos gases, una tarea en la que la red de Vigilancia de la Atmósfera Global de la OMM juega un papel central.
Este contexto explica por qué, incluso si mañana las emisiones se redujeran drásticamente, parte del calentamiento seguiría manifestándose durante siglos: el CO2 permanece mucho tiempo en la atmósfera y su “cola” climática es larga.
Metano y óxido nitroso: el resto del cóctel

El CO2 comparte protagonismo con otros gases de efecto invernadero de larga duración. El metano (CH4) alcanzó una media de 1.942 ppb en 2024, alrededor de un 166% por encima de los niveles preindustriales. Aproximadamente el 40% procede de fuentes naturales (humedales) y el 60% de actividades humanas como la ganadería, el cultivo de arroz, la explotación de combustibles fósiles, los vertederos o la quema de biomasa.
El óxido nitroso (N2O) llegó a 338,0 ppb, cerca de un 25% por encima del nivel preindustrial. Este gas se origina tanto en procesos naturales como en el uso de fertilizantes, la quema de biomasa y distintas actividades industriales. Aunque presentes en menor cantidad que el CO2, su poder de calentamiento y sus tendencias al alza refuerzan el panorama de un calentamiento prolongado.
Hechos destacados del boletín: 423,9 ppm de CO2 en 2024; salto anual de 3,5 ppm; tasas de crecimiento del CO2 triplicadas desde los años sesenta; metano en 1.942 ppb y N2O en 338,0 ppb; y una menor eficacia de los sumideros agravada por condiciones extremas y por El Niño.
Todo apunta a que el margen de maniobra se estrecha, pero no está cerrado: acelerar la reducción de emisiones, reforzar la protección de sumideros y mantener una vigilancia atmosférica robusta son pasos ineludibles. Con la COP30 a la vuelta de la esquina, los datos dejan poco espacio para la duda y mucho para la acción coordinada.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/la-concentracion-de-co2-en-la-atmosfera-marca-un-nuevo-maximo/
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