

El desarrollo del pensamiento computacional, que tiene una conexión intrínseca con la informática, permite a los estudiantes adquirir destrezas para la resolución de problemas de manera eficiente. Para este propósito, el popular videojuego “Minecraft” se ha convertido en un gran aliado.
Cada generación suele estar marcada por un evento de gran trascendencia o, en todo caso, por alguna moda que adquiere protagonismo y aceptación entre el público. En el caso de los videojuegos, podríamos citar como grandes protagonistas a “Super Mario Bros” y “Tetris” a finales de los 80, “Doom” a inicios de los 90 y “World of Warcraft” a inicios de los 2000.
La diversificación de las consolas y soportes para videojuegos, sumada al cada vez mayor perfeccionamiento y nivel de detalle en el producto final, dieron a la “nueva camada” de gamers -en su mayoría niños y jóvenes- una oferta que supera ampliamente a la existente décadas atrás.
En este apartado se debe mencionar obligadamente a “Minecraft”, un videojuego que redefinió el juego colaborativo en línea, convirtiéndose en uno de los más vendidos de la historia. Con su característico mundo de bloques y animaciones al estilo 3D, ha logrado sumar más de 350 millones de copias comercializadas en todas las plataformas, que incluyen PC, Xbox, PlayStation y Nintendo Switch.
¿Qué relación podría tener un juego de este tipo con el desarrollo de habilidades en los estudiantes? Aunque pueda sonar contradictorio, la realidad es más de lo que uno podría pensar.
Existe una rama conocida como “pensamiento computacional”, que consiste en el proceso de resolución de problemas basado en principios de la informática, como la lógica. En esencia, consiste en “descomponer” un problema grande y complejo en partes más pequeñas y manejables, lo cual facilita el análisis y la resolución de cada componente de manera individual.
En las aulas, Minecraft Education es utilizado como una herramienta educativa, sobre todo con estudiantes de carreras afines a la computación. Desde su experiencia, la Mag. Ángeles Núñez, docente del Bachillerato Técnico en Informática (BTI) del Colegio Nacional “Pablo Patricio Bogarín” de Ñemby, destaca la eficacia de esta plataforma, que empezó a implementar en sus clases desde este año.

“Ellos tenían el reto de crear una misión jesuítica, a mis alumnos les tocó la Misión Jesuítica de Trinidad. Tenían que programar algunas cosas que debía tener la misión, los NPC (jugadores no jugables), agregar cosas interactivas, realizar videos, insertar enlaces, entre otras cosas”, explicó a HOY.
Con este trabajo, los estudiantes secundarios se vieron desafiados a desarrollar habilidades conectadas con el pensamiento computacional, afianzando su capacidad de trabajo en equipo y, a su vez, la resolución de conflictos y problemas de manera asertiva.
Otras instituciones educativas donde desarrollan programas curriculares sobre informática y robótica también aplican Minecraft Education, teniendo en cuenta el enorme potencial que posee el uso de esta edición del videojuego para mejorar las capacidades de los alumnos, logrando entretenerse mientras aprenden.
“Cuando hablamos de pensamiento computacional, hablamos de un enfoque que nos enseña a resolver problemas. En informática es fundamental porque nosotros descomponemos los datos y luego los analizamos para llegar a un resultado”, explicó la maestra, quien posee una Maestria en Tecnología Educativa internacional.
La identificación precisa de un problema es uno de los aspectos esenciales cuando se trabaja para fomentar el pensamiento computacional, indicó, ya que se trabaja con los estudiantes para desmenuzar cada punto y luego buscar una resolución final.
Por ejemplo, si un jugador que quiere construir una granja automática en Minecraft, primero debe desglosar el problema en tareas más pequeñas y manejables. Esto podría incluir la creación de un sistema de recolección, un mecanismo de plantación y un sistema de almacenamiento.

Trasladando esto a la vida real, la habilidad de dividir grandes proyectos en pasos más pequeños puede ser crucial a la hora de planificar tareas complejas del día a día, como la organización de un evento o un proyecto escolar.
Justamente, uno de los beneficios del pensamiento computacional es el desarrollo de habilidades para resolver problemas, no solo matemáticos o algorítmicos, sino también “para la vida”, sostuvo Núñez, además de fomentar la creatividad, ya que se trabaja continuamente en las estrategias de resolución, con una o varias soluciones para tener un mismo resultado.
Otra habilidad que se desarrolla es el reconocimiento de patrones, lo cual implica identificar similitudes, tendencias o características recurrentes dentro de un problema. En el videojuego, los jugadores identifican patrones al trabajar con materiales, por ejemplo, al aprender qué combinaciones de crafteo producen diferentes objetos o analizar si la misma secuencia de bloques se puede usar para construir varias casas idénticas.
En Minecraft, un jugador puede usar lo que se conoce como “redstone” (mineral que se puede minar para obtener un polvo rojo) para crear circuitos lógicos que automatizan tareas. Para ello, debe diseñar una secuencia de pasos para que el sistema funcione, como abrir una puerta automáticamente o activar un dispensador. De esta manera, el participante diseña un algoritmo para que el juego ejecute una acción compleja.
“Ellos buscan la mejor forma de resolver ejercicios mediante programación. Cuando hablamos de pensamiento computacional, no solo hablamos de saber programar, sino también pueden aprender varias cosas. En clase, usamos la metodología basada en retos, le damos un proyecto y tratan de ejecutarlo, buscando la mejor solución, generalmente en equipo”, manifestó Núñez.
Donde muchos ven un simple videojuego, otros aprovechan para crear y educar, transformando las mentes de numerosos estudiantes a través de la tecnología y la innovación.
ultimahora.com
