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En un nuevo capítulo de tensión en la ya frágil relación entre Bogotá y Tel Aviv, el presidente Gustavo Petro anunció la terminación inmediata del Tratado de Libre Comercio con Israel y la expulsión de la delegación diplomática israelí acreditada en Colombia. El mandatario aseguró que la medida responde a principios éticos y humanitarios y no a un gesto de represalia, aunque llega en medio de la crisis generada por la detención de las activistas colombianas Luna Barreto y Manuela Bedoya, apresadas mientras participaban en la flotilla con rumbo a Gaza.
“Con Israel deja de haber TLC”, declaró Petro durante una sesión de gabinete, al tiempo que instruyó el retiro inmediato de los representantes diplomáticos israelíes en Bogotá. La decisión marca un giro abrupto en la política exterior colombiana y se produce apenas un año después de que el gobierno ya hubiese roto relaciones diplomáticas con Israel, un anuncio realizado el 1 de mayo de 2024 que entonces no incluyó la suspensión del tratado comercial ni medidas de este calibre.
El acuerdo, que había sido concebido como una vía para dinamizar el comercio bilateral, en especial en sectores como el carbón y otros productos estratégicos, queda ahora en entredicho. Su ruptura abre un abanico de consecuencias económicas, jurídicas y políticas que podrían escalar la confrontación con Tel Aviv y derivar en respuestas tanto en el plano diplomático como en foros internacionales.
El anuncio estuvo acompañado de la confirmación de que Colombia también revisará otros tratados, incluido el que mantiene con Estados Unidos, con el fin de introducir cláusulas más estrictas en materia ambiental y arancelaria. En ese sentido, el gobierno busca proyectar una política exterior que priorice la defensa de los derechos humanos y la sostenibilidad, principios que Petro ha convertido en eje de su narrativa internacional.
La expulsión de los diplomáticos israelíes y el fin del TLC representan así un movimiento sin precedentes que redefine la relación bilateral y proyecta a Colombia como un actor dispuesto a asumir costos económicos y diplomáticos en nombre de sus convicciones éticas. El desenlace de esta decisión podría no solo alterar el mapa de sus alianzas comerciales, sino también reconfigurar su posición en el escenario internacional.
carloscastaneda@prensamercosur.org
