

El turismo, conocido como «la industria sin chimeneas», juega un papel fundamental en el desarrollo económico y cultural de las comunidades. En el marco del Día Mundial del Turismo, la región de Itapúa, Paraguay, fue escenario de una iniciativa educativa que busca conectar a las nuevas generaciones con su historia y patrimonio. Bajo el lema «Trinidad Vive, un recorrido por nuestra historia», estudiantes locales participaron de una experiencia enriquecedora que combinó aprendizaje, conservación y disfrute sostenible.
Organizado por funcionarios de las Misiones Jesuíticas, este proyecto educativo tuvo como objetivo principal acercar a los niños y jóvenes a las instituciones más representativas de su comunidad, así como a uno de los patrimonios culturales más destacados de la región: la Misión Jesuítica de la Santísima Trinidad del Paraná. Este sitio, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, es un testimonio vivo del legado jesuítico y guaraní que marcó profundamente la historia de Paraguay.
Durante el recorrido, los estudiantes no solo tuvieron la oportunidad de explorar las ruinas de la misión, sino también de participar en actividades diseñadas para fomentar la conexión con la naturaleza y la cultura local. Una de las experiencias más destacadas fue la observación de aves en el entorno natural que rodea el lugar, una actividad que no solo sensibiliza sobre la importancia de la biodiversidad, sino que también refuerza el vínculo entre los participantes y su entorno.
Otro punto clave del circuito fue la visita a la ex cantera Ita Cajón, un sitio histórico utilizado por jesuitas y guaraníes para la extracción de materiales destinados a la construcción de las misiones. Este espacio, cargado de simbolismo, permitió a los estudiantes comprender cómo las comunidades indígenas colaboraron con los religiosos en la creación de estas estructuras que hoy son símbolo de identidad cultural.
A través de esta experiencia, se busca no solo transmitir conocimientos históricos, sino también fomentar el respeto y la valoración del patrimonio tangible e intangible que forma parte de la identidad local. La cantera Ita Cajón se convierte así en un puente entre generaciones, conectando el pasado con el presente y proyectando un futuro donde la conservación sea prioridad.
Las actividades organizadas en torno al Día Mundial del Turismo no solo celebraron la riqueza cultural y natural de Itapúa, sino que también destacaron el impacto positivo del turismo en diversos sectores económicos. Desde el comercio local hasta el empleo en servicios turísticos, esta industria representa una oportunidad para mejorar la calidad de vida de las comunidades involucradas.
Además, iniciativas como «Trinidad Vive» tienen un componente educativo que empodera a los niños y jóvenes, preparándolos para convertirse en embajadores de su patrimonio. Al conocer y valorar los espacios históricos y naturales que los rodean, estos pequeños turistas desarrollan un sentido de responsabilidad hacia su conservación y promoción.

En un contexto global donde el turismo sostenible se posiciona como una necesidad imperante, actividades como las realizadas en Itapúa son ejemplos concretos de cómo combinar educación, cultura y naturaleza para generar un impacto positivo. La difusión de la historia local y el disfrute responsable del patrimonio son pilares esenciales para garantizar que las generaciones futuras también puedan beneficiarse de estos recursos.
Además, estas iniciativas refuerzan la importancia de trabajar en conjunto con las comunidades locales, quienes son las principales guardianas de estos tesoros culturales y naturales. El turismo responsable no solo implica visitar lugares emblemáticos, sino también respetar y valorar a quienes los mantienen vivos.
La celebración del Día Mundial del Turismo en los pueblos jesuíticos guaraníes fue mucho más que una festividad; fue una oportunidad para reflexionar sobre la importancia del turismo como herramienta para el desarrollo sostenible y la conservación del patrimonio. A través del proyecto «Trinidad Vive», se logró conectar a los estudiantes con su historia y entorno natural, empoderándolos como agentes de cambio en su comunidad.
Este tipo de iniciativas nos recuerda que el turismo no solo es una fuente de ingresos económicos, sino también una vía para fortalecer identidades culturales, promover valores ambientales y construir puentes entre generaciones. En Itapúa, el Día Mundial del Turismo no solo se celebró; se vivió como una experiencia transformadora que dejó huellas imborrables en quienes participaron.
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