

Imagen Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenibilidad
En la apertura de la Semana de la Biodiversidad en Cali, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible (e), Irene Vélez Torres, lanzó un llamado contundente a repensar el modelo económico del Valle del Cauca. Con un discurso que unió la defensa del territorio y la equidad social, la funcionaria advirtió que la región no puede seguir dependiendo del monocultivo de caña de azúcar, una práctica que durante décadas ha deteriorado los suelos, agotado el agua y marginado a las comunidades campesinas.
“Este valle tiene que cambiar. Esta es la oportunidad perfecta para que nos soñemos otro valle posible, que vaya más allá del monocultivo de la caña de azúcar que tanto daño les ha hecho a los suelos, al agua y a las comunidades que han quedado marginadas”, expresó Vélez, al tiempo que recordó que la biodiversidad no puede seguir viéndose como un adorno que se celebra en cifras de especies o caudales hídricos, mientras se ignoran las injusticias históricas que impiden a muchos acceder a los recursos básicos.
La ministra puso el foco en la inequidad como la raíz de la violencia que marca a Cali y a buena parte del departamento. “Negar la inequidad es como negar la ciencia. Aquí durante décadas nos han dicho que el Gini de desigualdad de acceso a la tierra y al agua es un factor estructural de la violencia”, afirmó, recordando que, aunque la caña de azúcar monopoliza fuentes subterráneas, apenas la mitad del territorio rural cuenta con alcantarillado y miles de familias consumen agua sin tratamiento.
Vélez no ocultó su crítica a la expansión cañera, a la que calificó como un “desastre ecológico y social”. Subrayó que, en más de setenta años de monocultivo, se han contaminado ríos y acuíferos, se ha fumigado con glifosato en el 70% de los cultivos y se ha perpetuado la concentración de la tierra en pocas manos. Para ella, la paz en la región depende de romper con esa inequidad estructural: democratizar la propiedad, redistribuir el agua, diversificar la producción y abrir paso a un modelo de justicia hídrica y climática.

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Como alternativa, propuso una transición productiva basada en tres caminos: el impulso de la bioeconomía y de los negocios verdes que aprovechen de manera sostenible la riqueza natural del Valle del Cauca; el desarrollo del turismo de naturaleza y del turismo comunitario como opciones que generen empleo digno; y la diversificación agrícola con cultivos de café y frutales que fortalezcan la seguridad alimentaria y reduzcan la dependencia de la caña.
La Semana de la Biodiversidad, organizada como legado de la COP16 celebrada el año pasado en Cali, fue presentada por la ministra como un espacio para que el debate ambiental no quede en declaraciones, sino que convoque a las comunidades históricamente afectadas por el modelo agrícola dominante: aquellas que han sido fumigadas, desplazadas a las laderas y privadas del agua durante generaciones. “No se trata solo de reconocer la riqueza natural de Colombia, sino de escuchar a quienes han cargado con los costos de un desarrollo desigual”, sentenció.
Con un mensaje claro y directo, Vélez instó a imaginar un nuevo horizonte para el Valle del Cauca, uno que reemplace la inequidad con justicia ambiental y que transforme la biodiversidad en la base de una economía más democrática, sostenible y solidaria.
carloscastaneda@prensamercosur.org
