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El ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, expresó un firme respaldo al presidente Gustavo Petro, subrayando la importancia de mantener viva la utopía como motor de esperanza y de transformación política. Con una convicción que trasciende coyunturas, recordó que sin la fuerza de la utopía no habría sueños y, sin sueños, el ser humano jamás podría alcanzar las estrellas. En esa línea evocó las palabras de José Saramago, quien afirmaba que, además de la conversación de las mujeres, son los sueños los que sostienen al mundo en su órbita.
Montealegre situó su reflexión en un marco histórico y cultural más amplio, describiendo a Occidente como el resultado del encuentro entre Atenas y Jerusalén: la razón y la fe, la filosofía y la espiritualidad, conviviendo en tensión permanente. Para ilustrarlo, recurrió a uno de los pasajes más poderosos de la Biblia, donde el joven pastor David derrota al gigante Goliat con el sencillo impulso de una honda. Ese gesto, explicó, no es solo la victoria de lo débil sobre lo fuerte, sino la prueba de que la palabra y la razón pueden convertirse en armas capaces de inclinar la historia.
En este sentido, Montealegre trazó un paralelismo entre aquel símbolo milenario y la figura del presidente Petro, cuya voz, dijo, representa hoy una honda de resistencia, cargada de dignidad y de razón frente a fuerzas que parecen invencibles. Para el ministro, ese liderazgo no se encuentra aislado ni en solitario, sino acompañado por el clamor de pueblos que, en distintas latitudes, rechazan la violencia, la injusticia y la opresión.
El respaldo se hizo aún más explícito al aludir a la tragedia palestina. Montealegre recordó que las comunidades del mundo que se oponen al genocidio acompañan también la causa de Petro, encontrando en sus palabras un eco de solidaridad y justicia. Así, su mensaje no se limitó al escenario colombiano, sino que proyectó al presidente como una figura que conecta con luchas universales y con la esperanza de millones.
Con un tono que entrelazó filosofía, literatura y política, Montealegre concluyó su mensaje reivindicando la utopía como horizonte indispensable. Porque sin ella, subrayó, la historia perdería su impulso vital y el mundo quedaría condenado a girar sin rumbo.
carloscastaneda@prensamercosur.org
