

Imagen cancillería de Colombia
En un gesto que trasciende lo individual y se inscribe en la memoria política de nuestra nación, la ministra de Relaciones Exteriores ha presentado la renuncia irrevocable al visado otorgado por los Estados Unidos, como acto de coherencia política y de rechazo categórico a la decisión unilateral del gobierno de ese país de revocar el visado del Presidente de la República de Colombia. Esta determinación, lejos de constituir un trámite personal, representa un pronunciamiento firme en defensa de la soberanía nacional y de la dignidad de un pueblo que no admite condiciones impuestas desde el exterior.
Con la medida adoptada por Washington, se vulneran los principios fundamentales de las relaciones diplomáticas internacionales, se desconoce la igualdad soberana de los Estados y se atropella la inmunidad que resguarda a los jefes de Estado en el ejercicio de sus funciones. Estados Unidos, al erigirse en juez y parte de su propia arbitrariedad, confirma la pretensión de condicionar la voz de Colombia en los espacios internacionales, proyectando un mensaje de dominación incompatible con el respeto mutuo que sustenta el orden internacional.
Colombia no acepta ni aceptará que una potencia extranjera disponga quién puede o no representar al país en instancias multilaterales. La voz de nuestra nación no está sujeta a autorizaciones, ni se negocia bajo presiones políticas o administrativas. La dignidad de Colombia, como la de cualquier Estado libre y soberano, no puede ser puesta en entredicho por medidas que buscan limitar la expresión legítima de su gobierno.

La ministra ha dejado constancia de que cada una de sus decisiones estuvo orientada por la lealtad absoluta a la patria, y reafirma que Colombia continuará su camino independiente, ejerciendo con autonomía plena el derecho a pronunciarse en los foros internacionales, allí donde lo considere justo y necesario. La soberanía nacional se defiende con hechos, y este acto constituye una prueba de que la dignidad del país está por encima de cualquier interés personal o circunstancia pasajera.
El mensaje es claro y categórico: ni visados diplomáticos que pretendan silenciar opiniones, ni presiones externas disfrazadas de decisiones administrativas podrán limitar el rumbo de Colombia en la comunidad internacional. La nación seguirá erguida, con la certeza de que su dignidad no se negocia y que su voz, firme y autónoma, continuará resonando con la legitimidad que solo confiere la soberanía.
carloscastaneda@prensamefcosur.org
