

La frase “cuando sabes que ahí no es, pero igual te quedas” describe esas situaciones de vida —relaciones, trabajos, amistades o entornos— donde, en el fondo, existe la certeza de que no hay plenitud, bienestar ni crecimiento. Aun así, por miedo, costumbre o dependencia, se permanece en ese lugar. Es un estado de contradicción interna: la mente reconoce la insatisfacción, pero la acción no logra materializar la salida.
Causas.
- Miedo a la soledad o al cambio: muchas personas prefieren el mal conocido que la incertidumbre. Del famoso dicho “mejor malo conocido, que bueno por conocer.”
- Dependencia emocional o económica: se cree que no se puede vivir sin el otro o sin ese entorno.
- Baja autoestima: la idea de no merecer algo mejor lleva a conformarse con lo poco.
- Idealización del pasado: se vive esperando que las cosas vuelvan a ser como antes.
- Presión social y cultural: el “qué dirán” puede atar a escenarios que ya no corresponden al propio bienestar.
Características.
- Sensación constante de incomodidad y descontento.
- Justificaciones frecuentes (“todo tiene sus cosas malas”, “ya cambiará”).
- Pérdida progresiva de motivación y entusiasmo.
- Desgaste emocional, físico y mental.
- Doble discurso: lo que se siente no coincide con lo que se hace.
Medidas de afrontamiento.
- Reconocer y aceptar la verdad interna: ser honesto contigo mismo es el primer paso.
- Trabajar la autoestima: recordar que mereces paz, amor y plenitud.
- Establecer límites claros: diferenciar entre lo que aceptas y lo que ya no toleras.
- Buscar apoyo: terapia, amigos de confianza o grupos de crecimiento personal pueden ayudar a sostener el proceso de cambio.
- Planificar la salida: no siempre es posible dejar todo de inmediato, pero se pueden dar pasos pequeños y consistentes hacia un nuevo camino.
- Confiar en la incertidumbre: el vacío inicial de dejar atrás lo que no corresponde se transforma en espacio para lo nuevo.
Quedarse en un lugar donde sabes que “ahí no es” es como vivir con los zapatos equivocados: pueden sostenerte por un tiempo, pero tarde o temprano te lastimarán los pies y el alma. Permanecer en sitios que no nutren, no respetan y no hacen crecer, no es lealtad ni amor: es auto abandono.
La vida siempre invita a elegir con valentía. Irse no es fracaso; es un acto de amor propio y de fe en que algo mejor espera más adelante. Soltar no es perder: es abrir espacio para la paz, la autenticidad y los vínculos que verdaderamente suman.
A veces el mayor acto de coraje no es resistir, sino tener la fuerza de decir “hasta aquí” y caminar hacia donde tu corazón sabe que sí es.
«para que seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo» Efesios 3:18 (Reina-Valera 1960).
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Dra. Elizabeth Rondón.
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