

Gustavo Petro, Presidente de Colombia
Nueva York se convirtió otra vez en el epicentro de la política mundial con la apertura del debate general de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que en su edición número 80 reúne a más de 140 jefes de Estado y de Gobierno en un escenario marcado por guerras, crisis humanitarias y divisiones ideológicas. En este contexto cargado de tensiones, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, protagonizó uno de los discursos más polémicos y disruptivos de la jornada al exigir la apertura de procesos penales contra el expresidente estadounidense Donald Trump, a quien acusó de ordenar bombardeos en el Caribe contra embarcaciones civiles bajo el pretexto de operaciones antidrogas, y de ser “cómplice del genocidio” en Gaza al avalar la ofensiva israelí contra la población palestina.
Desde el estrado de la ONU, Petro denunció que durante la administración de Trump se llevaron a cabo ataques con misiles contra lanchas en aguas caribeñas, operaciones que Washington justificó como parte de la lucha contra el narcotráfico. Según el mandatario colombiano, se trata de una narrativa falsa para encubrir ejecuciones extrajudiciales. “Es mentira que misiles de Estados Unidos en el Caribe sean para detener droga. Lo que se hace es asesinar jóvenes bajo órdenes del presidente de Estados Unidos”, afirmó con tono desafiante, dirigiéndose directamente a la comunidad internacional.
El presidente colombiano subrayó que los verdaderos responsables del negocio mundial de la cocaína no se encuentran en las frágiles embarcaciones que han sido atacadas, sino en los centros financieros de las grandes capitales del planeta. “Los narcotraficantes viven en Miami, Nueva York, París, Madrid y Dubái. Muchos tienen ojos azules y pelo rubio. No viven en las lanchas donde caen los misiles, viven al lado de la casa de Trump en Miami”, lanzó Petro, en una acusación que combinó denuncia política con una carga simbólica destinada a sacudir a la audiencia.
La intervención de Petro se convirtió en una fuerte réplica a la política exterior de Estados Unidos, la cual, aseguró, ha estado históricamente asesorada por actores colombianos con vínculos con el narcotráfico. A su juicio, esta influencia ha distorsionado las prioridades de Washington en la región, al mismo tiempo que ha servido de justificación para intervenciones militares y sanciones económicas que han golpeado con mayor fuerza a las poblaciones vulnerables de América Latina y el Caribe.
El mandatario colombiano aprovechó su espacio para responder a la reciente decisión de Estados Unidos de “descertificar” a Colombia en la lucha contra el narcotráfico, una medida que califica como injusta y calumniosa. “En mi gobierno se ha incautado la mayor cantidad de cocaína en la historia del país. Y aún así, se nos acusa de incumplir. Esa descertificación no es más que una herramienta de presión política, un castigo porque no seguimos su guion”, aseguró.
El escenario internacional amplificó aún más sus palabras. En contraste con Trump, quien en su intervención cargó contra Naciones Unidas, criticó la migración irregular, despreció las energías renovables y rechazó la creación de un Estado palestino, al que calificó de “premio” para Hamás, otros líderes marcaron posiciones opuestas. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, denunció que lo que ocurre en Gaza no es una guerra sino un “genocidio” y una “política de masacre masiva” ejecutada por Israel. El brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, por su parte, abogó por el reconocimiento inmediato de un Estado palestino y advirtió contra lo que considera una peligrosa violación de la soberanía de múltiples naciones.
En este ambiente, la voz de Petro buscó colocarse en un punto de confrontación directa con Washington, no solo cuestionando el papel de Estados Unidos en el Caribe, sino también denunciando la complicidad política y moral de la potencia norteamericana frente a las tragedias en Medio Oriente. “Trump es cómplice del genocidio en Gaza”, sentenció, ligando sus críticas a un patrón global de violencia amparado por el poder militar.
El discurso del presidente colombiano, el primero de izquierda en la historia del país, se inscribe en una línea de intervenciones que buscan redefinir la política internacional de América Latina desde una óptica soberanista y crítica del orden mundial vigente. Su llamado a abrir procesos penales contra Trump no solo representa un desafío diplomático, sino también una provocación jurídica y política de gran calado, que plantea el interrogante sobre si algún día un exmandatario de Estados Unidos podría enfrentar cargos en instancias internacionales por decisiones tomadas durante su mandato.
La Asamblea General, que este año conmemora ocho décadas de existencia en medio de la fragilidad del multilateralismo, recibió así una de las intervenciones más explosivas y controversiales de los últimos tiempos. Petro no solo cuestionó la narrativa estadounidense en torno al narcotráfico, sino que puso en tela de juicio la arquitectura misma de la lucha antidrogas y del poder militar global. Su discurso resonó como una advertencia: el orden internacional ya no puede seguir justificando muertes, guerras y bombardeos bajo el manto de supuestas causas nobles.
carloscastaneda@prensamercosur.org
