

La cadena de cafeterías se enfrenta a una ola de acciones legales en Estados Unidos tras la implantación de un nuevo código de vestimenta para su plantilla. Empleados de Starbucks sostienen que la actualización del uniforme les obligó a adquirir prendas y calzado de su bolsillo, un gasto que, según defienden, no ha sido reembolsado por la empresa.
Las reclamaciones se han formalizado como demandas colectivas en Illinois y Colorado, mientras que en California se presentaron quejas ante la Agencia de Desarrollo Laboral y de la Fuerza Laboral. Si el organismo no actúa, los trabajadores planean dar el paso a una demanda colectiva también en ese estado, intensificando la presión sobre la compañía.
Dónde y por qué se ha demandado

Los escritos presentados en tribunales estatales de Illinois y Colorado denuncian que la política de vestuario traslada a la plantilla un coste que corresponde al empleador. En California, el caso está en manos de la autoridad laboral: de no mediar sanción o medida correctora, se activaría una acción colectiva similar.
Las alegaciones se apoyan en normativas estatales que exigen a las empresas reembolsar los gastos necesarios para desempeñar el trabajo cuando el beneficio principal recae en el empleador. En Colorado, además, se prohíbe cargar costes a los empleados sin su consentimiento por escrito, un punto que los demandantes consideran vulnerado por la nueva guía de imagen.
Este giro hacia litigios estatales se produce en un contexto más amplio de tensión laboral en la compañía, con la organización de trabajadores avanzando desde 2021 y negociaciones reabiertas en febrero de 2024 que aún no se han traducido en un contrato.
Así es el nuevo código de vestimenta
La política, vigente desde el 12 de mayo, exige a los empleados vestir una camisa negra lisa, de manga corta o larga, bajo el delantal verde corporativo. La prenda debe cubrir el abdomen y las axilas y puede llevar o no cuello, siempre sin estampados ni logos visibles.
En la parte inferior, se permiten pantalones de mezclilla azul, negro o caqui sin rotos, desgastes ni dobladillos deshilachados; también se admiten vestidos negros lisos que no superen unos 10 centímetros por encima de la rodilla.
Respecto al calzado, la guía establece que debe ser de material impermeable y en colores discretos como negro, gris, azul marino, marrón, beige o blanco. Los calcetines o medias deben ser sobrios y acordes al conjunto, evitando elementos llamativos.
La compañía mantiene restricciones adicionales: no se permiten tatuajes faciales visibles, más de una perforación en el rostro, piercings en la lengua ni maquillaje teatral. Además, quien no cumpla la norma no puede iniciar su turno, según recogen las quejas.
Lo que dice Starbucks
Starbucks defiende que la revisión busca unificar la experiencia del cliente y dar pautas claras a sus empleados, a los que la empresa denomina “socios”. En un comunicado interno, la marca subrayó que, como parte del cambio, entregó dos camisetas sin coste a cada trabajador.
La dirección sostiene que la actualización pretende que el delantal verde sea el elemento visual predominante y aporte familiaridad a quien entra en las tiendas. Con esa lógica, la firma dejó atrás la mayor flexibilidad implantada en 2016, cuando se autorizaban camisas de colores y algunos estampados.
Testimonios y costes para la plantilla
Entre los relatos de trabajadores figura el de Brooke Allen, empleada en una tienda de Davis (California) y estudiante, que explicó que tuvo que recorrer varias tiendas hasta encontrar calzado compatible con la norma, desembolsando algo más de 60 dólares. A ello sumó cerca de 87 dólares en camisetas y pantalones acordes a la guía.
Allen lamenta que se espere del personal una renovación del armario sin compensación, algo que considera especialmente gravoso para quienes viven al día. También afirma echar de menos la política anterior, más expresiva y colorida, y describe un ambiente más “sombrío” con el predominio del negro.
En Illinois, el trabajador Gilbert Cruz solicitó 10 dólares al tener que retirarse una perforación nasal para cumplir con la normativa; según su testimonio, la petición fue rechazada, lo que avivó la sensación de costes transferidos al empleado.
Otros baristas relatan compras adicionales de calzado impermeable y prendas específicas para no ser apartados del turno. Para muchos, el punto de fricción no es la uniformidad en sí, sino la falta de reembolso de los gastos necesarios para ajustarse a las nuevas reglas.
Contexto sindical y posibles efectos
Starbucks Workers United, sindicato que respalda a parte de la plantilla, sostiene que el código de vestimenta debió negociarse mediante un proceso de negociación colectiva. En mayo, más de 1.000 trabajadores secundaron paros que afectaron a unas 75 tiendas, en protesta por la actualización de la política y otras prácticas laborales.
Las demandas podrían marcar un precedente para grandes cadenas de EE. UU. Si los tribunales dan la razón a los empleados, la compañía se vería obligada a reembolsar gastos y a revisar sus directrices internas. Si no hay intervención administrativa en California, el conflicto escalará con una acción colectiva adicional.
La controversia por el uniforme ilustra un choque clásico entre imagen corporativa y derechos laborales: mientras la empresa busca coherencia visual y reglas nítidas, parte de la plantilla denuncia un impacto económico que, a su juicio, debería asumir la compañía conforme a las leyes estatales.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/demanda-de-empleados-de-starbucks-por-el-codigo-de-vestimenta-claves-del-conflicto/
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