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La relación bilateral entre Bogotá y Washington entró en una nueva fase de tensión tras el anuncio del gobierno de Estados Unidos de descertificar a Colombia en la lucha contra el narcotráfico. El presidente Gustavo Petro, en un mensaje firme y cargado de simbolismo, respondió durante el consejo de ministros con una declaración que marca un quiebre en la política de seguridad nacional: Colombia no aceptará chantajes ni presiones externas.
“Estados Unidos deja de obligarnos y de presionarnos para pasar de la sustitución voluntaria de cultivos a la forzada. Eso se acabó. Se acaba la dependencia del Ejército de Colombia y de sus Fuerzas Militares del armamento estadounidense. Ya descertificaron, ya esa es la decisión”, sentenció el mandatario.
Las palabras del presidente no se limitaron a un gesto político. Petro planteó un giro de fondo en el modelo de defensa: el país debe aprender a sostener su propio ejército sin depender de armamento extranjero.
“Al Ejército de Colombia le va mejor si compra sus armas o las fabrica con nuestros recursos propios. Si no, no será un ejército de la soberanía nacional”, enfatizó.
La descertificación llega en un momento clave. Colombia sigue siendo uno de los principales países de tránsito y producción de cocaína, y el gobierno estadounidense ha presionado históricamente por políticas de erradicación forzosa que, según analistas, han generado violencia en comunidades rurales sin resolver el problema estructural. La postura de Petro contrasta con la línea de gobiernos anteriores, que privilegiaron la cooperación militar y financiera con Washington bajo programas como el Plan Colombia.
En su discurso, el presidente cuestionó también la contradicción en el manejo del narcotráfico: mientras Colombia paga el costo humano de la lucha contra los carteles, las armas fabricadas en Estados Unidos continúan llegando a manos criminales en territorio nacional. Mencionó como ejemplo el caso de una pistola Glock vendida en un estado norteamericano, trasladada a Florida y posteriormente traficada a Colombia, donde terminó involucrada en un asesinato.
“Si un país no es capaz de sostener sus propias Fuerzas Armadas, no es soberano. Colombia es soberana. No aceptamos chantajes sobre este Gobierno”, declaró.
El mandatario recordó que los resultados de la estrategia antidrogas son innegables: 889 toneladas de cocaína incautadas en 2024, junto con la muerte de más de un centenar de miembros de la Fuerza Pública en operaciones contra el crimen organizado. Pese a ello, Estados Unidos decidió descertificar, una decisión que en Bogotá es interpretada como un mensaje de presión política más que de evaluación objetiva.
“Allá la gente prefiere morir consumiendo antes que vivir en su sociedad”, criticó Petro, aludiendo a la crisis de consumo que golpea a ciudades estadounidenses, donde las sobredosis por drogas sintéticas superan récords históricos.
La respuesta presidencial no cierra la puerta al diálogo. Petro propuso abrir una etapa de cooperación renovada, basada en el respeto mutuo y la autonomía de cada país.
“No estoy aquí para agarrarme con los gringos, sino para que nos respeten. Estamos nosotros antes que ellos”.
El pronunciamiento del mandatario reconfigura el debate interno sobre la política exterior de Colombia. Para algunos sectores, la ruptura con Washington podría generar incertidumbre en materia de cooperación militar y económica. Para otros, representa una oportunidad histórica de redefinir la soberanía nacional y de construir una estrategia antidrogas centrada en la justicia social y el desarrollo rural.
Con este mensaje, Petro busca no solo responder a una decisión diplomática, sino también enviar una señal hacia adentro y hacia afuera: Colombia está dispuesta a caminar sola si es necesario.
carloscastaneda@prensamercosur.org
