





Hablar del sombrero de paja toquilla, nos remonta a la famosa marca en otro país, que se hizo famosa y se conoció en todo el mundo, pero esto quedó en el pasado ecuatorianos, empecemos a defender lo nuestro, lo original; es decir de donde proviene.
El sombrero de paja toquilla original en el Ecuador, se lo confecciona en la ciudad de Montecristi, este sombrero tejido de una forma única no es un invento del siglo XX, no es solo moda. No es solo accesorio, es un legado. El sombrero de paja toquilla de Montecristi no nace en vitrinas ni en fábricas, nace de las manos de artesanos que tejen de pie, con el pecho inclinado sobre un tronco, hilando historia con cada fibra.
La paja que lo compone no se cultiva en cualquier suelo, solo en la costa ecuatoriana, donde el clima, el pH y la humedad crean una planta única: más blanca, más suave, más resistente. Esa paja no se pinta porque pintarla es cubrir su alma.
Montecristi no compite, enseña, crea. Su sombrero no se mide por precio, sino por respeto; respeto al tiempo, al saber, al silencio de quienes tejen sin pedir aplausos.
Esta tradición emerge de muchas generaciones, que pasan de la mano de sus abuelos a madres a hijos, a parientes, y que sin duda es un legado único y especial.
Y si hablamos de tradiciones de abolengos, es importante conocer de donde viene su material.
Los Toquillales son los sembríos en tierras costeñas, de la famosa paja toquilla, que se utilizan para realizar estas obras maestras “los sombreros”, este proceso es 100% artesanal, manos de artesanos que recogen los tallos, separan la fibra verde, la hierven para sacarle la clorofila y la secan y la cocinan después en carbón de leña y azufre, proceso que se realiza para blanquear; cuando está lista la paja se la pone en un tronco, y el tejedor se encima para tejer de esa forma peculiar, comenzando por el tejido de la copa y después el ala del sombrero. Este tejido puede durar días o meses dependiendo de la calidad y finura que se determina por el número exacto de puntos en cada hilera, la zona identificada y reconocida es la ciudad de Pile, zona de expertos en confeccionar sombreros. Una técnica tradicional que es parte de su identidad y su patrimonio cultural.

Flérida Pachay una emblemática dama, quien en su avanzada edad todavía teje, y es recordada por ser reconocida por la calidad de su tejido por la Unesco, en el año 2011, reconociendo el sombrero de Paja toquilla, como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por sus magistrales diseños y acabados, y reconocido por el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual con una denominación de origen (DO), ambas instituciones reconocen tres eventos importantes como el que cultiva, y procesa la paja toquilla, quien teje el sombrero, y quienes le dan el acabado, la familia Pachay.
Este sombrero es sinónimo de elegancia y buen gusto, y no a cualquiera le luce, pero es cotizado y considerado una prenda exclusiva, por grandes estrellas del cine y la televisión, como Harrison Ford, Jennifer López, etc.
Desde ahora eliminen de sus mentes el “Panamá Hat”, ahora se los reconocen como Sombreros de Paja Toquilla original “Pachay” hechos en Montecristi.
