

Por Carlos Fajardo Cuenta en X :@CarlosFajardila «Fastidiardo»
Para Prensa Mercosur
En la lógica consumista de un gobierno que más que el bienestar de sus ciudadanos, la conveniencia
y liderazgo de su país y La Paz y concordia en el mundo, lo que prima es el espectáculo, en los últimos
días hemos visto un derroche de fuerza de la marina de los EEUU con el objeto de, presuntamente,
controlar el paso de alcaloides desde Venezuela a los EEUU.
Hace pocos días el presidente Trump reveló un video en el que se veía una lancha con sus pasajeros
y supuestamente sus pertenencias. No se sabe quiénes eran, qué cosas llevaban ni hacia dónde se
dirigían.
De un momento a otro se observa un potente estallido en la lancha y poco después nos enteramos
de que habíamos sido testigos del asesinato o ejecución sumaria de once personas que
conformaban su tripulación, sin respeto a las normas internacionales que obligan a detener esa
clase de vehículos, abordarlos, identificar e interrogar a sus ocupantes, revisar su carga y, conforme
a los hallazgos, tomar las determinaciones a las que haya lugar.
Trump manifestaba que la lancha iba cargada con toneladas de coca y que sus ocupantes eran
delincuentes que asoció inicialmente al tristemente célebre Tren de Aragua, pero unos minutos
después anunciaba que eran miembros del mítico cártel de los soles.
En síntesis: Atacaron una lancha rápida que, según los organismos de inteligencia gringos, cargaba
coca a la lata y tenía una tripulación de once personas.
De nuevo intervienen los organismos de inteligencia gringos para decir que los once asesinados eran
miembros del tren de Aragua, después dijeron que eran del cártel de los soles.
Aquí hay varias cosas que no quedan muy claras:
¿Cómo hicieron para detectar que los occisos llevaban coca?
¿Cómo hicieron para establecer que los occisos pertenecían al cártel de los soles o al tren de Aragua
si ni siquiera los han identificado?
¿Qué lógica tiene que una lancha rápida utilizada para el tráfico de coca lleve una tripulación de
once personas?
¿A qué delincuente se le ocurre salir con una lancha rápida cargada de coca y una tripulación
exageradamente grande a un mar erizado de naves gringas que traen hasta misiles nucleares?
En fin, hasta el momento lo que se sabe es que los gringos asesinaron a once personas que viajaban
en una lancha rápida seguramente con sus pertenencias quizás a alguna de las islas cercanas…
Los cuestionamientos presentados inicialmente con cierta timidez, empezaron a hacerse más y más
frecuentes, más y más inquisitivo, más y más documentados.
De hecho, detrás de ese costoso desplazamiento de sofisticadas naves provistas de misiles y con
posibilidad de llevar misiles nucleares, entre las cuales hay hasta un submarino nuclear, existe el
temor de que no sea sino el preámbulo de una intervención del decadente imperio en la
desobediente Venezuela y muy probablemente también en su vecina Colombia, paraíso de los
narcotraficantes, en la que, pese a las crecientes y enormes confiscaciones de alijos de droga, sin
embargo han aumentado las hectáreas sembradas de coca en forma incontrolable.
Como el gobierno de los EEUU está acostumbrado a buscar y tratar la fiebre en las cobijas y a hacer
caso omiso de su problema de consumo que crea una creciente y poderosa demanda de coca y otros
alcaloides, está claro que, nuevamente en el marco de su guerra de oropel contra las drogas,
apuntará sus armas al eslabón más débil y no a los poderosos cárteles que sin duda manejan el
negocio sucio dentro de sus propias fronteras.
El Caribe está ardiendo, los países de la CELAC se han pronunciado, digamos que al unísono en
contra de una probable, absurda, criminal y brutal intervención militar gringa.
Trump, el bocazas que dice apostarle a la pacificación del mundo a punta de tarifazos y amenazas
de destrucción, repitiendo la experiencia que los gobiernos de su país tienen de destruir países por
la “libertad” y la “democracia”, para poner en lugar de gobernantes incómodos, rebeldes, que no se
avienen a las pretensiones expansionistas e imperialistas de la metrópoli a títeres tales como Juan
Guaidó o María Corina Machado o el tipejo con oscuros antecedentes de paramilitar que asegura
contra toda evidencia que ganó las elecciones en Venezuela, todos los días escala su lenguaje
belicista. Que derribará los aviones venezolanos que patrullan su mar territorial, que seguirá
utilizando misiles para asesinar personas que osen navegar con lanchas rápidas o lentas por el Caribe
que hoy reclama para sí, que ya tiene listos los misiles con los que asesinará soldados y particulares
que se atrevan a defender su suelo patrio de los avances criminales de Rico Macdonald y sus
ambiciosos halcones, claro provocando una gran alegría a los vendepatrias de siempre, que ven
próxima su victoria no en las urnas sino a sangre y fuego del invasor asesino norteamericano.
Contrasta la actitud beligerante del payaso de origen alemán con sus alardes de opereta frente a
potencias que bien podrían sin mayor esfuerzo despeinarle el copete y destruir y esterilizar su país
a punta de bombazos atómicos.
En fin: Venezuela y Colombia son la clase de objetivos débiles que los gringos buscan para ganar
guerritas rápidas y fáciles y, de paso, tal como hicieron con Libia e Irak, dejarlas destruidas al mando
de gobernantes impopulares, ineptos, títeres y corruptos.
