

Viajar más allá de la atmósfera no solo exige forma física y cabeza fría; la evidencia reciente indica que también afecta a la raíz del sistema sanguíneo. Un equipo internacional, con liderazgo de la Universidad de California en San Diego, confirma que la vida en órbita puede acelerar el envejecimiento de las células madre hematopoyéticas, responsables de la producción de glóbulos y del buen tono del sistema inmunitario.
Para demostrarlo, los científicos llevaron a la Estación Espacial Internacional diminutos laboratorios autónomos capaces de mantener y observar células humanas durante semanas, con un control automatizado basado en inteligencia artificial. En ese entorno de microgravedad y radiación cósmica, bien conocido por la resistencia de los tardígrados, las muestras se comportaron de manera distinta a sus equivalentes en tierra, revelando señales claras de desgaste biológico.
Qué ha demostrado exactamente el estudio

Las células expuestas entre 32 y 45 días en la EEI perdieron capacidad de autorrenovación y mostraron más daño en el ADN junto a telómeros acortados, un trío de rasgos asociado al envejecimiento acelerado. Además, emergieron huellas de inflamación y signos de estrés en las mitocondrias, los orgánulos que abastecen de energía a las células.
No fue solo un problema de desgaste: las células entraron en una especie de sobreaceleración, con ciclos de división más rápidos de lo saludable, lo que agotó sus reservas. Este estado hiperactivo coincidió con fallos de reparación y activación de elementos repetitivos del genoma, regiones normalmente silenciadas que, al activarse, pueden desestabilizar el funcionamiento celular. En paralelo, se detectaron desajustes en rutas de citocinas y en programas mitocondriales, junto a señales de edición de ARN vinculadas a la familia APOBEC3.
Un dato especialmente llamativo fue la carga mutacional: pese a que la dosis registrada en las misiones fue comparable a una exploración médica, las células que viajaron al espacio acumularon hasta cinco veces más mutaciones que las expuestas a rayos X en tierra. Esto apunta a un efecto combinado de la microgravedad con la radiación cósmica de alta energía que potencia el deterioro molecular.
Todo ello tiene consecuencias funcionales: si las HSPC se desgastan, disminuye su rendimiento para sostener la hematopoyesis y el sistema inmune. Los autores advierten de patrones compatibles con hematopoyesis clonal, un fenómeno que, en la Tierra, se asocia a mayor riesgo de alteraciones hematológicas; ojo, no implica cáncer por sí mismo, pero sí un aumento del riesgo a largo plazo.
Cómo se diseñaron los experimentos en órbita

El equipo desplegó una plataforma de nanobiorreactores construida y operada con soporte de Space Tango, que viajó en cuatro misiones de SpaceX a la EEI. Estos sistemas mantuvieron HSPC humanas en condiciones controladas del nicho de médula ósea y las monitorizaron en tiempo real mediante herramientas de imagen y análisis impulsadas por IA.
Para seguir los cambios celulares, se combinaron reporteros fluorescentes del ciclo celular (como FUCCI2BL), secuenciación del genoma y del transcriptoma, y paneles de citocinas. En conjunto, las lecturas multiómicas y funcionales (HSPC-FOMA) permitieron cartografiar con precisión cómo se alteran el ciclo celular, la homeostasis mitocondrial y los programas inflamatorios bajo microgravedad.
En todo momento se trabajó con controles equivalentes cultivados en tierra y condiciones estandarizadas. Tras el regreso, parte de las alteraciones se atenuaron cuando las células se reintrodujeron en un microambiente joven y saludable, lo que sugiere que algunas lesiones son reversibles, aunque no todas parecen desaparecer por completo.
Contexto y antecedentes para interpretar los resultados

Estos hallazgos encajan con precedentes como el NASA Twins Study, que comparó a dos hermanos astronautas y detectó cambios en telómeros y expresión génica durante estancias prolongadas en órbita. Aquella investigación mostró que muchas alteraciones se revierten al volver, pero también que algunas persisten; el nuevo trabajo profundiza al centrarse en las células madre de la sangre y desentrañar mecanismos finos de envejecimiento.
El espacio actúa como un acelerador del tiempo biológico: procesos que en la Tierra emergen en años pueden observarse en semanas. Esta ventana privilegiada no solo sirve para ajustar protocolos de seguridad en vuelos de larga duración, también para impulsar la biología del envejecimiento y grandes iniciativas ómicas que tratan de mapear, con detalle, el impacto del entorno espacial en la salud humana.
Implicaciones y próximos pasos para vuelos y medicina

Con misiones más largas en el horizonte, desde estancias extendidas en la Luna a viajes a Marte, urge desarrollar contramedidas combinadas: mejor blindaje frente a radiación, regímenes de trabajo y descanso adecuados al ciclo celular, y posibles intervenciones farmacológicas o genéticas que preserven la aptitud de las HSPC.
El laboratorio orbital también abre oportunidades en la Tierra: entender cómo se deterioran los telómeros, se acumulan mutaciones y se inflaman las células en lapsos breves puede impulsar terapias contra el envejecimiento patológico y ciertos cánceres. El hecho de que parte del daño se revierta en un microambiente joven sugiere dianas para rejuvenecimiento tisular.
Los siguientes pasos ya están en marcha: nuevas misiones a la EEI y estudios con astronautas para validar estos resultados en muestras humanas in vivo, junto al perfeccionamiento de plataformas autónomas y algoritmos de IA que permitan vigilancia continua. En paralelo, se trabaja en biomarcadores de envejecimiento inducido por estrés espacial y en estrategias de mitigación trasladables al entorno clínico.
Las pruebas sitúan a los vuelos espaciales como un entorno que acelera el desgaste de la reserva celular; microgravedad y radiación actúan de forma sinérgica para reducir su resiliencia, con un margen de recuperación parcial al volver a condiciones favorables. Proteger esa reserva celular será clave para misiones de larga duración y, de paso, para comprender mejor el envejecimiento y la enfermedad en nuestro propio planeta.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/los-viajes-espaciales-aceleran-el-envejecimiento-de-las-celulas-madre-de-la-sangre/
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