

CLAVE PARA SU BIENESTAR Y DESARROLLO INTEGRAL.
La autoestima es uno de los pilares más importantes en la formación de la identidad de un niño. Se trata de la percepción y valoración que tiene de sí mismo, construida a partir de sus experiencias, de la forma en que es tratado por su entorno y de cómo interpreta sus propios logros y fracasos. Una autoestima fuerte y saludable en la infancia es fundamental para el desarrollo emocional, social y académico, pues influye en la manera en que los niños enfrentan los desafíos, se relacionan con los demás y construyen la confianza en sus capacidades.
Concepto de autoestima infantil.
La autoestima en los niños es la capacidad de reconocerse valiosos, únicos y capaces, independientemente de los errores que puedan cometer o de las dificultades que enfrenten. No se trata solo de sentirse “bien” consigo mismos, sino de contar con un equilibrio entre la aceptación personal, el reconocimiento de fortalezas y la disposición a mejorar las debilidades.
En palabras sencillas: un niño con autoestima sana se percibe digno de amor, respeto y confianza.
Causas del deterioro de la autoestima.
El debilitamiento de la autoestima infantil puede deberse a múltiples factores que, combinados, dejan huellas profundas:
- Críticas excesivas o comparaciones constantes con hermanos, compañeros o modelos ideales.
- Falta de reconocimiento o refuerzo positivo, donde los logros pasan desapercibidos.
- Ambientes familiares conflictivos o poco afectivos, que transmiten inseguridad emocional.
- Fracaso escolar sin acompañamiento, donde los errores se ven como incapacidad en lugar de oportunidades de aprendizaje.
- Bullying o rechazo social, que deterioran la percepción de valía personal.
- Expectativas poco realistas de los adultos, que exigen más de lo que el niño puede dar según su etapa de desarrollo.
Características de un niño con baja autoestima.
Identificar los signos de baja autoestima es clave para actuar a tiempo:
- Inseguridad al expresar sus opiniones o emociones.
- Dificultad para aceptar elogios o reconocer logros propios.
- Dependencia excesiva de la aprobación externa.
- Sentimientos frecuentes de culpa o de “no ser suficiente”.
- Evitación de nuevos retos por miedo al fracaso.
- Tendencia al aislamiento o a la sumisión frente a otros.
- Frustración y llanto frecuente ante pequeñas dificultades.
Consecuencias de una autoestima frágil.
La baja autoestima en la niñez no solo afecta el presente, sino que puede proyectarse hacia la adolescencia y la adultez, generando consecuencias en diferentes niveles:
A corto plazo:
- Dificultades en el rendimiento escolar.
- Problemas de socialización con pares.
- Ansiedad ante situaciones cotidianas.
A mediano plazo:
- Aparición de cuadros de depresión infantil.
- Escasa motivación para alcanzar metas
- Riesgo de caer en conductas de sumisión o de rebeldía excesiva como defensa.
A largo plazo:
- Adultos inseguros, dependientes o incapaces de establecer límites sanos.
- Riesgo de relaciones tóxicas o codependientes.
- Bajo desempeño profesional o dificultad para enfrentar desafíos en la vida adulta.
Cómo ayudar a recuperar y fortalecer la autoestima en los niños.
La buena noticia es que la autoestima se puede reconstruir. Los adultos significativos (padres, docentes, familiares y cuidadores) cumplen un papel esencial en este proceso:
- Escucha activa y validación emocional: permitir que los niños expresen lo que sienten y asegurarse de que se sientan comprendidos.
- Reconocimiento equilibrado: celebrar los logros, pero también reforzar el esfuerzo más allá del resultado.
- Evitar comparaciones: cada niño tiene un ritmo y un talento único.
- Enseñar que los errores son aprendizajes: transmitir que equivocarse no significa fracasar, sino una oportunidad para mejorar.
- Fomentar la autonomía: darles pequeñas responsabilidades y confiar en su capacidad para resolver problemas.
- Modelar autoestima positiva: los adultos deben mostrar autovaloración, ya que los niños aprenden más del ejemplo que de las palabras.
- Brindar espacios de éxito: actividades extracurriculares o hobbies donde el niño pueda descubrir y potenciar sus talentos.
Reforzar la autoestima en los niños no es un lujo, es una necesidad vital. Cada palabra, gesto o actitud que reciben de su entorno se convierte en ladrillos que edifican su autoconcepto. Un niño que crece con amor, validación y confianza aprende a mirarse con dignidad y a proyectarse con seguridad hacia el futuro.
Como sociedad, familia y escuela, el compromiso es claro: sembrar en los niños la certeza de que son valiosos, capaces y dignos de ser amados. Esa semilla, bien cuidada, florecerá en adultos resilientes, seguros y plenos.
«Y tomó a un niño y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió”. Marcos 9:36-37
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Dra. Elizabeth Rondón.
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