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El pastor Alfredo Saade, una de las voces más fieles y persistentes en el proyecto político de Gustavo Petro, volvió a estremecer el debate nacional con un mensaje directo contra la ultraderecha que, según él, ha condenado al hambre a miles de familias en la frontera colombo-venezolana. “La gente en la frontera está mamada de que la ultraderecha recalcitrante los mantenga pasando hambre por su odio visceral en contra de los venezolanos. Colombia y Venezuela son países hermanos, entiendan, y no podemos desligarnos como si no hubieran consecuencias. No más hambre en Cúcuta, ya basta señores, ya basta”, escribió.
La declaración surgió tras un acto espontáneo en Cúcuta, donde un ciudadano retiró una valla en la que se ofrecía dinero por la captura del presidente venezolano. Un gesto que, para Saade, simboliza el rechazo de la población a seguir siendo utilizada como peón en disputas políticas y geopolíticas que afectan su vida cotidiana. “No más cierre de frontera, sí a la confraternidad de los pueblos, que el comercio fluya, que la economía florezca”, agregó el pastor, recordando los años en que la decisión del expresidente Iván Duque de cerrar los pasos con Venezuela sumió a la ciudad en la desesperanza.
La respuesta no se hizo esperar desde la Casa de Nariño. Gustavo Petro, con un tono cercano y cargado de metáforas, respondió: “Pastor, quieren que las ovejas se maten entre sí, nosotros les decimos: unánse, hagan familia y tengan hijos y nietos, pero eso sí, muy libres de espíritu y guerreros por la libertad”. Más allá de las palabras, la intervención del presidente reafirma públicamente lo que muchos en el escenario político ya saben: Saade no es un actor más, es una de las figuras de mayor confianza y sintonía personal con el jefe de Estado.

La relación entre ambos se remonta a los días previos a la campaña presidencial. Saade participó en la consulta interna del Pacto Histórico, perdió, pero en lugar de apartarse, se volcó en cuerpo y alma a respaldar a Petro. Fue su defensor en plazas difíciles como Cartagena, Valledupar y Cúcuta, donde pocos se atrevían a dar la cara por el progresismo. Desde entonces, su voz se convirtió en un referente incómodo para algunos, pero ineludible para las bases populares que lo escuchaban con respeto.
No es la primera vez que Petro y Saade aparecen en abierta sintonía frente a los temas de frontera. Para ambos, la relación con Venezuela no es un asunto de cálculo diplomático, sino una necesidad histórica y social. El hambre, la falta de empleo y el desarraigo en ciudades como Cúcuta no son estadísticas: son heridas abiertas que exigen soluciones urgentes. Y en ese terreno, Petro sabe que Saade representa una voz auténtica, con credibilidad entre quienes más han sufrido los efectos de las decisiones políticas en la frontera.

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El pastor ha sido objeto de ataques y descalificaciones, tanto desde la oposición como desde sectores que dentro del propio gobierno ven en él una figura incómoda. Lo acusan de excesivo, de frontal, de disruptivo. Pero esas mismas cualidades lo han convertido en uno de los escuderos más fieles del presidente, alguien que no se acomoda ni guarda silencios calculados.
Hoy, el intercambio de mensajes entre Saade y Petro revela más que una coincidencia de opiniones: muestra la complicidad política y personal de dos hombres que han entendido que la frontera colombo-venezolana es mucho más que un límite. Es un espacio de vida, de comercio, de cultura compartida, donde la política del odio solo ha dejado ruinas.
En tiempos de discursos tibios y alianzas frágiles, la lealtad entre Petro y Saade emerge como un recordatorio de que la política también puede construirse desde la coherencia, la amistad y la convicción. Una sintonía que no solo habla de dos líderes, sino de un proyecto que busca unir pueblos donde otros intentaron dividirlos.
carloscastaneda@prensamercosur.org
