

Cuando el insomnio se instala, conviene mirar más allá de las clásicas recomendaciones de higiene del sueño. Dos protagonistas que ganan fuerza son el magnesio y el zinc, minerales esenciales que intervienen en vías neurológicas, hormonales y metabólicas relacionadas con el descanso nocturno.
La evidencia disponible apunta a que ambos minerales pueden favorecer la relajación del sistema nervioso, optimizar la síntesis de melatonina y mejorar la calidad del sueño. A continuación, encontrarás una guía completa —basada en estudios y en la mejor información disponible— para entender por qué su combinación es tan interesante, cómo tomarlos, qué alimentos los aportan y qué precauciones tener en cuenta.
¿Por qué el magnesio favorece el descanso?
El magnesio participa en más de 300 reacciones enzimáticas y tiene un rol clave en la excitabilidad neuronal. Actúa como antagonista del receptor NMDA, lo que ayuda a frenar la hiperexcitabilidad del sistema nervioso y, con ello, a facilitar la transición hacia un estado de calma compatible con un sueño profundo.
Además, el magnesio modula la actividad del GABA, principal neurotransmisor inhibidor, favoreciendo la relajación muscular y mental. Este doble efecto —reducir la excitación y potenciar la inhibición— explica que niveles adecuados de magnesio se asocien con un descanso más reparador y menor latencia para conciliar el sueño.
Algunos trabajos han descrito que el magnesio puede contribuir a la regulación del ritmo circadiano, ayudando a sincronizar los ciclos de sueño-vigilia. En adultos mayores con insomnio primario, un ensayo clínico mostró que la suplementación con magnesio mejoró parámetros como la eficiencia del sueño y la secreción nocturna de melatonina.
En el día a día, quienes sufren estrés sostenido o picos de ansiedad suelen notar el efecto del magnesio sobre la tensión muscular y la agitación mental. Este mineral ayuda a “bajar revoluciones” al final de la jornada, un paso imprescindible para dormirse con más facilidad.

El papel del zinc en la regulación del sueño
El zinc es fundamental para múltiples procesos, entre ellos la síntesis y activación de hormonas implicadas en el sueño. Destaca su participación indirecta en la producción de melatonina, la señal nocturna que marca el inicio del descanso y la arquitectura del sueño.
Este mineral también interviene en el funcionamiento del sistema inmune y en la reparación de tejidos, procesos de regeneración que el organismo realiza prioritariamente durante la noche. Un estatus correcto de zinc, por tanto, acompaña la fisiología normal del descanso.
En nutrición práctica, el zinc potencia el aprovechamiento del triptófano (aminoácido precursor de serotonina y melatonina). Por eso, combinaciones dietéticas ricas en triptófano con fuentes adecuadas de zinc pueden apoyar una mejor calidad de sueño.
De cara a la seguridad, conviene recordar que un exceso de zinc puede interferir con la absorción de otros minerales (magnesio y cobre, entre ellos). Por ello, si se valora suplementación conjunta, la dosis y el tiempo de uso deben ajustarse de manera individual.
Evidencia científica: magnesio y zinc, juntos y con melatonina
Varios trabajos han explorado el impacto de la combinación de estos micronutrientes. En un estudio con adultos mayores con insomnio, la administración conjunta de magnesio (225 mg), melatonina (5 mg) y zinc (11,25 mg) se asoció con una reducción del tiempo para conciliar el sueño y un aumento en su duración total. Estos resultados sugieren un efecto sinérgico en perfiles vulnerables al insomnio.
Por su parte, un ensayo publicado en 2012 examinó el efecto de 500 mg de magnesio diarios durante ocho semanas en adultos mayores. Se observó una mejora de la eficiencia del sueño y un incremento de los niveles de melatonina, reforzando la idea de que el magnesio facilita un descanso más profundo.
Aunque la combinación con melatonina destaca por su lógica fisiológica —apoyar la señal nocturna y la relajación—, la literatura también sugiere beneficios del magnesio junto a vitaminas del complejo B (especialmente B6) para modular el estado de ánimo y la respuesta al estrés, factores que a menudo perpetúan el insomnio.
Otros nutrientes vinculados al sueño, como la glicina o el propio triptófano dietario, han mostrado efectos promotores del descanso en diferentes modelos. La glicina, por ejemplo, se ha relacionado con un ligero descenso de la temperatura corporal y un sueño más profundo, mediado en parte por receptores NMDA en el núcleo supraquiasmático.
Crononutrición: comer y suplementar a la hora adecuada

La crononutrición parte de una idea sencilla: no solo importa lo que comes, sino cuándo lo haces. Adecuar ingestas y suplementación al ritmo biológico puede ayudar a optimizar tanto el metabolismo como el sueño nocturno.
Aplicado a magnesio y zinc, suele ser útil reservar la mayor parte del magnesio para el tramo vespertino-nocturno, aprovechando su efecto relajante, y situar parte del zinc y ciertas vitaminas por la mañana, cuando la demanda metabólica es mayor. Algunas fórmulas comerciales utilizan enfoques “día/noche”: cápsula matinal con magnesio, lúpulo y vitaminas B6, B12 y K para reducir fatiga e irritabilidad; y cápsula nocturna con sales de magnesio, lúpulo, zinc y selenio para aliviar sofocos, insomnio y cansancio en etapas como la premenopausia y menopausia.
Este planteamiento respeta los ritmos circadianos y sincroniza señales internas (hormonales y neurales) con los efectos buscados: energía y equilibrio emocional durante el día, y relajación con sueño profundo por la noche.
Fuentes alimentarias de magnesio y zinc
La base siempre debe ser una alimentación equilibrada. El magnesio abunda en espinacas, acelgas, almendras, anacardos y semillas de calabaza. El zinc se encuentra en carnes magras, mariscos, legumbres (garbanzos, lentejas), frutos secos y lácteos.
De especial interés son las semillas de calabaza por su triple aporte: triptófano, magnesio y zinc. Esta combinación da soporte a la síntesis de serotonina y melatonina y a la relajación neuromuscular, lo que puede favorecer un sueño más estable.
Para maximizar el efecto del triptófano, conviene combinarlas con carbohidratos complejos al final de la tarde o primeras horas de la noche (por ejemplo, con una rebanada de pan integral o una pieza de fruta), facilitando el acceso del aminoácido al cerebro.
Semillas de calabaza: formas sencillas de incorporarlas
Como snack nocturno: un puñado (unos 30 g) tomado un par de horas antes de acostarte, idealmente con una fuente de carbohidratos saludables, puede ser una opción práctica y saciante.
En batidos o licuados: trituradas con leche o yogur natural y frutas como plátano o manzana. Aportan textura y un perfil interesante de micronutrientes para el descanso.
En ensaladas o sopas: espolvoreadas en el plato para sumar crujiente y minerales clave sin alterar el sabor general de la preparación.
En mezcla con frutos secos y frutas deshidratadas: una combinación casera con almendras, nueces, pasas o arándanos funciona como colación tarde-noche fácil de preparar.
Beneficios adicionales: metabolismo, inflamación y recuperación
La suma de magnesio y zinc no solo repercute en el sueño, también ofrece ventajas en el metabolismo de la glucosa, la síntesis proteica y la reparación tisular. En personas con diabetes tipo 2 y enfermedad coronaria, 12 semanas de suplementación conjunta se asociaron con mejoras en glucemia e insulina y una reducción de marcadores de inflamación y estrés oxidativo.
El magnesio, por su parte, puede ayudar a mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la hemoglobina glicosilada (A1c) cuando se combina con un patrón dietético saludable. Ensayos clínicos con 250–500 mg diarios han reportado beneficios en control glucémico y resistencia a la insulina.
En el plano muscular, el magnesio participa en la contracción y relajación, por lo que es habitual recurrir a él tras ejercicio o en periodos de sobrecarga. La evidencia sobre calambres nocturnos es mixta: en adultos mayores el beneficio es incierto, mientras que en embarazadas algunos estudios muestran una reducción de calambres con suplementación.
Como apoyo tópico, el sulfato de magnesio (sales de Epsom) se utiliza de forma tradicional en baños para aliviar molestias musculares y tensión cervical. Aunque faltan ensayos clínicos concluyentes, muchas personas reportan alivio subjetivo tras su uso.

Semillas calabaza
Estado de ánimo, estrés y ansiedad
El descanso y el bienestar emocional van de la mano. El magnesio modula vías cerebrales ligadas a la respuesta al estrés, reduciendo la actividad del receptor NMDA y facilitando la acción del GABA. Esto puede traducirse en menos “ruido mental” a la hora de dormir y en una mayor sensación de calma.
Una revisión sistemática sugiere que el magnesio, especialmente junto con vitamina B6, podría aportar una mejora modesta en síntomas de ansiedad. Aunque no sustituye un abordaje integral, puede ser una herramienta complementaria en personas con estrés mantenido que repercute en su calidad de sueño.
Gastrointestinal: por qué el intestino también importa para dormir
Un tránsito intestinal regular se asocia con mejor calidad de vida y, en muchos casos, con mejor descanso. El óxido de magnesio actúa como laxante osmótico y puede aliviar el estreñimiento ocasional, reduciendo molestias que dificultan dormir.
En un ensayo doble ciego, 1,5 g de óxido de magnesio durante cuatro semanas aumentó la frecuencia de deposiciones y suavizó las heces, disminuyendo el esfuerzo defecatorio frente al placebo. En paralelo, el hidróxido de magnesio (leche de magnesia) se utiliza como antiácido para episodios de acidez o indigestión, molestias que también interfieren con el descanso.
Cómo y cuándo tomar magnesio y zinc: pautas y precauciones
Antes de suplementar, conviene partir de la dieta y valorar el contexto personal (edad, medicación, patologías). En los estudios citados se han empleado dosis de 225–500 mg de magnesio y alrededor de 11 mg de zinc, a menudo combinados con melatonina por la noche para potenciar la señal de sueño.
El zinc en exceso puede reducir la absorción de magnesio y de cobre. Por ello, es clave respetar dosis y tiempos. Quienes padecen enfermedad renal, embarazadas o personas mayores deben consultar previamente con su profesional sanitario para ajustar la estrategia de suplementación.
Una opción es usar esquemas de crononutrición: magnesio por la tarde-noche para favorecer relajación; y, si procede, una pequeña dosis de zinc repartida con las comidas. Las fórmulas día/noche pueden resultar útiles en etapas de mayor demanda hormonal (por ejemplo, perimenopausia y menopausia) y en perfiles con síntomas vasomotores y alteración del sueño.
Este planteamiento respeta los ritmos circadianos y sincroniza señales internas (hormonales y neurales) con los efectos buscados: energía y equilibrio emocional durante el día, y relajación con sueño profundo por la noche.
Otros nutrientes con interés para el sueño
Aunque el foco aquí son magnesio y zinc, la literatura menciona a la glicina como coadyuvante del sueño (favorece una ligera hipotermia nocturna y mejora la arquitectura del descanso), y al triptófano dietario por su papel como precursor de serotonina/melatonina.
También se han estudiado combinaciones de fitoterapia en insomnio con resultados dispares, y se ha observado que una ingesta vespertina de cereales enriquecidos en triptófano puede incrementar marcadores de melatonina y mejorar variables subjetivas de calidad del sueño en población mayor.

Recomendaciones prácticas para tu día a día
– Refuerza la dieta con fuentes naturales: verduras de hoja verde, frutos secos, semillas de calabaza, legumbres, carnes magras y mariscos. Un patrón variado cubre, en muchos casos, los requerimientos básicos de magnesio y zinc.
– Ensaya un ligero reajuste horario: concentra el magnesio en la tarde-noche y acompaña la cena con carbohidratos complejos si buscas potenciar el efecto del triptófano.
– Si valoras suplementación, empieza bajo y ve observando: guíate por la tolerancia digestiva y por cómo duermes. Consulta con tu profesional, especialmente si tomas medicación o tienes condiciones crónicas.
– Apoya la rutina con higiene del sueño: regularidad horaria, luz tenue por la noche, pantallas fuera del dormitorio y un ritual relajante (respiración, lectura ligera) para permitir que los minerales “hagan su parte”.
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Magnesio y zinc ofrecen una base fisiológica convincente para dormir mejor: el primero calma el sistema nervioso y favorece la señal inhibitoria del GABA; el segundo acompaña la síntesis de melatonina y el equilibrio inmunometabólico. Con una alimentación bien planteada, estrategias de crononutrición y, si procede, apoyo con dosis probadas en ensayos (a menudo junto a melatonina), es posible dar un empujón real a la calidad del sueño, reducir la latencia de inicio y despertar con la sensación de descanso que muchas personas echan de menos.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/insomnio-magnesio-y-zinc-la-dupla-que-ayuda-a-conciliar-el-sueno/
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