

¿Sátira o panfleto? Homo Argentum se ríe del “gen argentino”, pero casi hay un consenso en que termina evidenciando la incapacidad del film para reflejar la diversidad de la identidad argentina.
El estreno de Homo Argentum (2025), dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, con Guillermo Francella como protagonista omnipresente, ha generado una intensa controversia en Argentina. Esta comedia antológica, que busca retratar los defectos de la “argentinidad” a través de cortos independientes donde Francella encarna diversos personajes, se propuso ser un espejo crítico de la sociedad porteña. Sin embargo, lejos de recibir aplausos unánimes, la película ha sido duramente criticada por su superficialidad, humor fallido y sesgo ideológico.
Entre las críticas más contundentes destacan las de la periodista Nancy Viviana Pazos, el crítico Juan Francisco Gacitúa y el reseñista Jorge Gabriel Pinarello, cuyas opiniones convergen en un hilo común: Homo Argentum fracasa en su ambición satírica al apoyarse en estereotipos burdos, un humor ineficaz y un enfoque clasista que, lejos de provocar reflexión, aliena a su audiencia y refuerza divisiones sociales.
Las salas se están llenando, sí, porque Francella es una marca que vende en sí misma, al margen del contenido de los personajes que protagoniza. Pero esto no quiere decir que el filme haya sido un éxito artístico. Bueno, sí lo es para el único que ha profesado abiertamente el fanatismo por la película, el presidente argentino Javier Milei.
En una publicación, que contenía diatribas contra la izquierda, y alabanzas para la película, espetó: “Cuando uno ha tenido la suerte de haber leído el principio de revelación y entenderlo, debería agradecer por el espectáculo bizarro que hoy nos ofrecen los kukas y la progresía woke ante la película Homo Argentum. ¡Los muestra tal cual son!”
El ultraderechista añadió que “les duele mucho la película porque les presenta un espejo en el cual sale a la luz todo lo que son… casi está de más decir lo que les duele el éxito en una película sin financiamiento del Estado, ya que muestra a muchos del rubro (y aledaños) como fracasados totales y absolutos”.
“Homo Argentum”, ¿una película de 0.5 estrellas?
Juan Francisco Gacitúa, en su reseña para A Sala Llena, no estuvo tan de acuerdo con Milei: otorgó a Homo Argentum una puntuación ínfima de media estrella de cinco, describiéndola como un “compilado agotado de recursos repetidos” que carece de ingenio para innovar.
Gacitúa señala que los episodios, lejos de ofrecer una mirada fresca sobre la sociedad argentina, se estancan en un catálogo de estereotipos –el cura villero hipócrita, el cineasta pretencioso, el inmigrante estafador– que no evolucionan ni sorprenden. Este análisis refuerza el hilo crítico: la película, inspirada vagamente en éxitos como Relatos Salvajes, carece de un hilo conductor narrativo, y sus cortos parecen sketches improvisados, más aptos para redes sociales que para el cine.
Gacitúa conecta este fallo con un problema más amplio del cine argentino post-pandemia, donde los recortes al INCAA y la presión por producir con presupuestos limitados –en este caso, sin subsidios estatales– llevan a un “mínimo esfuerzo” que sacrifica profundidad por inmediatez. El resultado es una obra que decepciona incluso a quienes podrían compartir su perspectiva conservadora, evidenciando una falta de ambición artística que compromete su impacto.
Jorge Gabriel Pinarello, en su reseña en Letterboxd, profundiza en el sesgo clasista y estigmatizante del film, afirmando que “bien podría llamarse ‘Argentina es un país de mierda’» por su enfoque en ridiculizar tipos porteños específicos, ignorando la diversidad del país más allá de Buenos Aires.
Pinarello critica historias como la del “Universo Francella Cura Villero”, que caricaturiza a los sacerdotes de barrios humildes sin un remate significativo, o la del “Universo Francella Italiano”, que insinúa que los argentinos son “chorros” por herencia genética italiana. Para él, estos sketches no solo fallan en ser graciosos –comparados con chistes de redes o editoriales conservadores–, sino que reflejan una ideología elitista que critica desde la superioridad, sin empatía ni autocrítica.
Este punto conecta con las críticas de Pazos y Gacitúa, formando un hilo coherente: el uso excesivo de estereotipos no es un descuido, sino un síntoma de una visión clasista que estigmatiza a sectores vulnerables. Además, Pinarello señala el comercialismo descarado del film, con “chivos” de marcas que interrumpen la narrativa, transformando la sátira en un anuncio extendido que socava su credibilidad.
Estas tres críticas dibujan un panorama desolador para el filme y reflejan un desafío mayor para el cine argentino en 2025. En un contexto de recortes al INCAA y polarización extrema, la película representa el riesgo de anteponer el éxito comercial a la calidad artística. Mientras Milei la elogia por exponer la “hipocresía woke”, las voces de Nancy Viviana Pazos, Juan Francisco Gacitúa y Jorge Gabriel Pinarello coinciden en que su fracaso radica en no trascender la burla fácil.
El humor, anclado en chistes anticuados, y los estereotipos repetitivos no generan risa ni reflexión, sino rechazo, concuerdan entre líneas los distintos críticos. Ideológicamente, el film se percibe como un panfleto que refuerza divisiones, estigmatizando a sectores populares mientras ignora sus propias contradicciones, como la elección de Francella como único protagonista, limitando la diversidad actoral.
Con más de 140.000 espectadores en su primer fin de semana, el debate persiste: ¿puede el éxito taquillero compensar la falta de profundidad? Lo cierto es que Homo Argentum no solo expone los vicios de la argentinidad, sino las limitaciones de un cine que, al renunciar a la autocrítica y la empatía, arriesga su relevancia en un país que necesita más que nunca historias que unan en lugar de dividir.
Lo que dice Francella de su propio filme
En una reciente entrevista con el diario uruguayo El País, el prolífico actor lanza una frase que no deja de ser controvertida por su forma y fondo: dice que, a pesar de que el corazón del filme es buscar “el gen argentino”, él cree que los uruguayos pueden sentirse cercanos a esa exploración.
“En vez de hablar del gen italiano, hablar un poco de nuestro gen, de cómo somos, pero también se van a sentir identificados ustedes los uruguayos, los chilenos. En toda Latinoamérica me parece que hay dilemas morales, hay reflexión, hay un montón de cosas que pasan en cada episodio que te van a generar una identificación o te vas a sentir representado. Si no sos vos o un hermano, un padre, un tío, un hijo, es probable que veas algo en el rol que te va a provocar”, dijo el actor.
“Nuestro gen siempre ha sido igual: pasionales, familieros, solidarios, buenos amigos, como digo yo, siempre un chantún hay, pero eso hubo antes y después”, agregó.
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