

¿La Mejor Jubilación de Latinoamérica? Descubre por qué Uruguay lidera, pero a qué costo para sus jubilados.
En un contexto global marcado por el envejecimiento poblacional y las presiones económicas, Uruguay se posiciona como un referente en América Latina en materia de jubilaciones. Con una población que supera los 3,5 millones de habitantes y una esperanza de vida que ronda los 78 años, el país sudamericano ha construido un sistema de seguridad social robusto, administrado principalmente por el Banco de Previsión Social (BPS), que garantiza prestaciones mínimas y promedio que superan a muchos de sus vecinos.
Sin embargo, más allá de los números absolutos, surge la pregunta inevitable: ¿cuánto alcanza realmente una jubilación mínima para cubrir las necesidades básicas en un país donde la inflación y el costo de vida siguen siendo variables impredecibles? Este análisis, basado en datos oficiales actualizados a 2025, explora no solo los montos y comparativos regionales, sino también el impacto real en la calidad de vida de los jubilados uruguayos.
El sistema jubilatorio uruguayo tiene raíces profundas, remontándose a principios del siglo XX, pero ha evolucionado significativamente con reformas como la implementada en 1995, que introdujo un régimen mixto de reparto y capitalización individual. Hoy, en 2025, la jubilación mínima se fija en 20.057 pesos uruguayos mensuales, un monto que aplica tanto a jubilaciones comunes como a pensiones por sobrevivencia, con excepciones para no residentes o casos de acumulación de beneficios según la legislación vigente.
Este valor representa un ajuste anual basado en el Índice Medio de Salarios (IMS), sumado a incrementos adicionales decretados por el gobierno. Por ejemplo, en julio de 2025 se aplicó un aumento del 3%, con un 2% retroactivo y un 1% adicional proyectado para inicios de 2026, respondiendo a la necesidad de contrarrestar la erosión inflacionaria.
Es un mecanismo que busca mantener el poder adquisitivo, aunque críticos argumentan que estos ajustes a menudo llegan tarde o son insuficientes frente a picos de precios en alimentos y servicios.
En cuanto a la jubilación promedio, los datos del BPS indican un monto aproximado de 32.640 pesos uruguayos al mes para el año en curso, calculado sobre un universo de alrededor de 824.327 beneficiarios hasta abril de 2025.
Esta cifra varía según el tipo de prestación: las jubilaciones por edad avanzada o incapacidad suelen ser más bajas, mientras que aquellas derivadas de carreras laborales extensas en sectores como la industria o el público pueden superar los 40.000 pesos. El promedio refleja no solo los aportes individuales, sino también el impacto de políticas inclusivas, como la prima por edad para mayores de 70 años, que añade un suplemento si los ingresos familiares no exceden ciertos umbrales, como las 3,7006 Bases de Prestaciones y Contribuciones (BPC), equivalentes a 24.335 pesos en enero de 2025.
En un país donde el salario mínimo nacional ronda los 29.000 pesos, estas jubilaciones promedio ofrecen un colchón relativo, pero para muchos jubilados, especialmente en el interior rural, representan el único ingreso, lo que obliga a complementarlos con trabajos informales o apoyo familiar.
Cómo se comparan las jubilaciones uruguayas con otros países
Comparado con el resto de América Latina, Uruguay destaca por su generosidad en prestaciones mínimas, convirtiéndose en un modelo de equidad social en una región plagada de desigualdades. Según un análisis reciente de Statista, basado en datos de marzo de 2025, la jubilación mínima uruguaya equivale a unos 475 dólares estadounidenses, liderando el ranking regional.
Esto lo coloca por encima de Colombia, con 341 dólares, y Costa Rica, con 319 dólares, países que también cuentan con sistemas mixtos pero enfrentan desafíos en cobertura y sostenibilidad. Argentina, por su parte, ofrece solo 217 dólares, afectado por una inflación crónica que erosiona los bonos suplementarios.
Más abajo en la lista aparecen naciones como Venezuela, donde la mínima no supera los 1,9 dólares, un reflejo de crisis económicas profundas que han colapsado sus sistemas previsionales.
Este liderazgo uruguayo no es casual. El Mercer CFA Institute Global Pension Index de 2024, que sirve como referencia para 2025 dado que la edición actualizada aún no se ha publicado, otorga a Uruguay una puntuación de 68,9, posicionándolo entre los mejores de Latinoamérica junto a México (68,5) y Chile, que destaca por su tasa de reemplazo y sostenibilidad a largo plazo.
El índice evalúa aspectos como adecuación, sostenibilidad e integridad, donde Uruguay brilla por su cobertura universal –casi el 90% de la población mayor de 65 años recibe algún beneficio– y ajustes regulares. En contraste, países como Brasil o Perú luchan con fondos privados que generan desigualdades, dejando a segmentos vulnerables con pensiones mínimas que apenas cubren lo esencial.
Expertos como David Tuesta, del Consejo Privado de Competitividad, han señalado que el éxito uruguayo radica en su enfoque redistributivo, financiado por contribuciones obligatorias que representan el 15% del salario, dividido entre empleado y empleador.
Pero si miramos un ranking más detallado de las mejores jubilaciones en Latinoamérica para 2025, como el hecho por la plataforma Statista, enfocado en montos mínimos en dólares para priorizar el ingreso base de los más vulnerables, Uruguay ocupa el primer lugar con sus 475 dólares.
Le sigue Colombia en segundo puesto con 341 dólares, gracias a un sistema híbrido que combina fondos públicos y privados, ofreciendo alta cobertura pero con críticas por la burocracia en los trámites.
Costa Rica, en tercer lugar con 319 dólares, se beneficia de su énfasis en la sostenibilidad ambiental y beneficios adicionales para jubilados, como descuentos en salud y transporte, lo que mejora la calidad de vida más allá del monto puro.
Argentina cae al cuarto, con 217 dólares, donde la volatilidad económica obliga a frecuentes bonos extraordinarios que no siempre compensan la devaluación, especialmente durante la era de Javier Milei, que ha dejado caer gran parte del peso del ajuste sobre las personas que reciben prestaciones sociales y jubilaciones.
Este ranking, sin embargo, no captura solo números; refleja realidades sociales. En Uruguay, por instancia, la alta expectativa de vida implica que los jubilados pasen décadas dependiendo de estas prestaciones, lo que pone presión sobre el fondo previsional. Comparado con Chile, que puntúa alto en el Mercer Index por su capitalización individual, Uruguay prioriza la solidaridad intergeneracional, pero a costa de un déficit creciente en el BPS, estimado en el 2% del PIB. Países como Panamá, a menudo citados en rankings de «mejores lugares para jubilarse» por su bajo costo de vida y beneficios fiscales para extranjeros, ofrecen pensiones mínimas inferiores pero atraen a retirados internacionales con visas especiales. En México, el sistema ha mejorado con reformas recientes, pero persisten brechas en cobertura rural, donde solo el 60% accede a beneficios.
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