

Jorge Häberli creció entre serruchos, ruedas y asientos. Varias décadas después, con una vida entera dedicada a restaurar autos antiguos, impulsa Nueva Helvecia Ciudad Taller, una ONG que busca rescatar la cultura de los oficios mecánicos y devolverle a la comunidad el valor que alguna vez tuvieron los talleres de barrio. “Me atraen los autos porque, cuando era chico, vivía entre esos vehículos que llegaban a casa para trabajos de carpintería. Jugaba arriba de ellos, veía todo el movimiento, el trabajo… era algo natural para mí”, cuenta Jorge, rodeado de piezas que alguna vez estuvieron oxidadas y hoy lucen como nuevas.
Su abuelo tenía una carpintería y, en esa época, muchos autos eran modificados para ser usados como vehículos de carga: se cortaban, se les quitaba la parte trasera y se les construían cajas de madera para el trabajo en el campo. También se reparaban carrocerías, muchas con estructura de madera. Las capotas, los asientos… todo se hacía de forma artesanal.
“El padre de Henry Klappenbach, por ejemplo, le hacía la tapicería a mi abuelo. Todo en familia, todo con oficio.”
En las décadas de 1950 y 1960, cuando comenzaron a llegar las camionetas con cabina metálica, la carpintería de su abuelo fabricaba las cajas que luego se comercializaban a través de la Casa Greising. “El trabajo estaba estandarizado: en una semana se hacía una caja y se armaba una camioneta lista para vender. Todo hecho acá.”
Con ese legado, Jorge se define como restaurador, pero sobre todo como recuperador. “Mi abuelo cortaba los autos y yo los volví a hacer autos. Restauré camionetas y cajas de madera que él había construido. Todo ese patrimonio me importa: es historia viva.”
Ciudad Taller nació como una forma de preservar ese acervo y, al mismo tiempo, como una escuela. A través de talleres abiertos, se restauran vehículos con valor histórico mientras se transmiten saberes: carpintería, mecánica, tapicería, tornería. Los dueños de los autos aportan los materiales, y la ONG pone la formación y el trabajo. “Tratamos de recuperar siempre las piezas originales. Si no se consiguen, se fabrican. Contamos con un taller con torno y fragua, y también fundimos piezas si es necesario. Yo mismo he hecho muchas cosas en madera y en metal; participo en todo, hasta en la electricidad del vehículo.”
A lo largo de los años, Jorge ha restaurado entre 40 y 50 autos, además de varias motos, especialmente Velosolex. Pero si hay uno que lo marcó fue el Ford A. “Es el auto que más me gustó siempre. Es sencillo, popular. Nació en una época de crisis, cuando hacía falta un vehículo económico. Por eso tuvo tanto éxito.”
También trabajó en modelos de posguerra como el Ford Anglia, Prefect, Topolino y el Ford Taunus de 1950, autos pequeños pensados para la clase media que necesitaba volver a moverse después de la guerra. “Uno los ve en la calle y no dicen mucho, pero después de restaurados se aprecia el valor que tienen. Y los veteranos los reconocen.”
Hoy, Ciudad Taller está embarcado en una campaña para contar con su propia sede. Jorge sigue firme, entre fierros, historia y madera, defendiendo una idea: restaurar no es solo arreglar lo roto, es mantener viva la memoria con las manos.
pablo
Fuente de esta noticia: https://helvecia.com.uy/2025/08/09/jorge-haberli-y-la-historia-de-una-carpinteria-historica/
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