

UNA MIRADA NEUROPSICOLÓGICA A LA DOPAMINA Y LA SEROTONINA.
Vivimos en una era de gratificación inmediata. Desde un «me gusta» en redes sociales hasta una porción de comida rápida o una compra impulsiva, las oportunidades para experimentar placer son constantes. Pero no todo placer conduce a la felicidad. De hecho, existe una diferencia crucial entre el placer adictivo y la verdadera felicidad, una diferencia que tiene raíces profundas en el cerebro y sus neurotransmisores: la dopamina y la serotonina.
¿Qué es el placer adictivo?
El placer adictivo es un tipo de experiencia placentera intensa pero efímera, que genera una descarga alta de dopamina y lleva al cerebro a buscar repetidamente ese estímulo. No está relacionado con el bienestar profundo, sino con la búsqueda constante de más.
Características del placer adictivo:
- Es intenso pero pasajero.
- Se activa con estímulos externos: comida ultraprocesada, redes sociales, pornografía, alcohol, drogas, compras impulsivas, etc.
- Genera tolerancia, es decir cada vez se necesita más del estímulo para sentir el mismo efecto.
- Provoca ansiedad, vacío o culpa cuando no se tiene acceso al estímulo.
- Se basa en el deseo, no en la satisfacción duradera.
El papel de la dopamina: el neurotransmisor del deseo.
La dopamina es un neurotransmisor asociado al placer, la recompensa y la motivación. Actúa como un «impulsor» que nos mueve a buscar lo que nos resulta placentero. Sin embargo, el exceso de dopamina, especialmente cuando es provocado artificialmente (como con drogas, comida chatarra o redes sociales), puede generar dependencia y adicción.
El problema no es la dopamina en sí, sino su activación desregulada y repetitiva, que reprograma el cerebro para priorizar lo inmediato sobre lo significativo.
¿Y qué es la verdadera felicidad?
La felicidad verdadera, a diferencia del placer adictivo, es estable, profunda y duradera. No depende de estímulos constantes, sino de una sensación interna de bienestar, conexión, propósito y paz. Aquí entra en juego otro neurotransmisor clave: la serotonina.
Características de la verdadera felicidad.
- Es tranquila, no eufórica.
- Se relaciona con la gratitud, el amor, el equilibrio y el sentido de vida.
- Se cultiva con hábitos saludables: buena alimentación, ejercicio, meditación, relaciones significativas.
- No genera dependencia, sino autonomía emocional.
- Permite estar bien incluso en la ausencia de estímulos placenteros.
El papel de la serotonina: el neurotransmisor del bienestar.
La serotonina regula el estado de ánimo, el apetito, el sueño y la percepción de bienestar. A diferencia de la dopamina, no impulsa la búsqueda compulsiva, sino que favorece la estabilidad emocional. Sus niveles se ven favorecidos por hábitos sostenibles y naturales, como:
- Dormir bien.
- Tener vínculos afectivos.
- Alimentarse de forma equilibrada.
- Hacer ejercicio regularmente.
- Practicar la meditación y la gratitud.
Consecuencias del placer adictivo sostenido.
- Adicción y pérdida de control.
- Desregulación emocional (cambios bruscos de humor, ansiedad, apatía).
- Reducción de la sensibilidad dopaminérgica (anhedonia: incapacidad de disfrutar).
- Aislamiento social y pérdida de propósito.
- Problemas físicos como obesidad, insomnio, fatiga crónica.
¿Cómo dejar el placer adictivo y cultivar la verdadera felicidad?
- Conciencia: Identifica cuáles de tus placeres son adictivos y cuáles son nutritivos.
- Desintoxicación digital y sensorial: Reduce progresivamente los estímulos de gratificación inmediata.
- Construye hábitos de serotonina: come saludable, haz ejercicio, duerme bien, respira con calma.
- Busca profundidad, no intensidad: conecta con lo que te nutre emocional y espiritualmente.
- Permítete el aburrimiento y la pausa: ahí es donde florece la claridad emocional.
En un mundo saturado de estímulos, aprender a diferenciar entre el placer que esclaviza y la felicidad que libera es un acto de amor propio. La dopamina puede motivarnos, pero sin regulación, nos arrastra al vacío de lo inmediato. La serotonina, en cambio, nos sostiene en el camino del equilibrio, la conexión y el bienestar duradero. Educar nuestro sistema de recompensa es clave para una vida plena y consciente.
La verdadera felicidad que solo proviene de Dios.
En un mundo que corre tras placeres efímeros, logros materiales y validaciones externas, la felicidad parece haberse convertido en una meta inalcanzable para muchos. Sin embargo, la verdadera felicidad no se encuentra en lo que tenemos, sino en quién habita nuestro corazón.
La felicidad genuina no es un estado pasajero, sino una paz interior profunda que solo Dios puede dar. Es esa serenidad que permanece incluso en medio de la tormenta, esa luz que brilla cuando todo parece oscuro, esa certeza de que somos amados, guiados y sostenidos por un Padre celestial que no falla.
Jesús lo dijo claramente:
“Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo.” (Juan 15:11)
El gozo que viene de Dios no depende de las circunstancias. No se agota con los días difíciles ni se desvanece con los cambios de la vida. Es una fuente inagotable que brota del alma que ha encontrado su propósito, su identidad y su descanso en el Creador.
Cuando Dios habita en nosotros, ya no necesitamos buscar aprobación constante, ni consumir cosas para sentirnos plenos. La presencia de Dios llena los vacíos que nada ni nadie más puede llenar. Nos da amor que no cambia, paz que sobrepasa todo entendimiento, y esperanza que no decepciona.
La verdadera felicidad no es tenerlo todo, sino saber que en Dios ya lo tenemos todo. Es caminar en obediencia, en gratitud y en fe, sabiendo que Él es fiel, que sus planes son buenos y que nuestra vida tiene un propósito eterno.
«Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.» Salmos 37:4:
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Dra. Elizabeth Rondón.
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