

Cada 7 de agosto, Colombia honra uno de los episodios más decisivos de su historia: la Batalla de Boyacá, un enfrentamiento que no solo marcó el camino hacia la independencia del país, sino que también consolidó el sueño libertador de una gran nación latinoamericana. Esta batalla, librada en 1819, fue el punto de quiebre definitivo para el dominio español en el territorio de la entonces Nueva Granada.
El sueño de libertad toma forma.
A comienzos del siglo XIX, gran parte de América Latina estaba sometida al dominio colonial español. Sin embargo, las ideas ilustradas, la influencia de la Revolución Francesa y los ejemplos de independencia en otros territorios avivaron el deseo de libertad en los pueblos americanos. En la Nueva Granada (hoy Colombia), los movimientos independentistas comenzaron a consolidarse, pero enfrentaban una dura resistencia por parte del ejército realista.
El 7 de agosto de 1819, luego de una intensa campaña militar conocida como la Campaña Libertadora, el ejército patriota liderado por Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y otros héroes independentistas, se enfrentó al ejército español en las cercanías del puente de Boyacá, sobre el río Teatinos, a pocos kilómetros de Tunja.
La batalla: estrategia, valentía y un héroe afrodescendiente.
La confrontación comenzó cerca del mediodía y duró alrededor de dos horas. Aunque en número los realistas eran comparables a los patriotas, la estrategia de Bolívar fue decisiva. El ejército libertador se dividió en tres frentes: la vanguardia, el centro y la retaguardia, logrando rodear al enemigo y cortar sus rutas de escape hacia Santa Fe (actual Bogotá).
En medio de esta maniobra se destaca una figura crucial: el coronel Juan José Rondón, un llanero valiente de origen humilde y afrodescendiente, quien se convirtió en uno de los héroes más recordados del combate. Bolívar, al ver la indecisión de algunos jefes patriotas, exclamó: «¡coronel Rondón, salve usted la patria!» A lo que Rondón respondió con determinación, liderando una carga de catorce lanceros, que penetró las líneas enemigas, desestabilizó al ejército realista y selló el destino de la batalla.
Este acto heroico no solo marcó un giro en el campo de batalla, sino que se convirtió en un símbolo de coraje, entrega y la participación decisiva de los afrocolombianos en la independencia de Colombia.
Nace la libertad.
La Batalla de Boyacá no solo significó una victoria militar; fue la puerta de entrada a la independencia definitiva de Colombia, que se concretaría en los años siguientes. La capital cayó en manos patriotas sin resistencia, y los caminos quedaron abiertos para liberar otros territorios del virreinato. Esta victoria también fue fundamental para el proyecto de la Gran Colombia, una república unificada soñada por Bolívar, que incluiría a Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá.
El Puente de Boyacá: símbolo patrio.
Hoy, el Puente de Boyacá es un sitio histórico y turístico de gran valor. Allí se alza un complejo monumental con esculturas y símbolos que recuerdan la gesta libertadora. Entre ellos destaca la figura de Rondón, inmortalizado en el Monumento a los Lanceros del Pantano de Vargas, en reconocimiento a su valentía.
La Batalla de Boyacá no fue solo un enfrentamiento entre dos ejércitos; fue el resultado de años de lucha, sueños de libertad y un deseo profundo de autodeterminación. Recordarla es entender que la independencia no fue un regalo, sino una conquista forjada con sangre, estrategia y coraje. Hoy, más de dos siglos después, su legado nos invita a valorar la paz, la soberanía y la unidad como pilares fundamentales de la nación colombiana.
«La diestra de Jehová hace proezas. La diestra de Jehová es exaltada; La diestra de Jehová hace proezas.» Salmo 118:16.
