

Carlos Fajardo «Fastidiardo» X CarlosFajardila
Cuando hace unos meses un juez, muerto de miedo, después de retener por largo tiempo el
expediente, luego de un juicio llevado a cabo de frente al país, con la mayor publicidad y
generando las mayores expectativas, pues no todos los días se procesa a un miembro de la alta
aristocracia colombiana, de esa que huele a coca, a sangre, a despojo, esa misma clase cargada de
tinieblas y secretos conspicuos, exoneró al hermano del mesías, a Santiago, el apóstol preferido, la
horda criminal que los secunda prorrumpió en gritos, alaridos de alabanza, tiros al aire,
declaraciones obscenas con voz aguardentosa.
No hubo protestas, marchas con sombreros aguadeños y decenas de buses fletados, los miembros
de la jauría estaban satisfechos y las víctimas estaban más que nunca intimidadas y vulnerables.
Esa es la clase de justicia que a ellos les gusta, una justicia timorata, un remedo de justicia que
toma decisiones contra-evidentes, una justicia impartida por jueces pusilánimes.
Está claro que, si nos situamos dentro del marco referencial de la senadora Paloma Violencia, ese
juez si era uribista, pues, lo que queda claro es que para que la justicia no sea objeto de sus
ataques y de sus amenazas, para que esa justicia sea aceptable,
“objetiva”, el juez, debe, si o si, ser uribista.
Un rosario de muertos entre los testigos precedió esa decisión del juez, una larga cola de
delincuentes, como ya es habitual entre los hijos del testaferro, declaró que el apóstol Santiago
era un ser maravilloso, bondadoso, un buen ciudadano, prácticamente un beato,
Las víctimas, muy decepcionadas y dolidas, por la sorprendente decisión y su mediocre
justificación, anunciaron la apelación del fallo.
Poco más o menos habían sido expuestas y usadas y, sin la menor duda, se encontraban con más
veras en peligro de ser “neutralizados” como se suele decir en el argot paramilitar.
De ese día para acá la prensa enmudeció, ya no hubo más comentarios de “expertos” de opereta,
ya para qué, al fin de cuentas el bandido se había salido con la suya, no se volvió a saber de la
apelación, suponemos que está en marcha, tal vez un día de estos nos sorprenda un juez
reabriendo el caso, vaya uno a saber y, nuevamente, como por arte de magia, aparecerá el barullo
y la polémica, cadenas de oración, beatas que se rasgarán las vestiduras, sujetos disfrazados de
caballeros andantes, pancartas, toda la cacofonía de recursos para intimidar al juez, a los testigos,
a las víctimas y manipular a la opinión pública.
Pero la vida sigue y en una familia de delincuentes está claro que si no es el uno, es el otro, el que,
en su habitual desafío a la justicia fuerza a ésta a evaluar sus acciones y, pese a las “trampitas”, los
aplazamientos, las jugaditas, tarde o temprano enfrenta una decisión y rara vez esa decisión se
puede dar en derecho.
A lo largo de estos meses hemos sido invitados a ver en vivo y en directo los esfuerzos de otras
víctimas por demostrar que ya no el apóstol preferido, sino el tal mesías más bien parece ser un
anticristo, que manipuló testigos, que intentó engañar a la justicia, nada del otro mundo, simples
digresiones inocentes en un sujeto que ha violado de pé a pá el código penal colombiano. Hemos
visto la cantidad de trucos que han puesto en marcha los rábulas que lo defienden, no han faltado
los editoriales de, presuntamente, sesudos juristas, expertos en derecho penal, declarando acerca
de que a su autorizado parecer el bribón es inocente , periodistas ex-funcionarios del cuestionado
que sugieren a la juez a cargo del caso no avanzar hacia una condena.
Y el sujeto anda nervioso , casando peleas con todo el que se asoma. intentando ganar mediática y
políticamente lo que no pudo demostrar en el juicio. En esos días su atención la dirigió a atacar al
presidente Petro pues este reaccionó ante las presiones intimidantes que alfiles de la prensa y
politiqueros de ultraderecha han perpetrado en contra de la jueza Sandra Heredia.
Y qué decir, el tipo se despachó, y, en seguida, como autorizados por un ser de las alturas, como si
se tratara de una virulenta y pustulosa infección, aparecieron pronunciamientos de toda clase de
individuos para presionar por un veredicto de inocencia. El ambiente se tornó oscuro, sospechoso,
ominoso: Toda la maquinaria del asesino serial se puso en alerta, en la oscuridad sus asesinos a
sueldo afilaban sus puñales para darnos una muestra de su execrable poder una vez que el sujeto
sea condenado.
Entre tanto, aparte de escritos de dudoso valor jurídico de periodistas a sueldo, cartas de
presuntamente “renombrados” puristas que sólo los oscuros conocen, editoriales en los medios
del establecimiento o ¿por qué no decirlo? medios propiedad de los “cacaos”, que disertan acerca
de la “inconveniencia” de condenar al imputado, claro, ¿cómo puede ser “conveniente” que un
criminal de alcurnia pague por sus crímenes?
Panegíricos que resaltan la personalidad del gran manipulador, sus presuntos aportes a la paz
(Creo que se refieren a los 6402 muchachos que “no estaban propiamente recogiendo café”), su
condición de abuelo, ex senador, ex presidente: Toda una campaña mediática por radio, prensa,
televisión, redes sociales, pancartas callejeras y cuanta cosa hay, a un costo extraordinario exigen
que el imputado sea declarado inocente.
En medio de todo eso apareció un nota en la que alguno recomendaba la juez algo así como
“hacer caso”, “hacer lasa cosas bien” por el bien de su familia…Nunca se había dado algo de esa
magnitud para defender a un sujeto al que en el juicio sólo defendieron delincuentes y lo hicieron
tan caóticamente que incurrieron en contradicciones y falsedades más que evidentes.
El 28 de Julio, sin embargo , luego de la lectura de un pormenorizado escrito en el que, con el peso
de poderosos argumentos jurídicos, la Juez Sandra Heredia desmanteló la estrategia llena de
falacias y trampas retóricas de la defensa, Uribe fue hallado culpable por fraude procesal y
soborno a testigos. Hoy 1 de Agosto la Juez lo sentenció a 12 años de prisión.
Las víctimas pueden respirar. El ambiente enrarecido de corrupción y manipulación empieza a
despejarse. La justicia se pronunció y no queda sino avalar esa dura sentencia de la vida: No hay
deuda que no se pague, ni plazo que no se cumpla
