Calor, acidez y escasez de alimento amenazan los ecosistemas marinos

Una combinación de tres fenómenos viene amenazando cada vez más los ecosistemas de las regiones sur y ecuatorial del Océano Atlántico: olas de calor marinas, alta acidificación y baja concentración de clorofila.

Antes de 2016, era raro que estos fenómenos ocurrieran al mismo tiempo. Desde entonces, han comenzado a suceder todos los años. Los tres fenómenos son resultado de la emergencia climática.

El océano es uno de los reguladores del clima: absorbe cerca del 90% del calor de la atmósfera y el 30% del dióxido de carbono (CO₂). Cuando el calor atmosférico es excesivo, ocurre el sobrecalentamiento del océano. A su vez, la acumulación de CO₂ aumenta la acidificación de las aguas.

Estos eventos podrían mitigarse si hubiera una oferta adecuada de alimento para las especies marinas. Algunos ecosistemas pueden sobrevivir a aguas más cálidas y ácidas si cuentan con disponibilidad alimentaria.

Sin embargo, cuando el agua está demasiado caliente, hay menos gases que sirven como nutrientes para las algas microscópicas, las cuales forman la base de la cadena alimentaria oceánica.

Como resultado, aumentan los riesgos de mortalidad de especies marinas y de pérdidas para la sostenibilidad de las actividades pesqueras y de la maricultura.

La mayor incidencia de estos tres fenómenos impide la recuperación de los ecosistemas, ya que se requiere un tiempo mínimo para ese proceso.

Estudio

El estudio fue publicado en la revista Nature Communications y cuenta con la participación de investigadores de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) y del Instituto Nacional de Investigaciones Oceánicas (INPO).

Se analizaron datos desde 1999 hasta 2018, periodo en el que fue posible cruzar las tres variables con seguridad. Los datos fueron recolectados con ayuda de satélites de investigación.

El monitoreo preciso de la temperatura de los océanos es posible desde 1982; sobre la clorofila, desde 1998; y sobre la acidez, la última actualización fue en 2018.

Se evaluaron seis regiones del Atlántico Sur, debido a su alta biodiversidad y productividad biológica. Entre ellos se encuentran el Atlántico Ecuatorial Occidental (cerca de la costa del noreste brasileño), el Atlántico Subtropical Occidental, la Confluencia Brasil-Malvinas, el Golfo de Guinea, el Frente de Angola y la Fuga de las Agujas (que conecta los océanos Atlántico e Índico).

Según el estudio, estas regiones son responsables de la pesca de ocho millones de toneladas de organismos marinos al año, que sustentan a comunidades costeras de América del Sur y África.

La seguridad alimentaria de países en estas costas se ve directamente impactada, ya que depende de tales recursos marinos.

Regina Rodrigues, investigadora de la UFSC y del INPO, afirma que los estudios sobre estos fenómenos pueden ayudar en la formulación de políticas y en la toma de decisiones más acertadas sobre los océanos.

“Los ecosistemas marinos están bajo presión por diferentes tipos de contaminación: desechos químicos, agrícolas, pesticidas, aguas residuales sin tratar. Además de la pesca ilegal, que se practica a un ritmo mayor del que las especies pueden reproducirse. Deberíamos crear más áreas de conservación y regulaciones para aliviar estas presiones sobre el ecosistema. El calentamiento y la acidez del mar no podemos combatirlos ahora, porque requieren medidas más amplias de reducción de gases de efecto invernadero”, evalúa la investigadora.