

CLAVE PARA UNA VIDA MÁS SANA Y FELIZ.
En un mundo donde reina la incertidumbre, muchas personas buscan refugio en el control. Planificar, anticiparse, corregir, tener todo “bajo control” parece ofrecer seguridad. Sin embargo, esta necesidad puede convertirse en una trampa emocional que genera ansiedad, tensión y frustración. Aprender a soltar el control no es rendirse: es recuperar la libertad interior y abrirse a una vida más auténtica y serena.
¿De dónde nace la necesidad de control?
La raíz de este patrón suele estar en el miedo. Miedo a lo desconocido, a equivocarse, al rechazo o a repetir experiencias dolorosas del pasado. Muchas personas que crecieron en entornos inestables o inseguros desarrollaron el control como una forma de protegerse.
Además, vivimos en una sociedad que exalta el éxito, la perfección y la eficiencia. Desde pequeñas, muchas personas aprenden que ser responsables es preverlo todo, que equivocarse es fracasar, y que pedir ayuda es una señal de debilidad. Así, el control se vuelve un escudo… que termina aislando.
Consecuencias de querer controlarlo todo.
A simple vista, tener el control parece una virtud. Pero cuando se vuelve excesivo, genera consecuencias profundas en la salud y las relaciones:
- Estrés y ansiedad constantes: la mente no descansa, siempre anticipa peligros o errores.
- Relaciones tensas: intentar controlar a los demás daña la confianza y genera conflicto.
- Baja tolerancia a la frustración: lo inesperado se vive como una amenaza.
- Cansancio físico y mental: el cuerpo también se agota intentando sostener lo que no depende de él.
Peor aún, quien vive controlando pierde la capacidad de disfrutar el presente. La vida se vuelve una lista de pendientes que nunca se termina.
Soltar no es rendirse: es sanar.
Soltar el control es un acto de amor propio y libertad emocional. Es aceptar que no todo está en nuestras manos, y que muchas veces, lo mejor sucede cuando dejamos espacio a lo inesperado.
¿Cómo comenzar este proceso?
- Reconocer el miedo: el control es una máscara. Debajo suele haber temor. Observarlo sin juicio es el primer paso.
- Aceptar la vulnerabilidad: no podemos con todo, y eso no nos hace menos valiosos.
- Confiar: en la vida, en las personas, en los procesos. Aunque duela, aunque no entendamos el “por qué”.
- Vivir el presente: practicar mindfulness, respirar, observar lo que ocurre aquí y ahora sin anticipar el futuro.
- Agradecer lo que no controlamos: muchas de las mejores cosas que nos han pasado no estaban en nuestros planes.
Una vida más liviana es posible.
Soltar no significa vivir al azar. Significa elegir conscientemente lo que sí está en nuestras manos (nuestras emociones, nuestras reacciones, nuestras decisiones) y entregar lo demás a la vida con humildad.
Las personas que aprenden a soltar el control descubren que pueden respirar más profundo, amar sin condiciones, equivocarse sin culpa y vivir sin miedo constante. Se vuelven más humanas, más flexibles, más reales.
Porque al final, la verdadera fortaleza no está en controlarlo todo, sino en saber fluir con lo que llega.
“El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz”. (Números 6:24-26)
Si necesitas apoyo psicológico especializado virtual individual o terapia de pareja, comunícate conmigo.
Dra. Elizabeth Rondón.
Tlf. +583165270022
Correo electrónico: Elizabethrondon1711@gmail.com
