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El acuerdo firmado entre Colombia y la Casa de Moneda de Portugal marca no solo el inicio de una nueva era en la expedición de pasaportes, sino también un punto de inflexión en la recuperación de la soberanía tecnológica del país. Tras meses de incertidumbre, desacuerdos internos y presiones políticas, el jefe del Despacho Presidencial, Alfredo Saade, lideró con rigor el proceso que finalmente le pone fin al control privado de los datos personales de millones de colombianos.
En declaraciones públicas, Saade no solo celebró el logro sino que aclaró las verdades detrás del proceso, desmontando la narrativa de la ex canciller Laura Sarabia, quien intentó atribuirse el diseño de la ruta que hoy culmina con éxito. “No había hoja de ruta. No hubo voluntad ni intención de firmar». Para muchas voces lo único que existía era el interés de extender indefinidamente el contrato con Thomas Greg & Sons, sin fecha clara, sin transición real y sin soberanía para el país”, aseguraron .
En contraste, la decisión tomada por el presidente Gustavo Petro de encomendar esta misión al equipo de Presidencia permitió encaminar un proceso serio, con mesas técnicas, negociaciones bilaterales y una propuesta clara de Estado. El acuerdo firmado garantiza una transición de siete meses durante los cuales continuará operando el actual proveedor, mientras se transfiere la tecnología a la Imprenta Nacional, donde por primera vez será el Estado colombiano -y no una empresa privada- el que resguarde y administre los datos de sus ciudadanos.
El presidente Petro ha sido enfático: este no es un simple contrato, sino un acto de soberanía. “La expedición de pasaportes ya no estará en manos privadas. El manejo de los datos pasa ahora al Estado, como debe ser en una democracia que se respeta”, declaró.
El paso es histórico. No solo porque rompe con años de dependencia de un monopolio, sino porque reivindica el valor de la planeación estatal, del trabajo técnico silencioso y del compromiso político con el interés general. No se trata de sacar pecho por algo que no se hizo. Se trata de reconocer que gobernar es asumir responsabilidades, tomar decisiones difíciles y dar resultados, no solo discursos.
Hoy Colombia da un paso firme hacia la autonomía tecnológica y la protección de su información más sensible. Y lo hace de la mano de quienes, sin estridencias, construyen desde el fondo la transformación que muchos prometieron, pero pocos ejecutaron
