Brasil y China acuerdan un nuevo corredor logístico y dejan a Uruguay fuera del mapa

Brasil y China dieron un paso estratégico al acordar el desarrollo de un nuevo corredor logístico que unirá el océano Atlántico con el Pacífico a través de Brasil, Bolivia y Perú, dejando a Uruguay fuera de esta ruta comercial clave hacia Asia.

El proyecto contempla una vía ferroviaria bioceánica que partiría desde el estado brasileño de Bahía y cruzaría el continente hasta el puerto peruano de Chancay, recientemente inaugurado con participación mayoritaria de capitales chinos. Esta infraestructura permitiría a Brasil exportar productos a Asia con una reducción significativa en tiempos y costos de transporte: hasta 12 días menos en relación con las rutas tradicionales que utilizan el Canal de Panamá.

Un cambio de tablero logístico

Con esta nueva conexión, Brasil busca potenciar su producción agroindustrial y minera accediendo al mercado asiático de forma más directa y eficiente. Para China, se trata de una jugada clave dentro de su ambiciosa iniciativa de la Franja y la Ruta, que busca tejer una red global de infraestructura y comercio.

El puerto de Chancay, en la costa peruana, está preparado para recibir buques de gran calado y operar con tecnología de última generación. Su conexión con el interior del continente a través de un ferrocarril de carga convertiría al corredor Brasil–Perú–China en una alternativa atractiva al comercio marítimo por el Atlántico Sur.

¿Y Uruguay?

Uruguay queda completamente al margen de esta nueva ruta. Aunque geográficamente está mejor posicionado para conectarse con Asia a través del Atlántico, no fue contemplado en el esquema logístico. El eje del proyecto se centra en conectar las zonas productivas del centro-norte brasileño directamente con el Pacífico, sin pasar por el Cono Sur.

Las razones parecen estar más ligadas a la escala de producción, la distancia y la capacidad de carga que a una decisión política. Aun así, el efecto para Uruguay es claro: mayor competencia logística regional y menor protagonismo en el comercio internacional con Asia, un mercado clave para las exportaciones de alimentos y materias primas.

Lo que está en juego

Para el empresariado uruguayo, este movimiento puede suponer una pérdida de oportunidades si no se activan estrategias para integrarse —aunque sea de forma indirecta— a estos nuevos corredores. También plantea la necesidad de revisar la infraestructura local y los acuerdos comerciales vigentes, buscando que Uruguay no quede aislado de las grandes rutas del comercio global.

El desafío será anticiparse a los cambios, fortalecer las alianzas regionales y posicionarse con productos de mayor valor agregado que mantengan al país competitivo, incluso por fuera de los grandes trazados ferroviarios.

Visión Marítima