
En una época tan propicia a disfrutar de sobremesas largas y días que sólo pierden la luz cuando en invierno llevamos horas durmiendo, queremos recomendaros una serie de títulos que, si bien son disfrutables en cualquier otra época del año, seguro que añaden más buenos recuerdos a tu verano si te pierdes en sus páginas. Se trata de Frankenstein, de Mary Shelley; Drácula, de Bram Stoker y Notre Dame de París, de Victor Hugo. Tres verdaderos clásicos de la literatura universal que dieron a la imaginería popular tres mitos icónicos que nunca dejan de ser actuales. Hace poco otras vampiras eran invitadas aquí y recordábamos que al remake del Nosferatu de Robert Eggers de 2024, este 2025 llega otro remake, de Drácula, firmado por Luc Besson. Pero es que con una diferencia de apenas un mes, Planeta Cómic editaba una versión en cómic de Nosferatu a cargo de Diego Olmos y uno de nuestros autores favoritos, lo sabéis, al artista Tomás Hijo, ha dado a luz una nueva versión ilustrada del Drácula de Stoker con sus originales grabados únicos. Por si fuera poco, ya hay imágenes de la nueva versión cinematográfica de Frankenstein a cargo de un gigante del género fantástico como Guillermo del Toro.

De modo que cualquier excusa es buena para recuperar joyas tan exquisitas como esta trilogía verdaderamente monstruosa en más de un sentido, donde el legendario dibujante George Bess, quien llegó a dibujar The Phantom (El Hombre Enmascarado) para el mercado escandinavo a partir de 1975, o El Lama Blanco con guion de Alejandro Jodorowsky, entre mil y una maravillas, se embarcó en este increíble viaje creativo promovido por su editor. Como recuerda el autor: «mi editor había asistido a algunas exposiciones de mis dibujos a gran escala (de 1 a 8 metros cuadrados) que había hecho para galerías de arte (nada que ver con los cómics) para exhibirlos en galerías, ferias y centros de arte. Tuvo la idea de sugerirme que hiciera Drácula, porque estos dibujos ocultaban aspectos de lo que llamamos «gótico», con calaveras, huesos, flores, etc. Y además, el blanco y negro, que contribuye a la atmósfera». Su admiración por las criaturas oscuras le llevó más allá de la leyenda del conde de Transilvania, por supuesto: «naturalmente, una vez adaptada Drácula, Frankenstein fue una decisión obvia. Sobre todo porque tengo una conexión especial con estas dos obras: las devoré una tras otra cuando tenía 13 años. Estos son casi mis primeros libros como joven lector, y me dejaron recuerdos memorables y extraordinarios. Recuerdo horas realmente intensas leyéndolos». Concluir esta serie de libros con un clásico francés como Notre Dame de Paris para ese mercado franco-belga que hizo de Bess la leyenda viva que es, fue algo igual de natural. La recompensa, para fortuna del público en España, es poder disfrutar de tres libros realmente espectaculares que Norma Editorial ha publicado en un enorme, cuidado y excelsa edición en tapa dura con incrustaciones doradas en el caso de Drácula, plateadas en el caso de Frankenstein y con ribetes entre carmesí y granate en el de Notre Dame de París, todo ello con un papel de sobrado gramaje que hacen que la lectura y visionado de los dibujos en blanco y negro de Bess sea doblemente placentera.

Con este personaje tan inmortal como su leyenda ficticia no pasan los años. No hay año en que creadores de todo arte imaginable se resistan a retomar la figura de Drácula. Hemos mencionado sus cercanas incursiones cinematográficas, pero el cómic nunca quedó al margen de semejante universo de posibilidades: desde Gene Colan a Mike Mignola, pasando por maestros como Philippe Druillet, Hermann, Guido Crepax, Esteban Maroto o Bernie Wrightson, no hay dibujante ni sello editorial afín a la fantasía que no haya sucumbido alguna vez al magnetismo del sangriento conde transilvano y la suculenta galería de personajes asociados y condenados en la ficción por su figura: el joven abogado Jonathan Harker adentrándose en los Cárpatos para visitarle en un inhóspito castillo; Lucy Westenra, la amiga de Mina Harker, esa hermosa joven que cada día luce más pálida y débil por motivos que la ciencia ignora. Y, por supuesto el profesor Abraham Van Helsing, quien investigará el caso de la muchacha para descubrir que los vampiros de los que hablan los libros son cualquier cosa menos una superchería.

Lo que hace única y necesaria la versión de George Bess es que el autor, una vez que logró encontrar la forma de adentrarse en el personaje y la forma de contar la historia, logró contener en viñetas y con las herramientas narrativas del cómic, esas espectaculares ilustraciones que le dieron la idea originalmente a su editor. Y eso es algo que se nota pasada apenas la primera página. En la galería necesaria de elementos, paisajes y escenarios que siempre formaron parte de Drácula como cementerios, mazmorras, espejos que no reflejan a todo el mundo, crucifijos abrasadores, collares de dientes de ajo, ataúdes chirriantes y estacas directas al corazón, recurrió a la esencia del dibujo para trasladarnos como pocos autores son capaces de hacerlo.

Alejado de un color que sabe manejar con igual maestría, el blanco y negro en este Drácula es capaz de lograr tal efecto de inquietud mirando sus dobles páginas que la inmersión en la historia es completa. «Me parece que el color eclipsa el dibujo -explica George Bess al respecto de su uso del blanco y negro en Drácula–. Me encanta cómo dibujan los dibujantes, pero ya no los vemos bajo el color. Vemos formas, un personaje, pero ya no vemos la línea en sí. Sin embargo, la línea en sí misma despierta emociones particulares. Alguien dijo que «la forma crea emociones», y creo que es cierto. Una forma bonita dibujada o pintada, o un hilo, una foto, lo que sea, cualquier forma, te provoca una emoción o no. En general, te gusta o no. Me gusta un poco eso, busco el dibujo que genere más emociones, tanto para mí como para los demás. Y siento que, de repente, me engancha. Es como tocar una cuerda y ésta resuena con otra. Cuando es bueno, lo sabes, pero primero tienes que ir al azar».

«Para Drácula -contaba George Bess en una de las muchas entrevistas promocionales que dio en su día en Francia ante la publicación del libro-, viajé a Inglaterra, y un amigo que vive en Londres me introdujo al siglo XIX inglés, su literatura, su arquitectura… Me llevó a comer a los pubs que frecuentaba Bram Stoker, en los barrios donde vivía. Me hizo visitar un cementerio increíble, el Cementerio de Highgate. Todo eso me nutrió muchísimo. ¡Esto también forma parte de hacer un cómic! Así que cada creación es un reto; sin embargo, uno de los «trucos» que he encontrado para resolver todas las dificultades es confiar en mí mismo y dejarme llevar… Esto es lo que me hizo preferir dibujar ciertas escenas a otras… Imagino que es la intuición. Cuando ves eso, es bastante impresionante. Así que empezó a funcionar en mí. Cuando vi la realidad, cuando vi aquello, Bram Stoker estaba conmigo».


Curiosamente, antes de Drácula, George Bess ya había dibujado vampiros aunque, como recuerda el autor, especialmente irónico y a la vez crítico, su obra El vampiro de Benarés poco o nada tiene que ver con el Drácula de Stoker: «En realidad, son historias de vampiros. Es una broma que quería hacer, por así decirlo. Un día tuve una revelación y me dije: en realidad, hablamos de vampiros y todo eso, está de moda, sale por todas partes en la tele, pero existen de verdad. Existen en la realidad, solo que no los vemos como lo que son. No hablamos de ellos como vampiros, pero están por todas partes. Están en ejércitos, bancos, gobiernos sobre todo; también hay un buen ejemplar en Turquía llamado Erdogan; si vas a Rusia encontrarás otro, supuestamente un atleta, pero sigue siendo pésimo; están por todas partes, ¿no? Ni hablaré de Francia… En cuanto veo a un político, es un vampiro, porque ¿por qué está ahí? La diferencia que enfatizo en mi historia es que no se alimentan de la sangre de la gente, sino de la miseria del mundo. Siempre ganan. Y no creo que el mundo esté mejorando. Imaginé una trilogía para vendérsela a mi editor. Si le hubiera dicho directamente adónde iba, se habría reconocido como un vampiro y no habría aceptado publicarme. Así que inventé una historia prácticamente policiaca donde un tipo pasa por un templo, como por casualidad, y llega al mundo de los vampiros, se convierte en vampiro; una historia sobre una araña gigante; puedes hacer lo que quieras. Lo que no debes olvidar es que estas son solo historias de ficción. Bram Stoker es solo un tipo como yo, o como tú, que empezó a escribir algo y estaba en este lado oscuro de las cosas y creó un personaje que estaba lejos de ser estúpido; era interesante, de hecho. Pero no debemos olvidar que estas son solo historias. Hay gente que se lo toma muy en serio. En todas las entrevistas que estoy dando para este libro, es extraordinario el interés que tenemos por una obra de ficción. Podríamos hacer eso, no sé, con Robinson Crusoe; es una obra de ficción, lo sabemos, pero no hay el mismo entusiasmo».

Lo que nos deja boquiabiertos, en todos los casos, es asistir a una lección magistral de dibujo de vieja escuela, de los que nos hacían delirar de placer y espanto al mismo tiempo en las curtidas páginas ochenteras de publicaciones como Dossier Negro, Creepy o Rufus. Y al final, con un planteamiento gráfico y narrativo que no sólo convence, sino que es capaz de sorprender por su originalidad visual en infinidad de brutales páginas de enormes viñetas y detallado dibujo, George Bess casi hace nueva una de las historias más veces contadas de la historia. Y ésta sigue sin agotarse, brindando una nueva lectura y emociones cada vez que volvemos sobre ella. Los tiempos cambian, los miedos también, pero los clásicos permanecen siempre. Y el Drácula de Georges Bess es una obra imprescindible que desde luego sigue poniendo los dientes muy largos a los amantes del mejor cómic.
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Frankenstein es otro clásico absoluto de la literatura y, dentro de ésta, imprescindible del género de terror. Porque resulta difícil creer que haya un solo ser humano que no conozca al monstruo de Frankenstein creado por la inmortal Mary Shelley. Y cómo mínimo, incluso sin ser aficionado a la temática fantástica de la novela original, seguro que conoces al menos tres adaptaciones cinematográficas, alguna teatral y decenas de versiones en cómic. Bueno, ese es uno de los grandes detalles que tienen los clásicos: las obras que persisten al paso del tiempo son vistas con ojos diferentes según la época en que se lean. Hoy en día, de hecho, muchas obras originales corren el peligro de desaparecer por la nefasta influencia de la «corrección política». En el otro lado: nadie lee ni visualiza el mismo libro de la misma forma. Centrados en el cómic, son muchas las versiones que nos han hecho quitarnos el sombrero y que resulta imposible no admirar, como podrían ser el impresionante Frankenstein ilustrado por el maestro Berni Wrightson. Aunque muchos otros autores célebres se han atrevido a ofrecer su versión y deleitarnos con visiones diferentes del clásico monstruo: desde grandes del terror como el japonés Junji Ito hasta dibujantes habitualmente irreverentes como el alemán Ralf König, autores innovadores como Gris Grimly o Ben Stenbeck (con guión de Mike Mignola) e incluso autores tan nuestros como Azpiri y Forges.


Una vez llegados a la primera página el autor nos apabulla con su detallismo artesano a través de un pulcro dibujo en blanco y negro. A poco que leáis también la biografía de George Bess comprenderéis que, aparte de su dilatada trayectoria repleta de publicaciones reconocidas y admiradas como El Lama Blanco o Juan Solo, Bess es un dibujante de corte clásico, ideal para un trabajo como éste en el que su experiencia creando sombras y espacios jugando con un solo color es verdaderamente magistral. Y es que no sólo se trata de que Bess siga fielmente la novela de Shelley, que lo hace en amplias secciones donde el dibujo es narrado siguiendo el texto original, sino que los claroscuros de muchas viñetas son un marco incomparable para crear verdadera tensión visual con la oscuridad de un entramado sin fin o páginas donde el blanco nos traslada a glaciares, llanuras heladas o montañas inconmensurables. La mezcla que Bess realiza de los momentos de autoconocimiento del monstruo con paneles donde los diálogos tienen un hueco crea un ritmo innegable apenas percibido pero que hace que la lectura de una historia mil veces leída y vista nos aporte muchas cosas nuevas. Su diseño del monstruo es capaz de infundir desasosiego más allá de las viñetas. Y en los momentos de mayor tristeza o revelación la tinta respira desolación y toda la rabia y soledad del monstruo. Si Frankenstein es una de las cumbres de la novela gótica, la forma en que Bess ha interpretado la historia es la definición de lo que debería ser un cómic gótico.

Sabiendo de antemano que estamos ante un relato sin final feliz, esta versión de Frankenstein te atrapa como todas las grandes tragedias y, más allá de la historia conocida, lo hacen con ilustraciones que nos hacen pararnos atónitos en la mayoría de viñetas que lo componen, hipnotizados por las desdichas de una trama que comenzó siendo el sueño de la creación para convertirse en la pesadilla de todas los condenados por las decisiones equivocadas. Y todo ello en una edición magistral.
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El broche final a esta tremenda trilogía de clásicos de la literatura universal lo pone una obra enorme y tremendamente emblemática del gran escritor francés Víctor Hugo: Notre Dame de París. Tras el verdadero éxito comercial y de crítica logrado por Drácula y Frankenstein, Georges Bess unió el talento de su trazo al recuerdo en palabras de Victor Hugo para ofrecernos un fresco histórico tan épico como romántico y trágico, que rinde un sentido homenaje a la riqueza de la obra original. Tras el monstruo intencionado de Drácula, Bess capturó en este libro nuevamente el relato de un personaje convertido en mito al que los ojos de la sociedad bien pensante convierten en monstruo. Porque pese al espíritu vengativo del monstruo creado por Frankenstein, la figura de Quasimodo retrata otra historia de alguien que, incapaz de integrarse físicamente en un mundo atrozmente cruel, afronta su vida hasta la última consecuencia. George Bess cambió nuevamente de época para volver a darnos un espectáculo con sus dibujos, ahora en una época mucho más oscura, como él mismo explicaba: «¡basta con decir que, durante la creación de la obra, casi sentí vivir en la Edad Media, rodeado de personajes legendarios! Realmente capto plenamente el talento de Hugo: divertido, lleno de energía quien, en esta obra nos entrega un drama de impactante modernidad: la historia de una jovencita llena de belleza y gracia que conocerá un destino desastroso, víctima de depredadores que quieren poseerla».

En esta obra resulta evidente y reconocida además la ayuda a varios niveles con la que George Bess contó. Y es que, reconocida tan sólo como ayudante en la creación de las portadas de Drácula y Frankenstein, en este libro apenas lo abrimos, su autoría descansa sobre el nombre de George Bess pero también de Pia Bess, su mujer. Y es que, como el autor reconoce antes que nadie, a lo largo de estos tres libros, «el toque art déco se lo debemos a mi esposa, que también es artista y colabora en muchos de mis proyectos. ¡Trabajamos en equipo y me encanta! Ella es quien ha estado haciendo las portadas de los libros que he producido durante algunos años. Las crea a partir de mis dibujos. Para el estilo art déco, el objetivo era darle una apariencia elegante y un poco anticuada, que se alejara de lo esperado en el contexto de este tipo de historia». Aunque lo cierto es que, aún más allá del limpio diseño gráfico, las divisiones e infinidad de detalles en los tres libros, parece como si la presencia de Pia Bess hubiese conducido a George a un impresionante giro como dibujante que, honestamente, en este Notre Dame de París supera en muchos aspectos a las otras dos adaptaciones.


Revisando entre infinidad de opiniones de lectoras y lectores que se acercaron a este libro, había tantos que lo hicieron por haber leído la obra original de Victor Hugo como los que guardaban en la retina el radicalmente diferente (y colorido) referente de la oscura película de Disney, extrañados y escandalizados por el realismo y final fatal de la obra de Victor Hugo… Bromas aparte, en realidad nos encontramos ante una obra maestra literaria espectacular y tan intensa como George Bess ha sido capaz de captar la esencia de Esmeralda, indiscutible protagonista de este drama alrededor de su figura, la del perverso Claude Frollo, archidiácono de la catedral de Notre Dame en la que el noble pero deforme Quasimodo, el jorobado que dio nombre a todos los jorobados que vinieron después, ejercía de campanero, maltratado y torturado en ocasiones por ese mismo personaje que lo rescató de morir abandonado por su condición física a las puertas de ese legendario edificio que fue corazón e imagen de Paris antes que modernas torres de hierro posteriores.

Con un dibujo aún más pulcro, más realista, más creíble y una planificación de páginas impresionante, George Bess atrapa con su dibujo tan profundamente como el relato original de Victor Hugo, recreando de manera espectacular el monumental ambiente del París del siglo XV, una sociedad brutal y oscura donde se quemaba en la plaza pública a quien no se sometía a las reglas y supersticiones creadas por los poderosos. Sin duda este tercer libro cierra con maestría una puerta que os recomendamos abrir ahora o en cuanto estos libros pasen cerca de tí o caigan en tus manos. No te arrepentirás de haber redescubierto estas obras gracias al dibujo de un autor a recuperar siempre de las estanterías de cualquier buena biblioteca.

SOBRE EL AUTOR

GEORGE BESS
Nacido en Túnez en 1947, pasa su infancia y adolescencia en París, donde cursa estudios artísticos y tantea campos como la escultura y el cine de animación, además de publicar algunos trabajos en la revista Pilote. En 1970 se traslada a Suecia, donde colabora para diversos tebeos de dicho país, incluyendo la edición sueca de Mad, empleando a veces los seudónimos de Tideli o Nisseman. A partir de 1975 dibuja numerosos episodios de The Phantom (El Hombre Enmascarado) para el mercado escandinavo, tras lo cual regresa en 1987 a Francia. El mismo año crea, con guión de Alejandro Jodorowsky, El Lama Blanco, serie que le fue inspirada por un viaje al Tíbet, y de la que aparecerán seis álbumes, editados por Les Humanoides Asocies, responsable asimismo de la mayor parte de su producción. Con el mismo guionista, para un público más juvenil, lanza Los gemelos mágicos para Le Journal de Mickey. Siempre con Jodorowsky, en 1990 retoma el personaje que este último había creado en los años 60 en México, Aníbal 5, y cuatro años más tarde, ambos autores inician la saga de Juan Solo. que se extenderá a cuatro álbumes. En 1998 Bess elabora su primer álbum realizado en solitario, Escondida, y al año siguiente, con textos de Pierre Louÿs, ilustra el segundo volumen de Aphrodite, historia erótica cuya primera entrega había sido dibujada por Milo Manara. Para la editorial Carabas crea en el 2000 dos álbumes de Leele et Krishna, serie escrita por su esposa Layla ambientada en la antigua India. En 2004 cambia de registro al presentar la novela gráfica Bobi, editada por Casterman, más centrada en el humor que sus anteriores creaciones. Bess reside actualmente en las Islas Baleares.
Publicado por: Raul N. Rolo
Fuente de esta noticia: https://www.lhmagazin.com/descubre-frankenstein-dracula-y-notre-dame-de-paris-reinventados-por-george-bess-norma-editorial/
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