

Abelardo de la Espriella y el jurista constitucionalista, German Calderón España
En medio de un clima político crispado y con la sombra de un proceso judicial que podría resolverse el próximo 28 de julio, vuelve a sonar con fuerza un nombre que despierta fervores y temores por igual: Álvaro Uribe Vélez. El expresidente, símbolo de la seguridad democrática y figura de la derecha colombiana, ha sido invitado públicamente por Abelardo De La Espriella, quien dejó su tranquila vida en Florencia, Italia, para lanzarse a la Presidencia de la República con un mensaje claro, defender la patria “remasterizando” la seguridad democrática, esta vez mezclando, según sus palabras, “la ardentía de la juventud con la sabiduría de un titán de la política”.
Pero la invitación de De La Espriella no es menor. Propone que Uribe sea su fórmula vicepresidencial. Una idea que para algunos suena políticamente audaz, pero que para otros choca con dos obstáculos que flotan en el ambiente jurídico: primero, el antecedente de su doble mandato presidencial, y segundo, la espada de Damocles que representa el proceso penal en su contra.
De La Espriella, férreo defensor de la tesis, asegura que la Constitución no prohíbe que un expresidente aspire a ser vicepresidente. Y va más allá: argumenta que, en caso de que Uribe llegara a reemplazar al presidente electo por falta absoluta o temporal, no se trataría de una reelección, sino de un “acto de llamamiento” por parte del presidente del Senado, figura contemplada en la doctrina del Consejo de Estado. A su juicio, el artículo 197 que prohíbe la reelección aplica solo para la aspiración directa a la Presidencia, no para ser llamado a ejercerla por mandato constitucional.
Mientras tanto, la gran incógnita jurídica se despejaría parcialmente este 28 de julio, cuando la jueza 44 Penal del Circuito de Bogotá emita su decisión en el proceso que aún pesa sobre el exmandatario. Sus defensores sostienen que la Fiscalía construyó la acusación sobre un hecho “inexistente” o, al menos, contradictorio: la supuesta autorización a su abogado Cadena para gestionar un recurso extraordinario en febrero de 2018, cuando, según la defensa, lo cierto es que dicha instrucción se dio en abril y dentro de la legalidad. Bajo este razonamiento, Uribe no habría incurrido en soborno ni fraude procesal, lo que abriría la puerta a una absolución que lo devolvería a la arena electoral sin ataduras judiciales.
Lo cierto es que, de confirmarse esa absolución y prosperar la candidatura de De La Espriella, Colombia podría volver a ver a Uribe en la plaza pública, esta vez no como presidente, sino como segundo al mando- una figura que, como advierten algunos constitucionalistas, está diseñada para asumir el poder en caso de vacancia, lo que alimenta la sospecha de si no se trataría, de facto, de una tercera presidencia.
Entre certezas legales y nubarrones políticos, la pregunta queda abierta: ¿permitirá la historia, la Constitución , y sobre todo la justicia , que Álvaro Uribe Vélez vuelva a la Casa de Nariño. En un país tan impredecible como Colombia, ni la matemática ni la lógica más férrea bastan para anticipar la respuesta.
Por ahora, lo único claro es que dos figuras, cada una a su manera carismática y disruptiva, se preparan para agitar la contienda: De La Espriella con su verbo incendiario y Uribe con el peso de su legado y sus detractores. Dos liderazgos que, citando a Max Weber, resurgen cuando el pueblo, exhausto de la incertidumbre, vuelve a invocar mitos de orden y seguridad.
