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Ni las rebajas de calificación crediticia, ni la suspensión de la regla fiscal, ni las turbulencias políticas que sacuden a Colombia han frenado el apetito de los grandes fondos internacionales por la deuda pública del país. Al contrario: en medio de la incertidumbre, Noruega -a través de su banco central, que administra el mayor fondo soberano del planeta- se ha convertido en el principal sostén extranjero de los bonos colombianos emitidos en pesos.
En junio, cuando las agencias Moody’s y S&P Global Ratings castigaron la calificación del país por su creciente déficit y la flexibilización del gasto público, el Norges Bank Investment Management sorprendió con compras cercanas a los 420 millones de dólares en Títulos de Tesorería (TES). La cifra equivale, por sí sola, a la mitad de todas las adquisiciones netas de deuda local que realizaron inversionistas extranjeros en el primer semestre de 2025.
Según datos de la Contraloría General de la República, la apuesta noruega no es menor: en lo corrido del año, Noruega ha incrementado su portafolio de TES en más de un 60%, alcanzando un saldo cercano a los 2.400 millones de dólares. Con ello, el país escandinavo se consolida como el mayor tenedor extranjero en un mercado que ronda los 137.000 millones de dólares, además de mantener una pequeña posición en deuda de Ecopetrol, la petrolera estatal.
Mientras la regla fiscal quedó en suspenso y el déficit previsto supera el 7% del PIB -el más alto desde la pandemia-, el gobierno del presidente Gustavo Petro defiende la expansión del gasto público como vía para sostener la inversión social y proteger a la población más vulnerable. La salida del ministro de Hacienda en marzo marcó un punto de inflexión, pero no ha revertido el respaldo de actores internacionales clave.
Para analistas, la confianza noruega evidencia que, pese a la volatilidad, la economía colombiana sigue ofreciendo rendimientos atractivos: los TES a 10 años pagan más de 12%, superando de largo a otros emergentes. Un índice de Bloomberg confirma que los bonos locales colombianos han rendido 17% en dólares este año, por encima del 12% promedio de sus pares en mercados emergentes.
El interés no se limita a Noruega. El fondo de pensiones canadiense Caisse de Dépôt et Placement du Québec ha aumentado sus posiciones en deuda colombiana un 76,6% este año, mientras que la Autoridad de Inversiones de Kuwait cuadruplicó su participación. Ni Ottawa ni Kuwait han comentado públicamente sobre sus estrategias, pero sus movimientos refuerzan el mensaje: Colombia, pese a los recortes de calificación y la incertidumbre política, sigue siendo terreno fértil para grandes capitales dispuestos a asumir riesgo.
Mientras tanto, el equipo económico del gobierno insiste en que la robustez del mercado local, sumada al flujo sostenido de capital extranjero, confirma que la senda de mayor gasto social y reformas estructurales no ha ahuyentado la confianza global en la economía. El pulso entre disciplina fiscal y expansión social sigue abierto, pero, de momento, el respaldo de gigantes como Noruega da oxígeno a la hoja de ruta de Petro.
