
Los trastornos alimenticios constituyen una problemática de salud pública que afecta a millones de adolescentes en todo el mundo. También conocidos como psicopatologías alimentarias, es una enfermedad crónica y progresiva.
Se caracterizan por patrones alimentarios disfuncionales que comprometen gravemente la salud física y mental de quienes los padecen. En la etapa adolescente, donde la identidad, la imagen corporal y la aceptación social juegan un papel fundamental, estos trastornos se desarrollan con mayor facilidad, influenciados por factores biológicos, psicológicos y socioculturales.
CAUSAS DE LOS TRASTORNOS ALIMENTICIOS
Los trastornos alimenticios como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón tienen orígenes complejos. En el ámbito biológico, se ha encontrado una predisposición genética y alteraciones en neurotransmisores como la serotonina, que influyen en la regulación del apetito y el estado de ánimo. Desde la psicología, se identifican rasgos como el perfeccionismo, la baja autoestima, la ansiedad y la necesidad de control como factores predisponentes. A esto se suman influencias socioculturales como los ideales de delgadez promovidos por los medios de comunicación, las redes sociales y el entorno familiar, donde muchas veces se refuerzan estereotipos corporales que promueven conductas restrictivas.
CONSECUENCIAS FÍSICAS Y EMOCIONALES
Los efectos de los trastornos alimenticios son realmente preocupantes. Físicamente, pueden causar desnutrición severa, alteraciones hormonales, pérdida de masa muscular, problemas cardiovasculares, y osteoporosis. A nivel psicológico, los adolescentes experimentan depresión, ansiedad, aislamiento social y, en casos graves, ideación suicida. Lo trastornos alimenticios pueden producir una disociación entre la imagen corporal real y la percepción subjetiva es un síntoma común, reforzando el ciclo destructivo de dietas extremas, atracones o conductas purgativas. Estas consecuencias no solo afectan al individuo, sino también a su familia, entorno educativo y social.
PREVENCIÓN DESDE UNA MIRADA EDUCATIVA Y SOCIAL
La prevención de los trastornos alimenticios debe comenzar en etapas escolares tempranas mediante la promoción de una imagen corporal positiva, el desarrollo de habilidades emocionales y la educación crítica sobre los medios de comunicación. Programas escolares que fomenten la autoestima, la diversidad corporal y la alimentación consciente han demostrado ser eficaces para reducir el riesgo de aparición de estos trastornos. Asimismo, es necesario un cambio cultural que desafíe los estándares de belleza inalcanzables y promueva la aceptación del cuerpo en todas sus formas.
Los trastornos alimenticios en adolescentes representan una amenaza silenciosa pero grave para la salud integral. Su abordaje exige una comprensión profunda de las múltiples dimensiones que los originan y sostienen.
Desde una visión emocional, los trastornos alimenticios pueden entenderse como intentos fallidos de regular estados afectivos. Muchos adolescentes no han desarrollado aún estrategias saludables para enfrentar el malestar emocional. En consecuencia, la relación con la comida se transforma en un mecanismo de afrontamiento: comer en exceso para calmar la ansiedad o restringir para recuperar una sensación de control. En muchos casos, estas conductas están ligadas a experiencias previas de trauma emocional, abandono, críticas familiares o acoso escolar, que debilitan el desarrollo emocional y la capacidad de autorregulación.
LA IMPORTANCIA DE LA INTERVENCIÓN PSICOTERAPÉUTICA
Desde el enfoque psicológico, la intervención terapéutica no puede limitarse a corregir conductas alimentarias, sino que debe explorar el mundo interno del adolescente. La terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, permite identificar y modificar pensamientos automáticos negativos relacionados con el cuerpo, la comida y la identidad personal. Por su parte, enfoques psicodinámicos o integrativos ayudan a comprender las raíces emocionales del trastorno, permitiendo al adolescente dar sentido a su sufrimiento y desarrollar una narrativa más saludable de sí mismo. La construcción de un vínculo terapéutico seguro es esencial para que el adolescente se sienta validado y comprendido, facilitando la expresión emocional y la transformación interna.
La familia y la escuela deben convertirse en entornos emocionalmente seguros, donde el adolescente pueda construir su identidad sin miedo al juicio o la comparación. Programas psicoeducativos que promuevan la aceptación corporal, el manejo emocional y el pensamiento crítico frente a los estereotipos sociales pueden ser claves para reducir la incidencia de estos trastornos.
FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL TRASTORNO ALIMENTARIO.
- Factores psicológicos y emocionales
- En esta etapa, muchos adolescentes no tienen una identidad bien definida. La imagen corporal se convierte entonces en un área de control o definición personal, lo que puede derivar en una obsesión por la figura. Creando así un problema de identidad.
- La necesidad de aceptación social puede llevar a los adolescentes a modificar su cuerpo, esto debido a que enfocan su Valía solo en el aspecto físico.
- El deseo de cumplir estándares altos o «ser perfectos» puede llevarlos a controlar de manera rígida su alimentación, peso y figura corporal.
- El uso de la comida como una forma de regular emociones (comer por ansiedad, no comer para sentir poder, purgar para aliviar culpa) es una señal clara de un mal manejo emocional.
- La dificultad para gestionar emociones intensas como el miedo, la tristeza o la frustración puede desencadenar comportamientos alimentarios extremos como una forma de escape o control, aspectos estos que podrían desencadenar ansiedad y depresión.
- Influencias familiares
La familia también cumple un papel central en la salud emocional del adolescente:
- Padres con obsesión por la delgadez, dietas frecuentes o comentarios constantes sobre el cuerpo pueden inducir en los hijos una percepción negativa de su imagen corporal.
- Ambientes con conflictos constantes, disfuncionales, falta de comunicación o vínculos fríos pueden llevar al adolescente a desarrollar síntomas como una forma de expresión o de búsqueda de control.
- Tanto el control excesivo como la falta de atención emocional pueden producir inseguridad y una necesidad de buscar control a través del cuerpo o la comida.
- Factores socioculturales
- En un mundo hiperconectado y visual, los adolescentes están muy expuestos a mensajes tóxicos o comparativos sobre el cuerpo.
- Los medios de comunicación y las redes sociales imponen ideales corporales inalcanzables (extrema delgadez o cuerpos “perfectos”), lo que genera insatisfacción corporal.
- Comentarios humillantes por parte de compañeros o incluso familiares pueden desencadenar conductas restrictivas, purgativas o de sobre ingesta como mecanismo defensivo. Aspectos estos que podrían desencadenar Bullying o burlas en torno a su cuerpo.
Las causas de los trastornos alimenticios en adolescentes son complejas y se entrelazan entre sí. No se trata solo de un deseo por estar delgados, sino de un conflicto emocional más profundo relacionado con la identidad, el control, la autoimagen y las emociones no gestionadas. Entender estas causas desde un enfoque psicológico y emocional permite intervenir con mayor sensibilidad y eficacia, ofreciendo al adolescente no solo tratamiento, sino comprensión, acompañamiento y herramientas para sanar desde adentro.
Si piensas que tú o alguien que conoces puede tener un trastorno alimenticio, es importante aprender sobre ellos y buscar ayuda especializada.
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Filipenses 4:7. Reina-Valera 1960.
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Dra. Elizabeth Rondón.
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