
El arte de sostener al otro en la crisis.
En un mundo donde los desastres naturales, la violencia, las pérdidas personales y las crisis emocionales son cada vez más frecuentes, los primeros auxilios psicológicos (PAP) se han convertido en una herramienta esencial para brindar apoyo inmediato y humano a quienes atraviesan una situación de emergencia emocional. Así como en una crisis médica se requiere una atención primaria para estabilizar al paciente, en una crisis psicológica también se necesita una intervención oportuna que alivie el sufrimiento emocional y evite daños mayores.
Los primeros auxilios psicológicos no sustituyen el tratamiento psicológico profesional, pero representan una primera línea de contención emocional que puede marcar la diferencia entre el caos y la calma, entre sentirse abandonado o acompañado en el dolor. Esta técnica puede ser aplicada por profesionales de la salud, personal de emergencias, docentes, líderes comunitarios y cualquier persona con una formación básica y sensibilidad ante el sufrimiento humano.
¿QUÉ SON LOS PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS?
Los Primeros Auxilios Psicológicos son una intervención de apoyo diseñada para reducir el estrés inmediato, promover la estabilidad emocional y facilitar el acceso a recursos de ayuda en personas que han vivido una situación impactante. Se utilizan en contextos como desastres naturales, accidentes, episodios de violencia, pérdidas significativas, intentos de suicidio o crisis emocionales agudas.
El objetivo principal es ofrecer seguridad, escucha empática, orientación básica y contención emocional. A diferencia de una psicoterapia, no se pretende hacer un análisis profundo ni resolver los conflictos internos, sino acompañar de forma respetuosa y compasiva, validando las emociones y ayudando a restablecer un mínimo de equilibrio.
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LOS PAP
Los organismos internacionales como la OMS y la Cruz Roja han definido ciertos principios clave que deben guiar la práctica de los primeros auxilios psicológicos:
- Proteger: Asegurar que la persona esté fuera de peligro físico y emocional. Se busca alejarla del evento traumático, del ruido, de los curiosos o de situaciones que puedan reactivar el miedo o la angustia.
- Conectar: Establecer una relación de confianza desde la empatía, sin juzgar ni presionar. Se trata de estar presente de manera humana, mostrando interés genuino y ofreciendo compañía.
- Escuchar activamente: Brindar un espacio seguro donde la persona pueda expresar lo que siente, sin interrupciones ni interpretaciones. No se aconseja, no se minimiza, no se compara. Solo se escucha con respeto.
- Calmar: Ayudar a la persona a recuperar la respiración, el control corporal y cierta serenidad, a través de técnicas simples de respiración o reconexión con el entorno.
- Orientar: Ofrecer información clara sobre lo que está ocurriendo, los pasos a seguir y los servicios de ayuda disponibles, sin invadir o imponer decisiones.
- Fortalecer recursos: Reconectar a la persona con sus redes de apoyo (familia, amigos, comunidad) y fomentar su sensación de capacidad y autonomía.
¿QUIÉNES PUEDEN APLICARLOS Y EN QUÉ CONTEXTOS?
Aunque originalmente los PAP fueron diseñados para contextos de catástrofes y emergencias humanitarias, hoy se sabe que su aplicación es muy útil en múltiples escenarios: escuelas, hospitales, centros comunitarios, instituciones públicas, empresas, incluso en el hogar. Cualquier persona que haya recibido una formación básica en primeros auxilios psicológicos puede aplicarlos, siempre que lo haga con ética, respeto y humildad. Esto incluye:
- Personal de salud y educación.
- Bomberos, policías, socorristas.
- Voluntarios de ONG.
- Líderes comunitarios y religiosos.
- Familiares o cuidadores.
Los PAP no deben ser improvisados. Existen programas de formación breve (generalmente de 8 a 20 horas) donde se enseñan los principios, las técnicas y los límites de esta intervención. Una de las claves más importantes es reconocer cuándo se necesita derivar a un profesional de la salud mental, especialmente si hay riesgo de suicidio, disociación o trauma severo.
ERRORES COMUNES A EVITAR
Aplicar primeros auxilios psicológicos no significa “animar”, “aconsejar” o “dar soluciones”. De hecho, algunas frases bien intencionadas pueden causar más daño que ayuda. Entre los errores más frecuentes se encuentran:
- Minimizar la experiencia: “Eso no es tan grave”, “Ya pasará”.
- Comparar con otras personas: “A otros les ha ido peor”.
- Imponer soluciones: “Tienes que ser fuerte”, “Deberías hacer esto o aquello”.
- Contar experiencias personales: “A mí me pasó algo similar…”.
- Forzar a hablar: No todas las personas desean o pueden hablar inmediatamente.
El verdadero auxilio psicológico está en la presencia respetuosa, en el “estar ahí” sin invadir, y en sostener emocionalmente al otro sin pretender ser su salvador.
IMPORTANCIA DE LOS PAP EN LA SOCIEDAD ACTUAL
La salud mental ha cobrado mayor visibilidad en los últimos años, pero aún existen brechas importantes en el acceso a atención profesional. En muchos contextos, los primeros auxilios psicológicos se convierten en una herramienta de cuidado comunitario y prevención, especialmente en zonas vulnerables o donde no hay profesionales disponibles de inmediato.
En las escuelas, por ejemplo, pueden ser esenciales para contener a un niño que ha presenciado violencia. En los entornos laborales, ayudan a manejar una crisis colectiva por despidos o accidentes. En la vida cotidiana, nos permiten estar preparados para asistir a un amigo, vecino o desconocido que atraviesa un momento de gran dolor emocional.
Los Primeros Auxilios Psicológicos no requieren ser psicólogo para aplicarlos, pero sí demandan formación, sensibilidad, escucha profunda y conciencia de los propios límites. En una sociedad que necesita urgentemente más empatía, más contención y más humanidad, esta herramienta se convierte en un acto de amor y solidaridad.
Formarse en PAP no solo nos prepara para ayudar al otro: también nos conecta con nuestro propio mundo emocional y nos recuerda que todos, en algún momento, necesitamos una mano que nos sostenga sin juzgar.
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. “Éste es el primero y grande mandamiento. “Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Mateo 22:37–39. (Reina-Valera 1960)
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Dra. Elizabeth Rondón.
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