

Pocas cosas resultan tan desagradables como el escozor provocado por una quemadura en la piel. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que existen animales capaces de generar quemaduras químicas o urticarias dolorosas en los seres humanos. Ya sea por defensa, alimentación o accidente, su contacto puede ser muy peligroso.
Desde insectos que liberan compuestos tóxicos hasta criaturas marinas que flotan inofensivamente en la superficie, el mundo está lleno de especies con mecanismos tan sofisticados como letales. A continuación, exploramos los animales más conocidos por causar quemaduras en la piel y los métodos que usan para protegerse del sol.
Insectos que queman la piel: el caso de los Paederus
Entre los insectos responsables de quemaduras químicas, destaca un pequeño coleóptero del género Paederus, conocido por liberar una sustancia llamada paederina. Esta toxina no requiere picadura o mordida: basta con que el insecto se desplace por nuestra piel y sea aplastado para provocar una reacción química intensa.
La paederina es una amida que actúa como un potente antimetabolito, inhibiendo la división celular, lo que no solo causa la aparición de ampollas y lesiones en la piel, sino que ha despertado el interés científico por su potencial uso como tratamiento contra el cáncer.
Las zonas más afectadas suelen ser las expuestas, como cara, cuello, brazos o piernas, especialmente cerca de las articulaciones. Este tipo de lesión ha sido observado con especial atención en países tropicales o en contextos rurales, donde su presencia es más común.
En algunas regiones se han identificado especies peligrosas como Paederus brasiliensis y Paederus ferus. Como mecanismo de defensa, estos insectos liberan la toxina desde bolsas próximas al ano, lo que ha llevado erróneamente a pensar que ‘orinan’ el veneno.
Quemaduras provocadas por organismos marinos
El mar, aunque bello, alberga especies con mecanismos de defensa extremadamente dolorosos. Un caso emblemático es el de los sifonóforos como la carabela portuguesa (Physalia physalis), también conocida como ‘fragata portuguesa’ o ‘quemador’.

Estos animales son en realidad colonias de organismos especializados que flotan en la superficie del océano. Sus tentáculos están cubiertos de cnidocitos, cápsulas urticantes que al entrar en contacto con la piel humana generan una sensación de quemadura muy intensa. El veneno puede tener efectos neurotóxicos, cardiotóxicos y citotóxicos.
El encuentro con estos organismos puede ser accidental, mientras se nada o se camina por la playa. Incluso si están muertos, sus tentáculos conservan la capacidad de causar daño. Los síntomas incluyen ardor, irritación, enrojecimiento severo e incluso dificultad respiratoria.
En zonas como la costa de Sinaloa, México, su presencia aumenta durante la temporada de lluvias debido a los fuertes vientos y corrientes marinas. Existen más de 170 especies de sifonóforos registradas en el mundo, aunque la carabela portuguesa es la más conocida.
El doloroso encuentro con los hidrozoos
Dentro de las clases de animales marinos, los hidrozoos representan otro grupo que puede producir quemaduras al contacto. Típicamente de menos de 10 cm de altura y forma ramificada, estos diminutos animales utilizan células urticantes para capturar presas y defenderse.
Se han reportado casos en playas de El Salvador, donde se adhieren a superficies duras en zonas rocosas intermareales y submareales. Aunque su aspecto no es amenazante, el simple contacto con la piel puede causar reacciones urticantes similares a una quemadura leve, aunque en algunos casos con lesiones persistentes.
Picaduras de insectos y sus consecuencias en la piel
Otros insectos como mosquitos, tábanos, pulgas, chinches y garrapatas pueden causar reacciones adversas en la piel. Aunque no siempre producen quemaduras como tal, algunas picaduras derivan en ampollas, ronchas, infecciones o incluso envenenamientos.
Por ejemplo, la picadura de una pulga puede dejar una roncha que evoluciona a una lesión papular, mientras que las de garrapatas pueden transmitir enfermedades graves como la enfermedad de Lyme, fiebre maculosa o babesiosis.
Las reacciones alérgicas severas incluyen síntomas como hinchazón extrema, erupciones generalizadas, fiebre, palpitaciones o dificultad respiratoria, muchas veces derivadas de una sensibilización progresiva tras varias picaduras del mismo insecto.
Las arañas también pueden causar lesiones cutáneas graves

Al margen de los insectos, algunas arañas como la reclusa parda y la viuda negra pueden inducir reacciones dañinas similares a una quemadura química o una necrosis.
La reclusa parda puede causar la destrucción progresiva del tejido tras una picadura aparentemente inofensiva. En cuestión de horas, aparece una ampolla dolorosa que puede derivar en una úlcera profunda. En algunos casos, si la úlcera se infecta, puede causar fiebre, náuseas y malestar general.
La viuda negra, por su parte, provoca rigidez muscular, escalofríos, fiebre y dolor abdominal. Aunque raramente mortal, su veneno es uno de los más potentes del reino animal en territorio estadounidense.
Las quemaduras solares en animales
¿Los animales sufren quemaduras solares como los humanos? La respuesta es sí, aunque la naturaleza les ha dotado de mecanismos increíbles para protegerse.
Animales como elefantes y rinocerontes se cubren de barro o tierra para proteger su piel, mientras que especies acuáticas han desarrollado pigmentos naturales y procesos celulares protectores. Por ejemplo, las ballenas, que pasan horas en la superficie marina expuestas al sol, desarrollan pigmentaciones oscuras, capas queratinizadas y respuestas celulares especializadas para repararse.
Además, se ha descubierto un compuesto llamado gadusol, producido por peces, aves, reptiles y anfibios, que actúa como un protector solar natural frente a los rayos UV. Aunque los mamíferos no lo generan, han compensado esta carencia con piel gruesa, pelo o comportamientos como buscar sombra o estar activos en horas sin sol.
Curiosamente, algunos animales como los hipopótamos segregan líquidos rojos con propiedades fotoprotectoras, similares a un protector solar líquido, mientras que las jirafas desarrollan melanina extra en la lengua, pues la tienen constantemente expuesta al sol.
Gracias a estos mecanismos, muchos animales han logrado adaptarse a entornos agresivos sin sufrir daños severos. Los humanos, por el contrario, debemos recurrir a protectores solares artificiales u otros métodos de protección.
Este conocimiento revela que la naturaleza está plagada de especies con capacidades únicas para defenderse o adaptarse. Algunas pueden causar daño involuntario, otras lo hacen como parte de su estrategia de supervivencia. Pero todas, sin excepción, nos muestran lo complejo y fascinante que puede ser la relación entre organismos vivos y su entorno.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/animales-que-provocan-quemaduras-en-la-piel-especies-mecanismos-y-peligros/
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