
España frente al aumento del 5% en defensa en la OTAN postura, razones y consecuencias.

Una cumbre OTAN en La Haya, junio 2025, cambió las reglas del juego europeo y atlántico. Por primera vez, todos, hasta España, se comprometieron a subir el gasto en defensa a un 5% del PIB en los próximos diez años. Este gran cambio es por la amenaza creciente de Rusia y Estados Unidos quería un gasto militar más justo. Sin embargo, España no estuvo de acuerdo, siendo desafiante; puso al país en el centro del debate global sobre el rearme.
La postura española compromiso o rebeldía.
España junto a Bélgica y Eslovaquia fueron muy claros en su negativa a llegar al 5% del PIB para defensa.
El presidente Pedro Sánchez defendió fervientemente, siempre asegurando que España solo asignará un 21% del PIB a defensa. Según él, este nivel es más que adecuado para cumplir los acuerdos de la OTAN en cuanto a capacidad, resultando compatible con el modelo social español, ¿comprendes?. Para Sánchez, lo crucial es cumplir con las capacidades requeridas, y no obsesionarse con un porcentaje exacto del PIB.
Esta posicionamiento ha provocado un enfrentamiento con Mark Rutte, secretario general de la OTAN, y Donald Trump, el presidente estadounidense, quienes cuestionaron severamente la negativa española. Trump hasta calificó a España de «problema para la OTAN», advirtiendo represalias económicas, por ejemplo, aranceles, si España no se ajusta al objetivo pactado. Rutte, asimismo, insistió en que no hay exclusiones, y que todos los miembros deben atenerse al gasto establecido.
Trasfondos económicos y políticos explican el rechazo español.
España tradicionalmente ah sido el país de la OTAN, gastando menos en defensa. En 2024, solo un 128% del PIB, esto contrasta con el 271% promedio de la alianza, aunque, recientemente incrementó la inversión militar en un 432% superior a la media de la Alianza.
Pero, llegar al 5% sería un esfuerzo presupuestario sin igual. Cálculos del Ministerio de Hacienda indican, un gasto extra de más de 107000 millones de euros del 2026 al 2028 una suma que el Ejecutivo ve difícil, sin recortes en gasto social o aumento de impuestos.
El gobierno español prioriza mantener el estado del bienestar. Desviar recursos considerables hacia defensa podría comprometer servicios básicos, como sanidad, educación, y pensiones. Por lo tanto, Sánchez subrayó que el acuerdo en la cumbre da a España «flexibilidad» para su propia estrategia, prefiriendo capacidades militares eficaces a simple gasto.
El debate interno y la presión internacional
La postura española, pues, desató una discusión acalorada, no sólo en el país, sino también allende las fronteras. Aunque algunos aliados europeos, como Alemania, Francia e Italia, avalaron la meta del 5% como escudo para la seguridad conjunta y una manera de solidificar la unión atlántica, España se encontró, diríamos, casi sola en su rotunda negativa. Bart de Wever, el primer ministro belga, no pudo evitar la ironía sobre la posición española, declarando algo así como “Si Sánchez logra cumplir con un 2,1% en capacidades, es un genio”.
En el ámbito nacional, la decisión encontró defensores que esgrimieron razones técnicas y financieras: los expertos de Hacienda alertan que el espacio fiscal del Estado español impide cumplir con las exigencias mas ambiciosas sin perjudicar otras áreas vitales, y que el crecimiento del gasto militar debería darse de manera gradual y mantenible. Asimismo, el Gobierno destacó que el 2,1% comprometido ya incluye la inversión extra en infraestructura y capacidades clave, como la industria de defensa.
Consecuencias y previsiones para España y la OTAN
La negativa de España a ir con el 5% abre varias puertas a distintas consecuencias.
Primero que nada, posiciona a España en un lugar complicado en la Alianza, sujeta a presiones diplomáticas y económicas, con Estados Unidos como principal actor, quien podría emplear el comercio como una forma de ejercer influencia. Luego, eso inicia un debate sobre lo bien que funciona el gasto militar y si hay que ajustar los compromisos a lo que cada nación puede hacer y a sus necesidades.
Desde un punto de vista geopolítico, la postura de España podría verse como un intento de mantener su autonomía estratégica y modelo social, sin dejar de ser un aliado confiable. El Gobierno recalca que “España siempre es la respuesta, nunca el lio”, y que cumplirá con la OTAN, haciendo lo posible, cubriendo las capacidades esenciales para defenderse entre todos.
A mediano plazo, lo importante será si la flexibilidad que le dan a España es bastante para evitar problemas, y si los demás aliados están de acuerdo con una interpretación más práctica y no tan rígida de los gastos comprometidos.
La evolución de las amenazas globales, así como la presión doméstica sobre las finanzas públicas, va a dictar si la posición española deviene un ejemplo o causa soledad dentro de la Alianza.
Conclusión
La postura de España frente al incremento del 5% en defensa, acordado por la OTAN, demuestra la tirantez existente entre las demandas de seguridad común y las limitaciones fiscales y sociales de ámbito nacional. Mucho más allá de un mero desencuentro presupuestario, el caso español ejemplifica el desafío de ajustar la política de defensa a un entorno geopolítico en constante cambio sin poner en riesgo la cohesión social, ni la sostenibilidad económica.
