

En el exuberante sureste mexicano, la cultura zoque en Tabasco se levanta como uno de los pilares más antiguos y profundos del patrimonio nacional. Su presencia en Tabasco, en particular, guarda legados ancestrales de incalculable valor que se manifiestan en ritos, tradiciones y una cosmovisión donde lo humano y lo natural van de la mano. Hablar de los zoques en Tabasco es bucear en el tiempo y descubrir un universo simbólico que ha resistido la colonización, la modernidad y las adversidades propias de cada época, conservando su esencia y vigor cultural.
Este viaje por las herencias ocultas de la cultura zoque en Tabasco no es solo un recorrido histórico; es la oportunidad de entender cómo, a través de la espiritualidad, la organización comunitaria y la creatividad artística, los zoques han sabido adaptarse sin renunciar a lo que los define. Desde ancestrales ceremonias ligadas a la tierra hasta la creación de piezas artesanales que son testimonio de identidad, las respuestas a la globalización, la migración y la crisis cultural forman parte de un mosaico que, aún hoy, sigue renovándose y sorprendiendo.
Raíces históricas y territoriales de la cultura zoque en Tabasco

La historia de los zoques está marcada por su relación con culturas madre como la olmeca, considerados padres de la civilización mesoamericana y quienes habitaron la región desde tiempos ancestrales. Se cree que los zoques descienden directamente de los olmecas que emigraron al área de Chiapas y, posteriormente, a Tabasco y Oaxaca. Así, las características de la cultura olmeca son fundamentales para entender en profundidad sus raíces.
Estos pueblos originarios se establecieron en regiones ricas en recursos, promoviendo el desarrollo agrícola y estructuras sociales complejas. Durante la época prehispánica, su territorio abarcaba el noroeste de Chiapas, el sur de Tabasco y parte de Oaxaca. En Tabasco, la presencia zoque se consolidó en los municipios de Tacotalpa y Huimanguillo, donde hoy se pueden encontrar vestigios arqueológicos clave como el sitio de Malpasito, único en su género abierto al público en la región y que atestigua el vínculo con otras civilizaciones como la maya.
Los zoques, a través de los siglos, han vivido diversos movimientos migratorios y procesos de fragmentación política, especialmente tras la llegada de los españoles. Con la creación de los estados federados en el México independiente, la etnia zoque quedó repartida entre Chiapas, Oaxaca y Tabasco, y los llamados zoque-popoluca en Veracruz. Este fraccionamiento generó desafíos para la conservación cultural y lingüística, pero también incentivó la creación de nuevas identidades y formas de resistencia.
La erupción del volcán Chichonal en 1982 y otros episodios naturales o sociales han motivado la reubicación de miles de zoques, lo que ha provocado una dispersión demográfica notable.
El origen de la denominación y el sentido de identidad

El término «zoque» proviene, según la mayoría de los estudiosos, del náhuatl «zoquitl», que significa «lodo» o «lodazal» y hace referencia a los «hombres de lodo» por su contacto con el ambiente lacustre y el consumo de caracoles de río. Sin embargo, otras interpretaciones como la del lingüista Søren Wichmann apuntan a que la palabra puede proceder de un saludo utilizado en variantes dialectales del zoque. Los propios zoques se llaman a sí mismos «O’de püt» en Chiapas, que puede traducirse como “gente de palabra” o “gente auténtica”, mientras que en Oaxaca prefieren “Angpøn”, “los que hablan la lengua”.
Este sentido de autodenominación revela el orgullo por su idioma y cultura. La lengua zoque, perteneciente a la familia mixe-zoqueana, es una herramienta viva de resistencia y cohesión. Aunque su número de hablantes ha decrecido debido a la migración y la presión del español, la revitalización y el uso en la educación intercultural se reconocen como vitales para la supervivencia de la identidad zoque.
Cosmovisión y valores: espiritualidad, naturaleza y comunidad
La cosmovisión zoque está intrínsecamente ligada a la naturaleza, que consideran una entidad sagrada y fuente de toda vida. Creen firmemente en la interconexión de todos los seres, y su cotidianidad gira en torno a la búsqueda de equilibrio y armonía entre la humanidad y el entorno. El respeto por la tierra, los ríos, los animales y las plantas es fundamental, y se expresa a través de su organización social y rituales.
El “tequio” o trabajo colectivo es uno de los valores fundamentales de los zoques. Esta práctica ancestral fomenta la solidaridad, la cooperación y el sentido de pertenencia, ya que toda la comunidad se involucra en la construcción de viviendas, la mejora de infraestructuras o la organización de festividades. De esta forma, el bienestar colectivo prima sobre el individualismo, manteniendo la cohesión social y transmitiendo valores de ayuda mutua a las nuevas generaciones.
La espiritualidad zoque está marcada por el sincretismo religioso, fusionando creencias ancestrales con las impuestas durante la colonización. Así, conviven dioses como Tajaj Jama (el padre Sol) con figuras del santoral católico. La relación con los ancestros y los espíritus de la naturaleza sigue siendo fundamental y se manifiesta en ofrendas, danzas y rituales agrícolas en los que se agradecen las cosechas o se pide protección y salud para la comunidad.
Lengua, comunicación y transmisión de saberes

La lengua zoque es uno de los pilares de identidad. A pesar de la disminución de hablantes, su preservación es clave para mantener vivas las tradiciones, mitos y valores. El idioma cuenta con variantes dialectales según la región y destaca por ser una lengua aglutinante, permitiendo la creación de palabras complejas a través de la combinación de morfemas. También incorpora un sistema tonal donde el significado de las palabras puede variar según el tono, añadiendo riqueza y complejidad a la comunicación.
La transmisión oral es la vía principal para el traspaso de leyendas, mitos y conocimientos. Los relatos orales formulan la historia, enseñan valores y mantienen las raíces culturales. En los últimos años, gracias a esfuerzos comunitarios y al apoyo de organizaciones e instituciones educativas, se promueve la educación bilingüe y la elaboración de materiales didácticos que fortalezcan el uso y la enseñanza de la lengua zoque entre los jóvenes.
La revitalización lingüística es reconocida además como una estrategia de resistencia cultural frente a la homogeneización global, permitiendo a los zoques afirmar su presencia en el entorno moderno sin renunciar a su identidad ancestral.
Organización social y vida cotidiana
La organización social zoque ha conservado estructuras comunales ancestrales, muchas veces basadas en la edad, la experiencia y el servicio a la colectividad.
El sistema de cargos fiestas y mayordomías sigue jugando un papel relevante en la vida religiosa y social. Los mayordomos, priostes y otros cargos tradicionales se eligen para coordinar festividades patronales, organizar rituales y mantener la cohesión comunitaria, reflejando la importancia de la colectividad sobre el individuo.
Las asambleas y el consejo de ancianos tienen poder de decisión y autoridad moral, asegurando la transmisión de normas y valores tradicionales. A pesar de que la modernidad y la migración han ido diluyendo parte de estos sistemas, en muchas comunidades zoques de Tabasco todavía se conserva la costumbre de resolver conflictos y gestionar los recursos locales de forma colectiva.
Artesanía zoque: de la utilidad a la identidad simbólica
El arte y la artesanía ocupan un lugar central en la vida zoque. Estas expresiones no solo cumplen una función estética y utilitaria, sino que representan una manifestación palpable de su cosmovisión y de la memoria colectiva. La alfarería, la cestería y el tejido son las principales técnicas desarrolladas, transmitidas de generación en generación y cargadas de simbolismo.
La alfarería zoque destaca por el uso de arcilla local, técnicas de modelado a mano y decoración a base de engobe y bruñido. Vasijas, platos, comales y figuras zoomorfas son habituales, y a menudo presentan motivos inspirados en la naturaleza, escenas de la vida diaria o elementos mitológicos.
En la cestería, los materiales predominantes son el bejuco y la palma. Las cestas, petates y objetos utilitarios se confeccionan a partir de fibras vegetales, creando piezas resistentes y de gran belleza. El tejido zoque, protagonizado por las mujeres, se realiza en telar de cintura o de pedales, y produce prendas como huipiles, fajas y rebozos con intricados diseños geométricos y simbólicos que remiten a la mitología y la cosmología zoque.
El arte no se concibe aquí como un mero adorno, sino como una extensión de la vida cotidiana y un vehículo de transmisión cultural, donde cada pieza cuenta una historia y contribuye a la identidad colectiva.
Vestimenta tradicional: identidad y resistencia
La vestimenta tradicional zoque es un potente símbolo de pertenencia e identidad. Las mujeres suelen vestir blusas bordadas con motivos florales, geométricos y zoomorfos, faldas amplias y coloridas, y se adornan la cabeza con listones y flores en días de fiesta. Los hombres, por su parte, visten camisas de algodón blanco y pantalones de manta, a menudo acompañados de sombreros de palma y sandalias.
Durante las celebraciones, la indumentaria se enriquece con accesorios y detalles que denotan estatus, región y pertenencia, como los tocados de plumas o los morrales tejidos. Este vestuario no solo cumple una función utilitaria, sino que también es una declaración de resistencia cultural frente a las influencias externas y la moda occidental. Aunque en la vida diaria es más común encontrarse con ropajes modernos, para eventos significativos la comunidad zoque actualiza el uso de los trajes típicos como acto de afirmación identitaria.
Gastronomía zoque: sabores de la tierra y la memoria
La cocina zoque es un reflejo de la biodiversidad de su territorio y de las tradiciones que han pasado de generación en generación. El maíz, el frijol y la calabaza forman la base de la dieta, con platos sencillos pero ricos en sabor y significado. El pozol, una bebida refrescante y nutritiva hecha a base de maíz fermentado, no falta en las comidas familiares ni en las festividades.
La caza y la pesca siguen teniendo presencia, especialmente en zonas rurales, aportando ingredientes únicos como armadillo, pescado envuelto en hojas de plátano o carnes de caza preparadas con hierbas y especias autóctonas. El uso de chiles, condimentos y plantas locales otorga a la cocina zoque matices intensos y característicos.
Los tamales de chipilín, el mole, el sispolá (cocido de res típico de fiesta), putsinú (dulce de pepita de calabaza), el cacapote (hecho con cacao) y una amplia variedad de dulces y atoles preparados con productos de la región son parte esencial de la gastronomía ceremonial y de las comidas colectivas que refuerzan los lazos sociales.

Fiestas y celebraciones: sincretismo y resistencia cultural
La vida festiva zoque es vibrante y diversa, marcada por un sincretismo religioso y cultural que fusiona elementos prehispánicos y cristianos. Entre las celebraciones más importantes de Tabasco destaca la Fiesta de San Miguel, la Semana Santa y La Fiesta de los Parachicos, aunque tienen mayor presencia en Chiapas, así como el Carnaval Zoque de Ocozocoautla, considerado uno de los carnavales más antiguos de México.
El Carnaval Zoque es el mejor ejemplo de sincretismo: en él conviven ritos de origen prehispánico, influencias árabes traídas por los españoles y tradiciones cristianas. Los personajes principales, como “El Mahoma de Cabeza de Cochi”, “El Caballo”, “El Goliat” y “El David”, encarnan la lucha entre el bien y el mal en un despliegue de creatividad y colorido. Los “shores”, danzantes enmascarados y ataviados con ropas vistosas, representan el bien, mientras que la danza del Tigre y otras coreografías tradicionales completan el ciclo festivo. El baño de zapoyol, una guerra de talco que simboliza la purificación del alma, pone la guinda a la celebración.
Las danzas y rituales zoques, como la Danza del Calalá, son vehículos de comunicación con lo divino y de agradecimiento por las cosechas. La música, con instrumentos como tambor, flauta y marimba, acompaña bailes en los que la comunidad participa activamente, no solo como espectadores sino como actores principales. A lo largo del año, cada comunidad zoque celebra fiestas patronales con ofrendas, procesiones, comidas colectivas, música y danzas, reafirmando la cohesión social y la pertenencia al grupo.
Paisajes domésticos y arquitectónicos: la casa zoque
La vivienda tradicional zoque responde a una lógica de funcionalidad y respeto por el entorno natural. Habitualmente, es rectangular y puede constar de uno o dos cuartos, con paredes de bajareque o adobe y techos de teja o paja. El patio o solar cumple un papel esencial, ya que se utiliza para cultivar frutales, plantas medicinales y flores, además de servir como espacio de convivencia familiar y comunitaria.
En las zonas rurales de Tabasco, todavía se pueden observar viviendas con techos de zacate, paredes de bajareque y pisos de tierra, aunque el avance de la modernidad ha introducido materiales como cemento y lámina. La cocina suele estar en un anexo abierto, donde se preparan los alimentos de manera colectiva y se transmiten los saberes culinarios entre generaciones.
Economía y vínculo productivo con la tierra
La agricultura ha sido, históricamente, el eje económico de la cultura zoque. Los cultivos básicos son maíz, frijol, calabaza, chile y yuca, con importantes aportaciones de café, cacao y frutas como plátano, mamey y guayaba. El trabajo agrícola se complementa con la crianza de aves y cerdos, la pesca y la recolección de productos silvestres.
A pesar de la escasez de tierras de buena calidad, la economía tradicional zoque sigue apoyándose en la autosubsistencia y en el intercambio de productos en mercados locales y ferias regionales, donde también tienen un importante protagonismo las artesanías y los textiles.
Con el paso del tiempo, algunos sectores han experimentado cierta diversificación gracias al turismo cultural y a proyectos productivos impulsados por organizaciones y gobiernos, especialmente en lo que respecta a artesanía, eco-turismo y producción de café orgánico.
Manifestaciones artísticas y musicales
La creatividad artística zoque se manifiesta especialmente en la música y la danza. La marimba, instrumento típico de la región, así como el tambor y la flauta, acompañan la mayoría de las celebraciones. Los bailes son momentos de comunión e impartición de saberes, en los que participan niños, adultos y ancianos.
Los tapices, pinturas, máscaras de madera utilizadas en las danzas, y la elaboración de instrumentos son otras formas de arte profundamente enraizadas, siendo un reflejo del sincretismo y de la resiliencia frente a la aculturación.
Desafíos contemporáneos: modernidad, migración y globalización
El pueblo zoque no es ajeno a los retos de la modernidad. Entre las problemáticas más graves destacan la migración de los jóvenes a zonas urbanas, la pérdida paulatina de la lengua y la fragmentación de la identidad comunitaria. Factores como el acceso limitado a la educación y la salud, la discriminación y el racismo han contribuido a la marginación de los zoques.
La globalización introduce nuevos estilos de vida y modelos de consumo que ponen en riesgo la continuidad de las prácticas ancestrales y el sentido de pertenencia. La “crisis cultural” y el debilitamiento de la transmisión intergeneracional de tradiciones son una preocupación constante en la comunidad, donde las festividades y rituales han perdido en algunos casos presencia y participación.
Iniciativas de preservación y revitalización cultural
La preservación de la cultura zoque no recae únicamente en la comunidad; requiere el apoyo de instituciones, gobiernos y la sociedad en general. Los esfuerzos se centran en la educación bilingüe e intercultural, el fomento de proyectos culturales y la difusión de la historia y las artes zoques.
Organizaciones locales han desarrollado proyectos para documentar la lengua, crear diccionarios y material didáctico, formar a docentes y establecer espacios de aprendizaje comunitario. La colaboración con fundaciones, ong’s e instituciones gubernamentales ha permitido el desarrollo de turismo cultural responsable, acceso a financiamiento para iniciativas artesanales y actividades de difusión de la cultura zoque en eventos nacionales e internacionales.
El reconocimiento de la diversidad cultural como un patrimonio común es clave para el futuro de los zoques y para la construcción de una sociedad más justa.
Legado histórico y lugares emblemáticos
El legado histórico zoque está presente en sitios arqueológicos, rituales y costumbres que han trascendido el paso del tiempo. Malpasito, en Huimanguillo (Tabasco), es uno de los yacimientos más importantes, testigo de la sofisticación social y tecnológica alcanzada por los zoques precolombinos. Otros lugares como San Miguel de Allende en Veracruz y la cueva de «El Viejo» en Tapijulapa son escenarios de celebraciones y ceremonias de raíz prehispánica.
La historia oral, los mitos y la organización comunitaria basada en el tequio y el liderazgo espiritual del tsotsol o chamán refuerzan la transmisión de valores ancestrales y la defensa del territorio, manteniendo el sentido de colectividad y pertenencia.
El papel de la cultura zoque en la identidad mexicana
Lejos de ser un grupo aislado, los zoques han influido activamente en la identidad cultural mexicana. Su música, sus danzas, su tradiciones orales y sus manifestaciones artísticas han enriquecido el mosaico nacional, ofreciendo un ejemplo de adaptación, resiliencia y vitalidad cultural.
La presencia de los zoques en medios de comunicación, literatura y cine está aumentando, junto con actividades comunitarias que empoderan a los miembros del propio grupo para que cuenten su historia de forma auténtica y sin intermediaciones.
Cada relato, cada celebración y cada bordado zoque es una ventana abierta a un México plural, donde el pasado y el presente dialogan y se entrelazan en la construcción de nuevas formas de ser y estar en el mundo.
Las herencias ocultas de la cultura zoque en Tabasco siguen vivas y renovándose día tras día. La defensa de la identidad, la preservación de la lengua, el arte, la gastronomía y las tradiciones no son meros gestos hacia el pasado, sino apuestas conscientes por un futuro en el que la diversidad y el mestizaje cultural sean fuentes de orgullo y no de olvido. Visitar el universo zoque y dejarse impregnar por sus saberes es aprender que, aunque la globalización acelera y uniforma, todavía existen comunidades capaces de proteger, recrear y celebrar su herencia ancestral como la mejor forma de seguir avanzando juntos.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/cultura-zoque-en-tabasco/
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