

Etimológicamente, la palabra adolescente se deriva del verbo latino “adolescere”, que significa “crecer, desarrollarse o ir en aumento”, aunque erróneamente algunas personas creen que significa “padecer dolor”. La adolescencia se define como la etapa posterior a la niñez, y comprende desde la pubertad hasta el completo desarrollo del organismo; su periodo de duración comprende entre los 10 y 19 años. La pubertad o adolescencia inicial o temprana es la primera fase; comienza normalmente a los 10 años en las niñas y a los 11 años en los niños y llega hasta los 14-15 años. La adolescencia media o tardía se extiende hasta los 19 años; a la adolescencia le sigue la etapa de la juventud plena, que abarca de los 20 a los 24 años.
Básicamente, la adolescencia es una etapa de descubrimiento de la propia identidad. Los cambios ocurridos en este proceso se pueden englobar en tres grupos: cambios físicos, cambios emocionales y cambios sociales. Cabe destacar que la adolescencia no es lo mismo que la pubertad; esta se inicia a una edad específica a raíz de las modificaciones hormonales. La adolescencia varía en duración en cada persona. Culturalmente, también existen diferencias con respecto a la edad en que cada un individuo es considerado ya adulto.
Paralelamente a los cambios físicos explicados en el artículo anterior sobre pubertad o adolescencia temprana, se presentan los cambios emocionales que se manifiestan con la reafirmación del yo, donde el individuo toma conciencia de sí mismo, de su nueva estructura física y, por lo tanto, va adquiriendo mayor control emocional.
CAMBIOS EMOCIONALES:
El y la adolescente buscan libertad e independencia para fortalecer su autoestima, su autoconcepto; ya la familia como grupo primario no le llena del todo. Comienza a sentir ansiedad ante el mundo que le rodea, situación esta que lo lleva a aislarse, a encerrarse en su “planeta” y a adoptar una postura muchas veces rebelde, arrogante, transgresora, y puede conducirlo a la ambivalencia entre el deseo de volar libre lejos del “sometimiento” de los padres y el temor de quedar solo sin su protección (paciencia, madres y padres, recuerden la triada: Amor, Diálogo y Disciplina, en partes iguales). Es muy común en esta etapa la manifestación de cambios bruscos en sus emociones que oscilan desde la ira incontrolable hasta la felicidad absoluta, en periodos muy cortos de tiempo. Hace poco una chica de 15 años me preguntaba: «Doctora, ¿será que soy bipolar?». Pues no, el término bipolar no cabe de ninguna manera en este caso.
Algunos de los cambios de conducta en él y la joven durante la adolescencia pueden ser:
– Comienza a cuestionar la disciplina familiar y escolar, que hasta hace poco aceptaba sin refutar. Aspectos como tareas domésticas y deberes escolares se vuelven poco importantes; amistades (que por lo general no son del agrado de los padres) comienzan a parecer en las hijas exceso de maquillaje o ropa muy insinuante para la edad (pero está de moda y mis amigas la usan).
– Tendencia a recibir mayor influencia de sus amigos o grupo de pares.
– Mayor preocupación por su imagen personal; el espejo se convierte en su nuevo mejor amigo, esto debido a la necesidad de aprobación de su nueva imagen.
– Por lo general no les agrada su autoimagen y tienen tendencia a ser exagerados en sus apreciaciones, por ejemplo: “estoy tan gorda”, “no tengo nada que ponerme”, “me salieron veinte mil espinillas el fin de semana”.
– Empieza a sentir atracción por el sexo opuesto, quiere pasar más tiempo con esa personita especial y es aquí cuando se hace muy común sentir “maripositas” en el estómago.
– Comienzo de la vida sexual activa, en busca de su identidad sexual, que en el caso de los chicos muchas veces puede ser inducida por sus padres o entorno “para que sea hombre” y en el caso de las chicas es reprimida “para que llegue virgen al matrimonio”.
– Se empieza también a idealizar sobre el amor y las relaciones sexuales, siguiendo modelos vistos en la TV, cine, Internet, redes sociales, etc.
-Aparecen los temores sobre la virginidad, el deseo sexual, la primera vez, embarazo no deseado, infecciones de transmisión sexual, masturbación.
CAMBIOS SOCIALES
– Muestra indiferencia ante los adultos.
– Se muestra tímido ante los extraños.
– Ya no siente agrado de participar en las reuniones familiares. Es común ir a reuniones familiares y verlos en un rincón con cara de desagrado, con sus audífonos puestos, o aislados jugando con el celular u otro aparato electrónico.
– Le gusta pertenecer a grupos de pares, con quienes la pasan súper y se muestra feliz, y con intereses en común.
– Manifiesta poca o ninguna tolerancia hacia los niños pequeños, más aún si se trata de hermanos pequeños con quienes deben compartir habitación; a veces tienden a maltratarnos física o verbalmente.
FACTORES DE RIESGO EN LA ADOLESCENCIA.
Padres, madres, maestros, adultos todos, cuidemos a nuestros adolescentes; existen algunos factores que nos servirán de guía y como señal de alarma en su conducta. Y ustedes, adolescentes, tengan precaución, sepan discernir entre situaciones cotidianas que les pueden hacer daño a corto, mediano o largo plazo. Revisemos los siguientes:
– La desmedida crisis de independencia en la adolescencia se puede convertir en un factor de riesgo muy importante, pues este impulso los lleva a tomar decisiones no pensadas y a convertirlos en blanco fácil y vulnerable; no en balde las estadísticas aumentan cada día en cifras de mortalidad en adolescentes, sobre todo de forma violenta.
– Familias disfuncionales (violencia intrafamiliar).
– Fugas del hogar.
-Consumo de sustancias estupefacientes (tranquilizan o deterioran la sensibilidad, o producen alucinaciones; generalmente crean adicción).
– Consumo de fármacos, por lo general automedicados.
– Alteraciones del sueño.
– Necesidad de llamar la atención, a través de conductas no operativas o malsanas, incluso autodestructivas.
– Violencia escolar o bullying
– Deserción escolar y, por lo tanto, poca o ninguna preparación profesional en alguna área específica, obligándolos a tomar cualquier empleo, exponiéndose a ser subpagados, maltratados, excluidos, lo que va en detrimento de su autoestima y autoimagen.
– La ociosidad o la procrastinación.
– Embarazo a temprana edad, con las implicaciones que ella conlleva (las cuales abordaré en un próximo artículo), tanto para los jóvenes padres como para el futuro bebé.
– Trastornos mentales como ansiedad o depresión.
– Ingreso a pandillas o sectas para evadir la realidad o castigar a sus padres.
– Accidentes automovilísticos donde se involucran conductores adolescentes, dejando muerte o lesionados, por conducir en estado de embriaguez o bajo efecto de las drogas, imprudencia propia de su edad (aunque no signifique necesariamente que todos los adolescentes sean imprudentes). En este punto juega un papel importante la presión grupal, influencia de sus emociones, la competencia entre conductores, poco o ningún uso del cinturón de seguridad tanto del conductor como de sus acompañantes, falta de experiencia frente al volante, omisión de las señales de tránsito terrestre, distracción con elementos como el celular, equipo de sonido, entre otros.
– En la actualidad, el uso de la motocicleta, como medio de transporte de bajo costo y de menor consumo de combustible, la ha convertido en el medio de transporte preferido de la población adolescente, pero también los accidentes causados por este vehículo de motor son los que cobran cada día mayor número de víctimas fatales y de lesionados graves.
– Otro factor de riesgo en la población adolescente son las peleas callejeras. La violencia juvenil es tema de constante abordaje y de forma sistemática por estudiosos en sociología, psicología, criminología y otras disciplinas jurídicas, como una de las causas del inminente deterioro social. En la actualidad se pueden observar verdaderas guerras entre bandas, producidas generalmente para marcar territorio. Existe además una modalidad que manifiesta la violencia juvenil, no menos preocupante que las otras: son las peleas por negocio, conocidas como las “peleas de patio”, las cuales, además de peligrosas, son ilegales, ya que éstas, por razones de privacidad, no se llevan a cabo en las calles, sino en patios de casas donde el acceso a ellas es restringido, ya que además de clandestinas, se debe pagar para entrar. En este negocio se mueve mucho dinero, y es muy peligroso; verdaderamente los adolescentes se juegan la vida en estas luchas.
PREGUNTA FRECUENTE
Últimamente la relación con mi familia no ha estado bien; creo que no me soportan, ni yo a ellos. ¿Qué debo hacer?
La familia se concibe como el contexto más importante en donde se desarrolla el ser humano, o como digo yo, “lo primero y principal”. En un sistema familiar flexible, se apoyan y se comprenden las necesidades evolutivas de cada uno de sus miembros. Durante la adolescencia es muy común que la familia se vea afectada por esta etapa tan compleja y confusa como natural, por eso es común escuchar que toda la familia entra en la adolescencia, ¡pero noticias! Esta etapa es transitoria y, para salir victoriosos de ella, solo se necesita mi famosa triada: Amor, diálogo y disciplina en partes iguales. Recuerden: esta experiencia les permitirá crecer como personas y como familia.
REFLEXIÓN
En la adolescencia serás criticado:
Por soñar… Pero sigue soñando.
Por pensar… Pero sigue pensando.
Por sentir… Pero sigue sintiendo.
Por hablar… Pero sigue hablando.
Por hacer… Pero sigue haciendo
Por amar… Pero sigue amando… Siempre en congruencia con tus pensamientos y sentimientos, eso sí, sin que nada de esto te haga daño a ti o a otras personas. Sigue siempre; solo así aprenderás, solo así crecerás, solo así alcanzarás la felicidad.
Eli.
CITA BÍBLICA
1 Timoteo 4:12: “Ninguno menosprecie tu juventud; sino sé ejemplo de los fieles en palabras, en conducta, en amor, en espíritu, en fe, en limpieza”.
En familia se debe fomentar la práctica de principios cristianos como el amor, la paciencia y el perdón; esto sin duda puede influir positivamente en la crianza de los hijos y en las relaciones familiares.
Si necesitas apoyo psicológico especializado virtual individual o terapia de pareja, comunícate conmigo.
Dra. Elizabeth Rondón.
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