Colombia sorprende al mundo: el turismo ya compite con el petróleo como motor económico


Imagen RTVC
Colombia vive un momento histórico. Por primera vez, el turismo -ese sector asociado durante décadas al potencial inexplorado y al encanto natural- se posiciona como una de las mayores fuentes de divisas del país, rozando los niveles que tradicionalmente había monopolizado el petróleo. El dato, por sí solo, marca un cambio de época: en el primer trimestre de 2025, el turismo generó USD $2.865 millones, una cifra que representa el 86 % del valor de las exportaciones petroleras, y que enciende las alarmas -positivas- de una transformación estructural en la economía nacional.
Este crecimiento no es anecdótico. Representa un aumento del 12,9 % respecto al mismo periodo de 2024 y, aún más revelador, un salto del 62,8 % frente a los niveles previos a la pandemia de 2019. El país, que hasta hace poco era visto con recelo por los viajeros internacionales, empieza a ser reconocido por lo que siempre tuvo: una riqueza cultural desbordante, una biodiversidad envidiable y una calidez humana que no se encuentra en ninguna estadística, pero que convierte cada visita en una experiencia inolvidable.
De acuerdo con la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), el 85 % de los ingresos provinieron directamente del gasto de los viajeros: hoteles, gastronomía, experiencias culturales, transporte terrestre y excursiones. El 15 % restante correspondió al transporte aéreo de pasajeros, una cifra que habla del dinamismo creciente de las rutas internacionales y de la conexión que Colombia ha logrado tejer con el mundo.
Más aún, el turismo ha superado con holgura a otros sectores históricamente fuertes como el café y el carbón, duplicando sus ingresos en el mismo periodo, con una diferencia promedio de USD $1.643 millones. Esto no es sólo un dato económico: es una señal política y social de hacia dónde se está moviendo el país, y qué tipo de desarrollo está comenzando a consolidarse.
Para Anato, lo que estamos viendo es un verdadero punto de inflexión. No se trata ya de ver al turismo como un complemento, sino de asumirlo como un eje estructural del modelo económico colombiano. Un sector que genera empleo de manera descentralizada, que dinamiza regiones históricamente excluidas y que proyecta al país en el escenario internacional no por sus conflictos, sino por su belleza, su historia y su gente.
Colombia, paso a paso, está demostrando que su futuro puede construirse también sobre la base de sus paisajes, sus sabores, sus colores y sus abrazos. Y eso, en un mundo sediento de humanidad, es tal vez su recurso más valioso.
