¿Corea del Sur debería desarrollar armas nucleares? Un dilema estratégico en la península coreana


La posibilidad de que Corea del Sur desarrolle su propio arsenal nuclear ha sido un tema recurrente en el debate político y estratégico del país, especialmente en el contexto de las crecientes tensiones con Corea del Norte. En 2023, bajo el gobierno de Yoon Suk-yeol, se consideró nuevamente esta opción como una respuesta a las provocaciones norcoreanas y la percepción de una disminución en el compromiso de Estados Unidos con la seguridad regional. Aunque esta idea no es nueva, el apoyo popular hacia un programa nuclear surcoreano ha alcanzado niveles sin precedentes, lo que plantea interrogantes sobre las implicaciones políticas, militares y económicas de una decisión de tal magnitud.
La relación entre las dos Coreas ha estado marcada por décadas de tensiones, enfrentamientos y negociaciones fallidas. En los años setenta, Corea del Sur estuvo cerca de desarrollar un programa nuclear propio, pero las presiones internacionales, particularmente de Estados Unidos, llevaron al abandono de esta iniciativa. Desde entonces, Seúl ha confiado en el «paraguas nuclear» estadounidense como garantía de seguridad frente a su vecino del norte.
Sin embargo, el panorama actual es más complejo. Corea del Norte no solo ha avanzado significativamente en su programa nuclear, sino que también ha adoptado una postura más agresiva. Las cumbres históricas entre Kim Jong-un y líderes internacionales como Moon Jae-in y Donald Trump no lograron frenar el desarrollo armamentístico norcoreano. Por el contrario, Pionyang ha intensificado sus pruebas de misiles balísticos y ha aprobado legislaciones que legitiman ataques nucleares preventivos. Además, informes recientes sugieren que Corea del Norte podría estar desarrollando armas nucleares tácticas, lo que aumenta la percepción de amenaza en Seúl.
Un factor adicional que agrava la situación es la creciente cooperación militar entre Corea del Norte y Rusia. Según diversas fuentes, más de 10.000 soldados norcoreanos han sido desplegados en Ucrania para apoyar a Moscú en su conflicto con Occidente. Esta colaboración no solo refuerza la capacidad militar norcoreana, sino que también plantea desafíos geopolíticos para Corea del Sur y sus aliados.
Desde el final de la Guerra de Corea en 1953, Corea del Sur ha dependido del respaldo militar estadounidense para garantizar su seguridad. Este compromiso incluye la presencia de tropas estadounidenses en territorio surcoreano y la protección bajo el paraguas nuclear de Washington. No obstante, en los últimos años, han surgido dudas sobre la fiabilidad de este apoyo, especialmente ante posibles cambios en la política exterior estadounidense.
Aunque el presidente Joe Biden reafirmó en 2023 el compromiso de Estados Unidos con la defensa de Corea del Sur, sectores de la sociedad surcoreana temen que un eventual repliegue estadounidense deje al país vulnerable frente a las amenazas norcoreanas. Esta percepción ha llevado a un aumento significativo en el apoyo popular hacia el desarrollo de armas nucleares propias. Según encuestas recientes, más del 70% de los surcoreanos están a favor de esta medida como una forma de garantizar su seguridad nacional.
A pesar del creciente respaldo público, el desarrollo de un arsenal nuclear surcoreano presenta numerosos desafíos y riesgos. En primer lugar, una decisión de este tipo violaría el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), al cual Corea del Sur está suscrito desde 1975. Abandonar este tratado podría desencadenar sanciones internacionales y aislar al país en el escenario global.
En segundo lugar, la proliferación nuclear en la península coreana podría provocar una carrera armamentista regional. Países como Japón o Taiwán podrían sentirse presionados a desarrollar sus propias capacidades nucleares, lo que aumentaría la inestabilidad en Asia Oriental.
Además, los costos económicos asociados con un programa nuclear serían significativos. Corea del Sur tendría que invertir enormes recursos financieros y tecnológicos para desarrollar armas nucleares y los sistemas necesarios para su despliegue y mantenimiento. Esto podría desviar fondos de otras prioridades nacionales, como la economía o la innovación tecnológica.
Por último, existe el riesgo de que un programa nuclear surcoreano exacerbe las tensiones con Corea del Norte y provoque una escalada militar. Pionyang podría interpretar esta medida como una amenaza directa a su seguridad y responder con acciones agresivas, aumentando el riesgo de conflicto armado en la región.
Ante este complejo panorama, Corea del Sur enfrenta un dilema estratégico: garantizar su seguridad nacional sin comprometer su posición internacional ni desestabilizar aún más la región. En lugar de desarrollar armas nucleares propias, Seúl podría optar por fortalecer sus capacidades defensivas convencionales y profundizar su cooperación con aliados como Estados Unidos y Japón.
Otra opción sería trabajar para revitalizar los esfuerzos diplomáticos dirigidos al desarme nuclear en la península coreana. Aunque las negociaciones pasadas no han tenido éxito, una combinación de presión internacional y diálogo podría ofrecer una solución a largo plazo para reducir las tensiones.
Finalmente, Corea del Sur también podría explorar formas innovadoras de disuasión no nuclear, como el desarrollo de tecnologías avanzadas en ciberseguridad y defensa espacial. Estas herramientas podrían proporcionar una ventaja estratégica sin los riesgos asociados con las armas nucleares.
El debate sobre el desarrollo de armas nucleares en Corea del Sur refleja las crecientes preocupaciones sobre la seguridad nacional en un entorno geopolítico cada vez más incierto. Aunque la idea cuenta con un apoyo popular significativo, los riesgos políticos, económicos y estratégicos asociados con esta decisión superan los beneficios potenciales.
En lugar de buscar soluciones unilaterales, Corea del Sur debe trabajar estrechamente con sus aliados para garantizar su seguridad mientras promueve la estabilidad regional. El camino hacia un mundo más seguro no pasa por la proliferación nuclear, sino por el fortalecimiento del diálogo, la cooperación internacional y las capacidades defensivas sostenibles.
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