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En un contexto global marcado por la incertidumbre económica y la desaceleración de varios mercados emergentes, Colombia ha dado una sorpresa alentadora: el desempleo en el país descendió en abril al 8,8 %, el nivel más bajo registrado para ese mes desde 2001. La cifra, divulgada este viernes por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), no solo representa un dato técnico, sino una señal potente de recuperación sostenida en el mercado laboral colombiano.
De acuerdo con el informe, 454.000 personas salieron de la condición de desocupación en comparación con abril del año anterior, lo que deja a 2,2 millones de colombianos actualmente en búsqueda activa de empleo. Al mismo tiempo, se crearon 711.000 nuevos puestos de trabajo, lo que elevó la población ocupada a más de 23,5 millones de personas. La tasa de ocupación, que alcanzó el 58,1 %, confirma una dinámica positiva que ha ido consolidándose en los últimos meses.
El crecimiento del empleo fue especialmente notorio entre los hombres -538.000 nuevos ocupados, en su mayoría entre los 25 y 54 años- y también significó una mejora en la inserción laboral femenina, con 174.000 mujeres incorporadas al mercado. Las regiones que más contribuyeron a este repunte fueron las llamadas “otras cabeceras”, grandes núcleos urbanos fuera de las capitales departamentales, donde la ocupación creció en 5,1 %.

Sin embargo, no todo es optimismo. La población que, aun estando en edad de trabajar, permanece fuera de la fuerza laboral aumentó en 300.000 personas y ahora suma 14,7 millones. Muchos de ellos dedican su tiempo al estudio o a labores del hogar, lo que abre interrogantes sobre las brechas estructurales que aún persisten en el acceso al empleo digno.
Este nuevo dato refuerza el panorama de recuperación que vive Colombia tras los golpes económicos de la pandemia y la inflación global. Aunque los desafíos no han desaparecido -como la informalidad, la precariedad laboral o la desigualdad de género-, la caída sostenida del desempleo sugiere que el país se mueve, aunque con cautela, hacia una mayor estabilidad laboral. Para una economía que durante años fue marcada por altísimos niveles de desocupación, estas cifras abren un margen de esperanza y, sobre todo, la necesidad urgente de traducir el crecimiento en inclusión y sostenibilidad.
carloscastaneda@prensamercosur.org
