

Las nubes son, sin duda, uno de los espectáculos más fascinantes y cotidianos que nos ofrece la atmósfera. Mirar al cielo y descubrir formas caprichosas o inmensas “montañas” blancas, mientras intentamos averiguar si habrá lluvia o buen tiempo, es un pasatiempo universal. Pero, ¿sabías que detrás de su belleza hay una clasificación precisa y científica que permite diferenciarlas por su altura, forma y características? Por ello, analizaremos al detalle los tipos de nubes y por qué se forman.
A lo largo de este artículo vamos a adentrarnos de lleno en el apasionante mundo de las nubes: cómo se forman, cuáles son sus tipos y géneros, sus especies y variedades, cómo se observan en función de la altura y la forma, y qué papel juegan en la meteorología y el clima de la Tierra. Tras leerlo, serás capaz de identificar y comprender todas esas nubes que decoran el cielo y que tantas pistas nos dan sobre el tiempo y el entorno.
¿Qué es una nube y cómo se forma?

Una nube no es simplemente vapor de agua flotando en el aire, como a menudo se escucha. De hecho, el vapor de agua es invisible. Las nubes son acumulaciones visibles de diminutas gotitas de agua, gotitas de agua congelada, cristales de hielo, o una mezcla de todas ellas. Estas partículas tienen un tamaño tan pequeño (usualmente entre 0,004 y 0,1 mm) que pueden permanecer suspendidas en la atmósfera. Se agrupan por millones en cada centímetro cúbico.
La formación de las nubes ocurre a partir del ascenso de masas de aire húmedo. A medida que el aire sube, se enfría por la menor presión y pierde parte de su capacidad para contener vapor de agua. Si la temperatura baja lo suficiente, ese vapor de agua se condensa en pequeñas partículas sólidas en suspensión (como polvo, polen o cristales de sal), formando las gotas y cristales de las nubes. Este proceso puede darse por condensación (vapor a agua líquida) o por sublimación (vapor a cristales de hielo).
¿Por qué sube el aire? Existen varios mecanismos: la convección (el aire caliente asciende como sucede en una olla de agua), la orografía (el aire se ve forzado a subir al encontrar montañas), la presencia de borrascas o ciclones (el aire converge y se ve obligado a subir), y los frentes meteorológicos (zonas de contacto entre masas de aire de diferente temperatura y humedad).
Una vez alcanzada la altitud idónea, las gotas se agrupan por millones y, si llegan a ser lo suficientemente grandes, caen en forma de precipitación. Aun así, el equilibrio de fuerzas dentro de la nube puede mantenerla estable durante mucho tiempo.
Historia y criterios de clasificación de las nubes
La necesidad de entender y clasificar las nubes es casi tan antigua como la meteorología misma. En 1803, Luke Howard, aficionado británico a la meteorología, propuso un sistema en latín clasificando las nubes según su aspecto y comportamiento, con nombres como cirrus, cumulus y stratus, que han llegado hasta nuestros días. Esta categorización fue refinada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en su Atlas Internacional de Nubes (1930), que estableció una clasificación oficial por géneros, especies y variedades.
Las nubes se distinguen principalmente según tres criterios:
- Altura: donde se forman respecto al nivel del mar.
- Forma y estructura visual: caracterizadas por términos como “estratiforme” (capas horizontales), “cumuliforme” (desarrollo vertical tipo montículo) y variantes.
- Composición: predominio de agua líquida, cristales de hielo o mezcla, asociada también a la temperatura y el nivel atmosférico.
Actualmente, el sistema internacional reconoce 10 géneros básicos de nubes troposféricas que se subdividen en especies y variedades, sumando alrededor de 100 combinaciones distintas si consideramos la forma, transparencia y estructura interna.
Las grandes familias de nubes según la altura
La altura a la que se forma la base de una nube es una de las claves para su clasificación y observación. La OMM distingue:
- Nubes altas: se forman por encima de 5.000-6.000 metros.
- Nubes medias: se sitúan entre unos 2.000 y 7.000 metros.
- Nubes bajas: tienen su base por debajo de los 2.000 metros.
- Nubes de desarrollo vertical: pueden atravesar varios niveles, iniciándose a baja altitud y extendiéndose hasta el nivel alto, como los cumulonimbos.
Esta clasificación no es solo académica; la altura de las nubes determina, en buena parte, los fenómenos atmosféricos asociados, desde el tipo de precipitación hasta los espectáculos ópticos como los halos solares.

Los 10 géneros principales de nubes y su descripción
El Atlas Internacional de Nubes establece 10 géneros principales, cada uno con una estructura, forma y comportamiento distinguible. Vamos a conocerlas:
1. Cirros (Ci)
Estas son las nubes más altas y delicadas, localizándose sobre los 6.000 metros. Se reconocen por formar filamentos blancos, finos y fibrosos, con un brillo sedoso y aspecto como de cabellos flotando en el cielo. No cubren ni oscurecen la luz solar o lunar y avanzan a gran velocidad, aunque desde tierra parecen casi inmóviles. Están hechos por completo de cristales de hielo y suelen indicar buen tiempo, aunque su aumento o agregación puede anunciar la llegada de un frente o cambios en el tiempo.
2. Cirrocúmulos (Cc)
Se presentan como bancos o mantos delgados de nubes blancas sin sombra propia, con forma de gránulos, ondas, glóbulos o pequeñas “escamas” que, juntas, dan el aspecto de un «cielo aborregado». La mayoría de los elementos pequeños tienen una anchura aparente inferior a un grado. Predominan a gran altitud y son señal de masas de aire en rápida circulación o presencia de corrientes en chorro.
3. Cirroestratos (Cs)
Son velos nubosos transparentes y blanquecinos, de estructura lisa o fibrosa
Cubren todo o parte del cielo y a menudo generan halos alrededor del sol o la luna. Su presencia puede anunciar la llegada de frentes cálidos o cambios atmosféricos importantes.
4. Altocúmulos (Ac)
Estas nubes se localizan en el nivel medio (2.000 – 6.000 m) y se caracterizan por mostrar bancos, mantos o capas de masas blancas o grises, con forma de losas, rodillos o “guijarros” que pueden tener sombras propias. Se observa el cielo azul entre las nubes y suelen predecir buen tiempo, salvo que aumenten en número y se mezclen con altoestratos.
5. Altoestratos (As)
Forman bandas o mantos grises o azulados, con aspecto estriado, que cubren total o parcialmente el cielo. A diferencia de los cirroestratos, suelen impedir el paso directo de la luz solar, aunque dejan ver el disco solar de forma difusa, como si se viera a través de un vidrio esmerilado. Suelen estar asociados a frentes cálidos y provocan lluvias débiles y continuas.
6. Nimboestratos (Ns)
Son las nubes de lluvia por excelencia, identificables por su color gris oscuro y forma masiva. Su grosor es suficiente para ocultar el sol y su aspecto suele ser borroso debido a la precipitación constante de agua o nieve. Frecuentemente, por debajo de ellas, aparecen jirones de nubes bajas desgarradas.
7. Estratocúmulos (Sc)
Se presentan como bancos y mantos de nubes blancas o grises, de aspecto ondulado, aborregado o de rodillos alargados. Pueden mostrar zonas oscuras muy marcadas y, aunque cubren buena parte del cielo, suelen estar asociados a buen tiempo, sobre todo en verano. En algunas ocasiones dejan precipitaciones leves.
8. Estratos (St)
Son capas de nubes generalmente grises y de baja altitud, con base uniforme, responsables de la niebla y la llovizna. Cuando el sol se ve tras ellas, su contorno es claramente discernible. No provocan fenómenos ópticos como halos, salvo a temperaturas muy bajas, y pueden adoptar formas de parches o jirones.
9. Cúmulos (Cu)
Estas nubes suelen ser las favoritas de los observadores por sus formas caprichosas y contornos bien definidos. Se presentan como nubes aisladas, densas y de desarrollo vertical, con base horizontal y regiones superiores abultadas que suelen recordar una coliflor. En condiciones de baja humedad suelen indicar buen tiempo, pero si hay mucha humedad y fuertes corrientes, pueden crecer hasta formar grandes tormentas.
10. Cumulonimbos (Cb)
Son las nubes de tormenta más impresionantes, con un enorme desarrollo vertical que puede comenzar desde los 500 m y llegar a superar los 12 km de altitud. Aparecen en forma de montañas o torres, con la cima achatada en forma de yunque e incluso con fibra o estrías. Son responsables de las tormentas eléctricas, granizo y hasta tornados.

Clasificación morfológica: estratiformes y cumuliformes
Además de la altura, otra forma de distinguir las nubes es por su aspecto y desarrollo:
- Nubes estratiformes: Son extensas, horizontales y normalmente poco espesas. Cubren grandes áreas y pueden provocar precipitaciones extendidas (ejemplo: estratos, nimboestratos).
- Nubes cumuliformes: Se desarrollan verticalmente, ya sea aisladas o formando grupos. Suelen aparecer como burbujas o montículos que ascienden por calentamiento. Son típicas de fenómenos localizados y a veces violentos (ejemplo: cúmulos, cumulonimbos).
Muchas veces, la propia evolución del tiempo hace que una nube cambie de tipo. Por ejemplo, un cúmulo pequeño puede crecer y transformarse en un cumulonimbo.
Especies y variedades de nubes: más allá de los géneros
Dentro de cada género, las nubes pueden presentar peculiaridades que permiten identificarlas en especies y variedades. Algunas de las especies más recurrentes son:
- Fibratus: estructura fibrosa
- Castellanus: con protuberancias como torres
- Fractus: nubes deshilachadas o fragmentadas
- Mediocris: desarrollo vertical moderado
- Stratiformis: con tendencia a disponerse en capas
- Lenticularis: en forma de lentes u “ovnis atmosféricos”
- Opacus: tan densas que impiden el paso de la luz
- Translucidus: dejan pasar la luz
- Undulatus: con ondulaciones bien marcadas
Sumando variedades, el Atlas Internacional de Nubes reconoce más de una docena de especies y decenas de combinaciones. También existen nubes accesorias y especiales (como las mammatus, con forma de bolsas, o las Kelvin-Helmholtz, con aspecto ondulado), que suelen estar asociadas a condiciones atmosféricas extremas o poco frecuentes.
Cómo se forman las nubes según el proceso físico
En función del mecanismo físico que provoca el ascenso del aire, podemos distinguir varios tipos de nubes y formaciones especiales:
- Convección: Por calentamiento del suelo, el aire asciende formando cúmulos, cumulonimbos, y nubes convectivas.
- Efecto orográfico: El aire asciende al chocar con una montaña, originando nubes orográficas, como los lenticularis.
- Borrascas: En los ciclones y centros de bajas presiones, el aire converge y asciende, generando nubosidad generalizada, lluvias, estratos y nimboestratos.
- Frentes meteorológicos: El contacto de masas de aire frías y templadas origina frentes, nubes en capas extensas o cúmulos verticales según el caso.
El resultado es que la meteorología moderna puede prever el tiempo observando la evolución y el tipo de nubes, ayudando a predecir precipitaciones, tormentas o estabilidad.
¿Por qué las nubes son blancas (y por qué a veces se ven oscuras)?
El color de las nubes depende fundamentalmente del tamaño y la concentración de las gotas de agua que la forman. Las moléculas de aire dispersan la luz azul (por eso el cielo es azul), pero las gotas de agua presentes en las nubes, al ser mucho más grandes, dispersan y reflejan todos los colores por igual. El resultado es el color blanco tan característico. Si la nube es muy densa o espesa, parte de la luz no la atraviesa completamente y su base se oscurece, apareciendo en diferentes tonos de gris o incluso casi negro.

Los nombres de las nubes: combinación de prefijos y sufijos latinos
Para su denominación científica, se utilizan combinaciones de términos latinos, que describen su forma y altura:
- Cumulus / Cu: montón, masa
- Stratus / St: capa, llano
- Cirrus / Ci: filamento, pelo
- Nimbus / Nb: lluvia
- Alto-: altura media
- Stratocumulus / Sc: combinación de estratos y cúmulos
- Altostratus / As: capa de altura media
- Altocumulus / Ac: cúmulos a media altura
- Cirrocumulus / Cc: cúmulos de gran altitud
- Cirrostratus / Cs: capa filamentosa alta
- Cumulonimbus / Cb: cúmulos gigantes, de gran extensión vertical
La combinación de estos nombres permite identificar a simple vista el tipo de nube y su posible evolución.
Casos especiales y nubes exóticas
Si bien las nubes troposféricas son las más habituales, no son las únicas. Existen nubes de tipo especial o “exóticas” formadas por procesos naturales o artificiales:
- Lenticularis: nubes con forma de lente, generadas por vientos sobre montañas.
- Nubes mammatus: bolsas colgantes en la base de nubes tormentosas.
- Kelvin-Helmholtz: con aspecto de olas debido a cizalladuras extremas del viento.
- Pyrocúmulos: provocadas por incendios o erupciones volcánicas.
- Contrails: estelas producidas por aviones de reacción.
- Nubes nacaradas (estratosféricas): a 15-25 km de altitud, compuestas de cristales de agua superenfriados.
- Nubes noctilucentes: situadas entre 80 y 85 km, iluminadas tras la puesta de sol, formadas por cristales minúsculos de hielo.
Algunos de estos tipos aparecen muy ocasionalmente y ofrecen espectáculos ópticos impresionantes, como halos dobles, iridiscencias o colores eléctricos en el crepúsculo.
Las nubes y el clima terrestre
Las nubes no solo son atractivas a nivel visual: juegan un papel clave en el clima y el equilibrio térmico global. Sus efectos tienen dos caras:
- Enfriamiento: Las nubes reflejan parte de la radiación solar (albedo), disminuyendo la cantidad de energía que llega a la superficie.
- Calentamiento: Al mismo tiempo, actúan como “manta” infrarroja, atrapando y devolviendo parte del calor emitido desde el suelo.
Según el tipo y la altitud, pueden predominar los efectos de enfriamiento (nubes bajas y extensas), o de calentamiento (nubes altas como los cirros). Este equilibrio es tan complejo que sigue siendo uno de los principales focos de incertidumbre en los modelos climáticos del futuro.
Las nubes fuera de la Tierra
No solo nuestro planeta cuenta con nubes. Otros mundos del Sistema Solar también poseen atmósferas capaces de generar nubes, aunque con composiciones y temperaturas muy diferentes:
- Marte: nubes de hielo de agua y de dióxido de carbono.
- Venus: nubes de ácido sulfúrico.
- Júpiter y Saturno: nubes de amoníaco, hidrosulfuro de amonio y agua.
- Urano y Neptuno: nubes de metano o amoníaco.
- Titán (luna de Saturno): nieblas y nubes de metano e hidrocarburos.
Curiosidades y fenómenos ópticos asociados a las nubes
Las nubes producen multitud de efectos ópticos, algunos muy cotidianos y otros realmente extraños. Algunos de los más llamativos son:
- Halos solares o lunares: Anillos de luz formados por la refracción en cristales de hielo de cirroestratos.
- Arcos iris: Gotas de agua en suspensión que descomponen la luz solar tras una tormenta.
- Coronas: Pequeños anillos de colores, visibles alrededor del sol o la luna, por la difracción de la luz en gotas muy pequeñas.
- Glorias y espectros de Brocken: Arcos circulares de color y sombras proyectadas sobre nubes o niebla, observados habitualmente en la montaña o desde aviones.
- Cielos aborregados: Patrón regular de altocúmulos y cirrocúmulos que recuerda a un rebaño.
Al amanecer o al atardecer, las nubes adquieren tonos rojizos y naranjas intensos por la mayor absorción de la luz azul en la atmósfera, dando lugar a los espectaculares “cielos de fuego” que tantas fotografías inspiran.
¿Cómo influyen las nubes en la predicción del tiempo?
Observar las nubes es una de las formas más antiguas y eficazes de prever el tiempo que va a hacer:
- Cirros y cirroestratos en aumento pueden indicar la llegada de un frente cálido y precipitación en las siguientes 24-36 horas.
- Cúmulos pequeños suelen estar asociados al buen tiempo, pero si crecen en altura rápidamente pueden derivar en tormentas.
- Nimboestratos y estratos oscuros anuncian lluvia persistente.
- Cumulonimbos implican tormentas inminentes, a menudo con aparato eléctrico y, a veces, granizo.
- Altocúmulos en bandas o láminas pueden presagiar cambios de tiempo, sobre todo si aumentan junto a altostratos.
Aprender a interpretar el “lenguaje” de las nubes es útil para senderistas, agricultores, pilotos y cualquier persona que desee anticipar cambios meteorológicos.
Diferencias entre nubes y niebla

La niebla no es otra cosa que una nube cuya base está en contacto con el suelo. Así, los mismos procesos físicos que generan nubes pueden provocar nieblas cuando el enfriamiento superficial es muy marcado y la humedad es alta. En estos casos, la visibilidad se reduce drásticamente y se producen fenómenos espectaculares como la cencellada (acumulación de hielo en objetos).
La importancia de las nubes en la vida en la Tierra
Las nubes desempeñan un papel clave en los ciclos biogeoquímicos y el clima regional:
- Regulan la temperatura, actuando como barrera ante el exceso de radiación solar durante el día y evitando la pérdida rápida de calor por la noche.
- Son la fuente primaria de precipitación, razón por la cual la agricultura, los ecosistemas y el suministro de agua dependen de su ciclo.
- Indican cambios atmosféricos y tendencias meteorológicas, ayudando a prevenir desastres naturales y optimizar actividades humanas.
Sin las nubes y la circulación de la atmósfera, los desiertos serían aún más extensos y las zonas fértiles mucho más limitadas.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/el-cielo-en-detalle-conoce-los-diferentes-tipos-de-nubes-y-lo-que-nos-revelan-del-clima/
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