

Columnista : Carlos Fajardo @Carlos Fajardo Ardila «Fastidiardo»
Mucho se ha escrito acerca de las dificultades que atraviesan los usuarios del flamante sistema de salud colombiano para obtener una atención integral y oportuna que incluye la valoración cuidadosa y humanizada por parte de profesionales de la salud altamente calificados, la realización de estudios diagnósticos en forma oportuna y completa, atendiendo a los requerimientos de los primeros, en busca de llegar a un diagnóstico preciso y poder definir tratamientos y acciones de rehabilitación eficaces que logren detener o, por lo menos, aliviar los procesos patológicos que afectan a esos usuarios y, por último, recibir los medicamentos y ser objeto de las acciones terapéuticas que su caso necesita para su cabal solución.
Un sistema de salud al decir de algunos el mejor de la galaxia, especialmente de aquellos que defienden a las indefendibles EPS, particularmente los miembros de sus grandes y muy bien pagos staffs administrativos, los multimillonarios dueños de las mismas, los miembros de algunas organizaciones que se sostienen como rémoras con los aportes que las farmacéuticas hacen para que promuevan entre los pacientes, a quienes dicen representar, el uso de algunas sustancias de alto costo con cargo al sistema de salud y los representantes de otras ONG que dicen representar a los profesionales y en general a los trabajadores de la salud, pero en sus dichos y escritos revelan que su interés, bien financiado, es realmente la defensa de esas nefastas empresas que han medrado a partir de utilizar hábilmente los recovecos que la ley 100 les dejó para despojar al sistema de salud.
En los últimos meses se han evidenciado cada vez más y más desfalcos y conductas oscuras y sospechosas o francamente delincuenciales. La corrupción galopa en el sistema y se financia con la esperanza de vida de muchos pacientes que agonizan esperando una cita, un examen, la realización de un procedimiento o la entrega de un medicamento que bien hubiera podido salvar su vida.
Vamos de indignación en indignación, pero tristemente ya a nadie sorprende conocer las revelaciones que hábilmente la prensa mercenaria calló por muchos años y que hoy, merced a las redes sociales y a periodistas honestos y con vocación por la verdad, se han venido conociendo a veces de manera discreta o en otras ocasiones como un devastador tsunami.
En su lucha por justificarse y victimizarse ante las medidas de control que tomó el gobierno Petro, las EPS han acudido a todos los recursos disponibles: Publirreportajes, publicaciones pagas en diarios mercenarios de alta circulación echándole la culpa al gobierno de todas las irregularidades que el mismo gobierno ha detectado en el manejo de los recursos de la salud, el pago generoso de legisladores, la financiación de campañas, en fin, a todo lo habido y por haber para engañar a la opinión pública.
Una de las situaciones más lamentables fue el descubrir que algunas empresas, cuyo objeto era la entrega de los medicamentos a los pacientes, como por poner un ejemplo no tan inocente Audifarma, negaban la entrega de dichas sustancias, mientras en sus bodegas, apenas a metros de las ventanillas en las que algunos empleados negaban la entrega, acaparaban cajas y cajas de esos fármacos.
Como paciente, usuario del sistema de salud, he sufrido en innumerables ocasiones la negación de la entrega de un buen porcentaje de los medicamentos que me eran formulados, en algunos pocos casos se me entregaba un papel con el que certificaban que por el momento el medicamento no estaba disponible y, por tanto, me iba a ser enviado, acorde a las normas vigentes, a mi domicilio. Algunas otras veces simplemente me contestaban que el medicamento estaba “descontinuado” y que debía hablar con mi médico para que lo cambiara. No pocas veces la tal promesa de entrega a domicilio no se cumplía y siempre tenía que ir a comprarlos porque igual no me podía quedar sin medicación o dejar a mi esposa sin aquella que requiere para controlar sus afecciones.
En febrero de este año fui diagnosticado con un Cáncer de colon, estudiado y operado el 31 de marzo en forma sorprendentemente rápida y cuidadosa por un magnífico profesional, mi luna de miel con el sistema siguió y pude obtener rápidamente la atención por parte de un muy calificado oncólogo que me ordenó cuatro ciclos de quimioterapia y consultas complementarias por nutrición, psicología y psiquiatría.
Como parte de mi manejo la profesional nutricionista, acorde con los protocolos existentes, me ordena el pasado 20 de Mayo una sustancia que se lama Glutapak, presuntamente para controlar la pérdida de peso que me ha afectado desde hace algunas semanas. Pues bien, el día 21 acudí a reclamar mis medicamentos de base, incluidos los de la siguiente fase de la quimioterapia (por supuesto en otra empresa diferente de Audifarma), mientras mi esposa solícita se metía en un berenjenal para tramitar la autorización del famoso Glutapak.
Esa misma tarde acudí a dos sedes de la empresa que me asignaron para reclamar el medicamento, justamente Audifarma: Fui a dos sedes de la misma, en una me dijeron que ahí no entregaban fórmulas de mi EPS, en la otra un sujeto gordo me miró apenas por encima de la pantalla de su computador para decirme que ese medicamento no lo entregaban en esa sede y que debía irme a otra sede a no menos de 15 kilómetros para ver si ahí me lo entregaban.
Al día siguiente madrugué, acudí a la sede más cercana a mi residencia, por decir algo la de Cedritos, de ahí me enviaron a la sede de Unicentro como a unos tres kilómetros de distancia y luego de ahí me enviaron a la sede Toberín, cinco kilómetros más al norte de la primera, donde finalmente, después de esperar varias horas, una funcionaria amablemente me entregó un desprendible y me dijo que ese medicamento estaba tenía “DIFICULTADES LOGÍSTICAS” por lo que no tenía sentido que lo buscara en otra sede porque nunca me lo iban a entregar.
¿Qué más revelador y útil que un ejemplo vivido en carne propia para entender por qué a esa empresa los usuarios la han empezado a llamar AUDIMUERTE?
Por Carlos Fajardo
Para Prensa Mercosur
Mayo 25 de 2025
